-Rusia
-San Petersburgo
-Tormenta
-Una juventud rusa ociosa es una juventud rusa agresiva

De entre los cuerpos tirados en la sala y la cocina, nos despertamos uno por uno y cada quien se fue a su casa. Mermeládov y yo fuimos a mi casa cargando esa cruz que pesa más bajo el sol, teníamos el plan de comer, dormir y bañarnos para regresar en la noche. Después de reponer el cuerpo débil fuimos a casa de Amelia Fiodórovna, dónde estábamos al amanecer. Una vez ahí tomamos unos Vincent Vega, y ocho Carmen Campuzano. Escuchamos Rock n Roll hasta que nos picó el gusanito de lo indecente.
De la nada Amelia se levanta y pregunta, -¿quién va a querer dulces?-
Le digo, –yo-, mientras sale el humo de marihuana en mi boca.
Y Mermeladóv también dice, –yo-. Un buen par de viejos cínicos y sin llenadera.
Otros igual levantaron la mano y se les contó. Después de un rato llegó Fiodórovna, jadeando por la subida de la colina Duderhof y nos dijo con entusiasmo, -¡tengo las drogas amigos!-, nosotros sonreímos y brindamos por eso, nos dio nuestra pastilla a cada uno y muy profesionalmente nos dijo: “evite el pago por ahora”.
Más gente iba llegando a la casa de Amelia, unos tocaban y otros solo empujaban la puerta y bruscamente se metían a la sala con sus vinos y licores.

Estos días son los que extrañaré cuando sea viejo, no existía el tiempo ni la razón, bendito mundo que proveé y maldita gente que lo quita, lo echa a perder, lo maltrata, simplemente lo arruina. Brindando a carcajadas y tragos, atravesando la nube tóxica con la caguama que pasa de mano en mano, indudablemente, así se disfruta más la noche.
Entonces se detuvo todo dentro de mí, llego Mitka Petróvich y ya me quiero ir. “Parecía novela” dijo Mermeládov, yo me aplaste en un sillón y ya no sabía ni qué hacer, mi camarada me gritaba y decía que me levantara, que me animara, y lo intenté, pero seguí descompuesto ahí sentado. Pensé rápidamente en una tosca solución, fui al baño y me tomé la mitad de la droga que había recibido antes, regrese a ocupar mi lugar y a esperar impacientemente a que me dieran ganas de mandar todo al carajo y vivir mi estúpida juventud al máximo. Después de un tiempo, al Mer se le ocurre tomar toda la pastilla frente a todos en la casa y todavía me hace señas preguntando si ya la había tomado, le respondí igual, a señas, diciendo que no, aunque le mentí, después le confesé que solo había tomado la mitad por ahora.
Estaba realmente incomodo en aquel lugar, con Mitka ahí, me sentía en cautiverio, para distraerme empecé a pensar en una amiga que se pierde en todos lados, ella es la sabia de la música, quien sabe cómo le hace pero es de lo que más sabe. Entretanto drama personal no me fijé que empezaba a platicar con todos, a corear a los compitas que se cantaban el uno al otro el clásico fondo. Me sabía las canciones y me motivaban a madres, iba a la tienda y recorría la mendiga colina de arriba abajo en pocos minutos. Estaba intermitente el recuerdo de la morra de la música y pensaba: ojala venga Katerina, para irnos a divertir, no quiero estar aquí. Cada vez que mencionaban su nombre en la fiesta prestaba atención.
De pronto la puerta se abre y se azota contra la pared, es Katerina , lo sabía. Saluda a todos y al final llega conmigo, nos hacemos ademanes de locuras e intensas actividades.

–Estoy muy incómodo-
–Sí, me lo imagino, vámonos de aquí, vengo de un bar, estaba con unos amigos, vayamos para allá-

Platicamos un poco más y la mayoría decidió bajar a un bar, Zapravka. Katerina y yo nos salimos casi corriendo, estábamos un poco alterados de los nervios. Los dejamos ir a su bar, nosotros íbamos al Tolsty Frajer, ahí estaban sus amigos. Llegamos y reconocí a un tipo que trabaja ahí, le pregunté qué había en el menú de la dulcería, sí saben a lo que me refiero. Después de que nos dijera la variedad, Katerina, otra mujer y yo juntamos dinero para pagar todas las drogas que habíamos encargado de una vez, solo para eso sirve el dinero, las trajo y las tomamos con una cerveza en la pista de baile. Qué navegue mi sangre entre los arroyos más salvajes. Fuimos, somos y seremos.
Katerina y yo fuimos al Zapravka, a ver si ya estaban listos para divertirse, pero llegamos y estaban sentados en una mesa, incluso Mermeládov, que explotaba por dentro se mantenía quieto, no sé cómo le hacía el cabrón. Llegamos y solo los saludamos, al ver que Mitka seguía ahí y verlos a todos sentados me dieron ganas de vomitar, le dije a Katerina que huyéramos al infierno, me salí hecho la chingada y ella venia tras de mí, regresamos al Tolsty Frajer a bailar un poco más.

Después de un par de días fui a casa de Katerina a pasar un buen rato con sus compañeros de casa y con ella. Claro, fumamos marihuana en un exceso incomprensible, era la última noche de nuestras vidas y lo podía notar por la voracidad que tomaban los vicios estos muchachos, con mucha pena admito que yo también.
Tontas palabrerías y confusiones, me han tenido toda la noche desvariando en el paisaje de mi querida ciudad chiquita y finalmente dormí en su cama, a un lado de ella. Al día siguiente se desato la bestia dentro de mí, cuando desperté, abrí los ojos y se apoderó de mí la lujuria, algo de perversidad descontrolada. En un sigiloso arrebato y sin aviso planté un temerario beso en sus labios, al cual me respondió muy dispuesta. Su lengua salvaje pedía a gritos que se rompiera la presa y se desbordara contra ella, por supuesto que yo era la susodicha presa. Su voz es de primera clase, te dirige la palabra e involuntariamente dibujas en ella un sombrero que baja hasta cubrir sus ojos, un atuendo discreto pero a la vez distinguido que hace notar la sensualidad que guarda en su mirada y la inmensidad que desborda con su cabello largo y café. Ella es Rock n Roll y me sentí dotado al derrochar mi juventud con ella, no pude más y desborde mi veneno en su ciudad hecha cuerpo sobre mis rodillas, bajo mi ombligo y delante de mis piernas. Gracias Rusia.
Fino.

-Personajes tomados de Crimen y Castigo
Personajes:
Mermeládov
Amelia Fiodórovna
Mitka Petróvich
Katerina
Aliona Ivánovna
Rodion Romanov Raskólnikov

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