Este fin de semana fue el cumpleaños número veinticinco de Cruy, y a quienes les suene este nombre ya sabrán que fue una celebración intensa si es que se les compara con las fiestas tradicionales, y al decir esto no me refiero sólo a los excesos, no, lo que quisiera reseñar en este escrito es la música que se escuchó en esa noche, lo que ocurrió además de esto tendrá que permanecer implícito aunque supongo que no será difícil que lo adivinen. Hubo tres bandas que se presentaron (y una cuarta totalmente improvisada en el candor del momento) allí en un terreno ubicado en la calle Juárez ya conocido por los noctámbulos salmantinos; tratar describirles cada una de ellas y catalogarlas en sus respectivos géneros sería una tarea complicada, empezando por que son tan distintas unas de la otras pero compartiendo una similitud; un sincero entusiasmo por la presentación en sí, todo lo demás para ellos queda en segundo plano; como por ejemplo subir sus creaciones al internet, hacer una página en facebook o promocionarse de cualquier forma que no sea esa, tocar en vivo y en directo, una experiencia que podría considerarse fugaz pero yo creo que por eso se vuelve más significativa y, si a eso le añadimos que la propuesta de estas bandas es un genuino esfuerzo conjunto por avivar con diferentes recursos ese trance psicodélico que va creciendo dentro de uno hasta llegar a ese clímax nocturno, justo allí en donde la música hace esa transición de armonía al sentimiento hace única y compleja este tipo de experiencias. Varias veces me pasó que estando parado presenciando la tocada o bien, vagando por allí, acababa diciéndome a mí mismo: -A la chingada qué buena rola- mientras empinaba el vaso con más fuerza o calaba el cigarrillo hasta escuchar el papel quemarse, un soundtrack de una sola en noche, irrepetible, siempre mutante, sin restricciones que lo definan, el estruendo de la noche diluido con melodías que sonaban con furia en un instante y en el siguiente completamente serenas; lo único que se nos exigía a los asistentes era permitirnos dejarnos llevar hasta la última nota.
Empezó la banda ‘DIVA-ga2’ la cual nunca había escuchado hasta ese momento, mucho más tarde de lo previsto y de repente, sin introducciones, una oleada de sonido estridente que nunca se detuvo fue más que suficiente para presentarse hasta que soltaron los instrumentos, justo como declara su nombre todo lo realmente importante era intentar alcanzar esa cúspide musical, contagiarnos con rasgueos rápidos que coludían entres sí; arriba, abajo, cada sonido experimentando en su rincón metafórico pero sin realmente alejarse mucho de su enfoque previsto, eso estaba muy claro entre ellos; no supe que tanto de las piezas fueron improvisada y que tanto no pero no importaba mucho, había un trasfondo incierto en esas tres siluetas tocando en la oscuridad, un llamado furioso que reclamaba una lucidez fugaz. La primera banda duró muy poco, o no sé si así me pareció a mí por la ausencia de intermedios pero casi instantáneamente fue sustituida por otras tres personas que no dudaron en compartir su visión musical para prolongar el viaje, el puente, el mensaje o como quieran ustedes llamarlo, la llamaré la banda de Pedro, Servando y Raúl y aunque continuaban la misma línea de improvisación rápidamente se ajustaron en una frecuencia única, olvidé mencionar que estas bandas están compuestas por un collage de las mismas personas, algunos tocan aquí, otros por allá experimentando cada combinación y haciéndose cada vez más cabrones en el proceso, de nuevo me es muy difícil precisar en qué género se encontraron por qué no había tiempo en ese momento para ponerse racionalizar las cosas, lo importante acá es que esa evocación lentamente cambiaba de forma conduciéndonos al mismo lugar pero por un páramo diferente, la psicodelia aumentaba con cada segundo; la de ellos uniéndose y la de uno presenciándolo, sintiéndolo también. Después ‘fly away’; Chuy y Víctor, desde lo errático hasta un ambiente más detallado pero sin perder nunca la intensidad, un metal ensayado y ‘telepático’ grité en algún punto de la interpretación extasiado con la sincronía que se manejaban ya que nunca vi que se comunicaran entre sí durante su interpretación e inclusive podría jurar que siquiera se veían el uno al otro, y a pesar de tener la desventaja numérica mantuvieron a tope canción tras canción el tan perseguido divague que se nos había prometido desde que se reveló el título de la peda, no hubo descansos; esa furia seguía mostrándose siempre diferente pero con cada trago más nítida, era algo parecido a la gula lo que se sentía y todos queríamos un poco más de todo. Aquí llegó Battletoads la última banda y que conozco a detalle, por qué bueno, ensayan cada viernes en mi casa y aunque pensé que sería lo mismo que he escuchado durante días y días y días me llevé una sorpresa estando allí, su hip hop o rap (por escribir algo) imbuido de psicodelia sintetizada calmaba la sangre, un buen remate para descansar el cuerpo, aterrizar y dejarse caer dentro de uno mismo por qué a esas alturas uno podía permitirse cerrar los ojos y descender, varios covers mutantes de buena vista social club y nujabes facilitaban la tarea, al final quien no se encontrará más cerca de esa utopía individual estaba desde el principio en el lugar equivocado. Es una lástima el no poder compartir esa experiencia de forma auditiva con ustedes pero eso lo podemos solucionar, aquí en Caperuzo queremos que ustedes conozcan de primera mano a éstas y otras bandas locales, estense pendientes de los nuevos proyectos que estamos preparando este año por qué uno de los que nos tiene más emocionados es precisamente ese, apoyar la escena y que cada vez más gente conozca y difunda a todas esas personas súper cabronas que están cambiando la escena aquí en Salamanca. ¡Salú!

Los DIVA-ga2

Pedro, Raúl y Cervando

Fly away.

Battletoads.

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