El EcoparqueFest se afianza en esta ¿décima? edición y cada vez se siente más natural, más orgánico, más nuestro. El cartel se mantiene, la oferta gastronómica y de talleres se expande, su imagen se profesionaliza.
Pero recién estaba pensando en qué deja un festival como éste a la ciudad, además de un buen rato para nosotros (y un mal rato para los patitos del parque :(((( ). Hay algo que, me parece, no hemos meditado lo suficiente: este festival une a la juventud del condado como ningún otro evento. Nos encontramos shiavos de entre 14 y 30 (jajaja), de múltiples extracciones sociales, de colonias y ranchos y barrios, de prepas públicas y universidades privadas, sombrerudos, cholas y modernos, todos en un bello sueño escuchando a Caloncho y bebiendo cerveza de contrabando porque la cerveza tibia que vende adentro ya se acabó.
Se acerca, pues, una vez más, esa noche en que nos volvemos por unas horas comunidad. Que siga viniendo mucho años más. Mic drop.