Siento que no me alcanza el tiempo. Llaves, lentes, cigarros, tonayán para la presión y marihuana para las risillas. ¿Irá a llover? Nunca me había dado cuenta de que 30% es taaaaaan ambiguo, o sea. Después de aquel Corona que fue como llevar el anillo único a Mordor, agarro el impermeable. Puto Weather Chanel punto com, y ¡puta bida! ya se me andaban olvidando los boletos. 

​En parte, este apresuramiento es por la obsesión de dejar todo en orden, todo listo; así, si muero, encuentran mis papeles de volada y mis alumnos no se quedan sin trabajo que hacer el lunes por la mañana. Bañado: checked. Nota para El Caperuzo: checked. Ropa para morirme de depresión el domingo que regrese: checked. Cuando voy a realizar un trámite burocrático, me gustan:

1. mis documentos en regla;

2. bien apostillados, y

3. el fólder más vergas (con extra clips) de toda la fila.

 

Pero, además, los días antes del concierto se aceleran, ¿no? Cuando faltan dos o más semanas, parece que el día no llegará. Par de días antes se te viene el previo encima; a escuchar las bandas para farolear, elegir cuidadosamente el outfit que ha de salir en la transmisión en vivo y preparar la maletita son actividades que se realizan apresuradamente. Con la emoción de la noche previa.

 Mañana es día de concierto. De festival. De darse unas vacaciones de catorce horas en el mundo artificial de la mercadotecnia y la cerveza en vaso de cartón y las caminatas a las 2 PM. Estoy muy emocionado.

Soy Luis Enrique Hernández Navarro.

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Twitter: @SoyLuisHernande

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