Por alguna extraña coincidencia he experimentado las últimas fiestas de supremo en un estado muy cercano a la inconveniencia, tal vez no sea tan extraño que esté en tal condición después de todo pero me gusta pensar así. Dormí sólo un par de horas antes de llegar al evento, como siempre abarrotado desde el estacionamiento, y aún me sentía atolondrado por el remanente de la borrachera de hacía unas horas, y debía notarse, por que el tipo de seguridad me detuvo en seco mientras revisaba mis pupilas con una lamparita, pensé mientras sonreía que justo allí terminaba mi cobertura del evento y por consiguiente también esta reseña, pero no fue así; me dejaron entrar con una advertencia que me pareció divertida. Hay algo en las fiestas de estos chicos que inmediatamente me hace sentir que estoy en un lugar diferente a Salamanca, probablemente mucha de esa visión sea enriquecida por mi aletargamiento aunque no lo creo del todo; enseguida al ver el escenario fantasmagórico iluminado de rojo con el DJ a lo lejos y las siluetas balanceándose entre la oscuridad lo supe, estaba en lugar adecuado para terminar de descomponerme o bien tratar de recuperar la compostura con ayuda de la música, cualquiera de las dos opciones me apetecía en ese momento, después de eso fui al jardín que había a un costado y fue agradable saber que tenían un lugar para descansar por si la fatiga eventualmente terminaba de humillarme; había donas, sushi, cócteles y el pasto se sentía bien entre mis dedos, por un momento pensé en echarme allí y despertar en un rato con más energía pero quería probarme un poco más así que me dirigí a la zona de los DJs, ya para esas alturas había mucha gente compartiendo el trance musical, así que decidí sumarme, averiguar si una buena sesión de beats era lo que necesitaba y aunque al principio me costó desenvolverme aproveché un poco de la soltura que ya traía arrastrando, le di un trago a la cerveza fría, cerré los ojos y me dejé llevar.
Tengo poco asistiendo a fiestas o eventos de música electrónica pero gracias a que escribo aquí últimamente he podido ir a varios de ellos y la mejor parte es que ya empiezo a tomarles un cariño genuino, ahora sé que cada set es una parte de la personalidad del músico y esa creación espontánea es su forma de representarla ante una audiencia que busca entenderla, y es aquí precisamente lo divertido de ‘la rave’, tratar de empatizar con el baile y capturar ese sentimiento único, ese lenguaje mutante que continuamente se transforma, presentir los sutiles cambios y anticiparlos con cualquier movimiento, explotar en conjunto cuando la melodía por fin colude o divagarse con la transición de un clímax a otro, todo este proceso me mantuvo distraído de mis efímeras debilidades físicas y sin darme cuenta ya estaba mejor, ‘AAAA’ fue el canal ideal para empezar recrearme y buscar un clímax propio con renovadas energías, alguien me explicaba allí mismo que sólo usaba consolas análogas entonces eso le daba un contexto distinto a cada beat que entrelazaba, todos repletos de una oscuridad sutil (o por lo menos así me parecía), con Aysilum X sudé toda ‘la malilla’ que le dicen con la incesante ola de beats que no me permitieron descender y con failure revert me divertí todo el tiempo tratando de seguirles el ritmo a su sorpresiva metamorfosis, el viaje iba adquiriendo más matices y se me ofrecía para exorcizarme de la rutina, de los vicios, de mis propias delimitaciones; disfrutar la rave es aprender a extraviarse y abandonar el cuerpo a la inclemencia de la música. Cuando el cansancio regresó decidí apartarme y sumirme un poco en la sombras aledañas lo cual también me resultó entretenido por qué había muchos rostros familiares por doquier, así que me dediqué a lo mío; beber y observar, también de vez en cuando soltar algunos pasos, en especial por qué ‘Co’, al cual nunca antes había tenido la oportunidad de verlo tocar, cerró la noche y quedé maravillado con su capacidad para transportar a la gente a un estado de completo furor, muy a pesar de que ya eran las cinco de la mañana, era inevitable en ocasiones separarse de la plática en turno para bailar un poco por qué la música seguía llamando con fuerza a su centro, el escenario al fondo retumbaba y la poca gente que quedaba a esa hora bailaba con esa sensación aún prematura en su cuerpo, no cesaban de gritar ‘¡báilele, báilele!’ y así lo hacían, cada vez con más determinación, como si no existiera el mañana. Eran las siete y el sol ya calaba con fuerza, yo mientras caminaba lo que me pareció una eternidad rumbo a la central en la búsqueda de un taxi, pero no importaba, estaba todavía anestesiado por la experiencia y aunque cada paso pesaba más que el anterior estaba realmente feliz por haberme arrastrado allí para estar de principio a fin, las fiestas de supremo siempre tienen una particularidad que aún no puedo definir con claridad, debe ser algo relacionado con el cariño que toda la gente les tiene aquí en Salamanca y viceversa; como lo dejan todo cuando hacen un evento aquí en la cuidad tanto en organización como debrayándose en la consola, yo mismo aún sentía ese sensación de fraternidad cuando por fin pude hallar un taxi.
Antes del evento tuvimos la oportunidad de platicar con Diego, uno de los fundadores de la tienda y estamos agradecidos de que nos diera la oportunidad de ser parte de su fiesta de quinto aniversario, estos chavos traen toda la iniciativa no sólo como emprendedores sino como pioneros en cuanto a la escena de música electrónica local se refiere, chequen su página, agréguenlos, síganles la pista, por qué esto va creciendo cada vez más y no querrán quedarse fuera de lo que se avecina. Aquí les compartimos algunas fotos para que lo vean por ustedes mismos. Salú.
Texto: Armando Castillo
Fotografía: Sergio Martínez