De los pensamientos de una mala escritora.
En el principio de los tiempos, cuando todo era una gran mezcla de tonos grisáceos sin separación alguna, el mundo sufría alteraciones e inestabilidades que provocaban caos. Sin acciones que contuvieran los efectos ocasionados por la falta de paz, todo giraba alrededor de constantes desacuerdos e injusticias. Era un mundo en donde reinaba la intolerancia, la desunión y donde el desconcierto estaba presente en cada momento.
Como se sabe, el mundo se encuentra siempre en constante evolución, y cierto día, el mundo decidió que era hora de cambiar; se dividió a sí mismo en dos partes: La primera parte: el color blanco, la parte de la luz, el fuego, el Sol, el género masculino, la expansión, la parte brillante en una colina y el positivismo pasó a ser el lado izquierdo. Por el contrario, la segunda parte: el color negro, la parte de la oscuridad, el agua, la Luna, el género femenino, la contracción, la parte con sombra de una colina y el negativismo pasó al lado derecho.
Y así, el mundo comenzó a repartir tareas a cada uno de ambos lados. Entusiastas por comenzar sus deberes, el lado de la luz se enfocaba en hacer salir al Sol todos los días; el calor que éste producía, funcionaba para que las personas pudieran realizar sus actividades sin estragos y, asimismo, fabricaba fuego para que lo utilizaran a diestra y siniestra.
Por otra parte, el lado de la oscuridad no dudaba en sacar a la Luna en cuanto el Sol se marchaba; les proveía sosiego por las noches para que las personas pudieran descansar y les daba el agua que desearan consumir.
Ambas partes cumplían con sus deberes a la perfección, hasta que llegó un momento en el que se cansaron. Se aburrieron de efectuar siempre las mismas tareas. El Sol envidiaba la calma de la Luna y la oscuridad quería ser tan apreciada como la luz lo era. Así que, llegando a un acuerdo, la parte del fuego le invirtió los papeles a la parte del agua. El mundo cambió otra vez y ambas partes, ansiosas por comenzar sus nuevas tareas, cuanto antes se dispusieron a efectuarlas con toda disponibilidad.
En un principio, tuvieron dificultad para controlar sus nuevos poderes, mas solo fue cuestión de tiempo, pues con el pasar de los meses, habían conseguido controlarlas y, sin darse cuenta, también comenzaron a quedar cegados por sus nuevas habilidades. El mundo comenzó a ver tsunamis incontrolables por la atracción de la luna, eclipses inexplicables, escasez de agua en algunos poblados y traiciones entre semejantes.
Consternados por lo que sucedía a sus alrededores, las personas comenzaron a ver cómo fenómenos naturales terminaban con miles de vidas y cómo el mundo se dirigía hacia su propia perdición. Tuvieron que pasar muchas pérdidas para que ambas partes se dieran cuenta de que lo que había comenzado como simples labores estaba propiciando guerras y divisiones entre humanos y naturaleza. Se dieron cuenta de que el desequilibrio que existía en ese momento era igual al que existió al principio de los tiempos.
Ambas partes comenzaron a pelear por saber quién había sido el que se había excedido con sus actos y al no obtener respuesta, decidieron volver a sus lados originales. El Sol volvió a salir con su habitual energía y la oscuridad seguía siendo una fiel amiga para aquellos que deseaban descansar. Sin embargo, ambas partes extrañaban el lado que no les pertenecía y las personas querían apreciar el color negro de la misma forma que apreciaban el blanco.
Así que, la parte blanca decidió darle a su parte opuesta un pedazo de sí misma, y a cambio, la parte negra hizo exactamente lo mismo con blanca. Como se sabe, el mundo está siempre en una constante evolución. Ahora no importaba si el Sol era más apreciado que la Luna, porque la Luna era bella para cualquiera sin importar que saliera cuando todos se encuentran durmiendo. El color blanco fue admirado al igual que el negro y ahora se gastaba con reflexión y a consciencia el agua necesaria para todas las personas.
Ese es el motivo por el cuál se pueden vislumbrar eclipses en el firmamento cada determinado tiempo y los tsunamis solo ocurren cuando las personas rompen el equilibrio entre sí, por no saber cooperar los unos con los otros como el mundo les enseñó; por querer tener excesivo control sobre los demás, por no respetar las ideas y los gustos por los que cada uno se inclina, por los actos que cada uno de ellos comete y por no fortalecer al que lo necesita.
Texto inspirado en el Yin Yang.