Por primera vez llegué temprano a un festival. Te puedes llevar el rollo de papel de baño de cortesía que ponen en cada baño. EL DE CADA BAÑO. Eso te vuelve muy popular entre las chicas.
Sin embargo, no todo fue miel sobre hojuelas (jajaja). Un error en el sistema no permitió la correcta activación de la pulsera de mi novia y tuvimos que regresarnos a pagar la multa de 5000 que nos impuso Ocesa unilateralmente. Esto último es 100% fake.
Total, casi no llegamos a Cállate Mark. Prácticamente todo su acto gritamos su nombre, pero a ellos pareció no gustarles del todo, bien raro. Por su parte, Jotdog, el proyecto de María Barracuda y Pete Sah, tocaron sus éxitos «Vikingo» y «Tres por veinte». Muy muy buenos.
Tuve mi primer blackout a la hora de Comisario Pantera y Quiero Club. Tendremos que esperar al Ecoparque Fest 5 para ver con qué nos sorprenden.
Los cada vez más favoritos de esta página, Troker, fundieron la cabeza del gran público que convocaron con su jazz fusión. De lo mejor del festival. Inspector, una mamada.
Meme abrió la hora de la luz mágica, esa de cuando empieza a atardecer y sabes «que todo va a estar bien». Y vaya que lo estuvo, desde que nos quedamos esperando en ese mismo escenario hasta que Juan Cirerol terminó, bajo gritos atronadores que exigían el Nobel de Literatura para este gran poeta. Uno de los mejores combos del día.
«Good evening, Guadalajara. We are Bloc Party, from London» fue todo lo que dijo Kele Okereke para ganarnos a todos. Fue una fiesta de éxito tras éxito que sólo presagió el verdadero plato fuerte de la noche: Illya Kuryaki & the Valderramas. Esos vatos todavía traen con qué prender fuego en la pista. El acoplamiento entre ellos y de ellos con el público es tan natural como el de un gobernador priista y el desvío de recursos. Fue el punto culminante en la noche.
Nos quedamos en el escenario, pretendiendo un buen lugar para LFC. Nos dio un coma de aburrimiento escuchando, en el «escenario» (no mamen, fuera del principal estaban uber cooleros los tapancos en donde subían a los artistas) de al lado a Porter.
Aguantamos la escasez de cubeteros, los borrachazos. Pero, perdón lectores, no pudimos aguantar a esos señores. Fuera de los visuales fue una cagada gigantesca. Entre la lluvia de mierda, tuvimos que escapar.
Fue el único momento en que los baños tuvieron un tiempo de espera menor a 45 minutos.
Soy Luis Enrique Hernández Navarro.
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