Ya iba tarde y mal, por una serie de circunstancias fuera de mi control (y otras que seguramente propicié) estaba dentro del ecoparque pegado a la reja mirando el parque skate tan cerca y a la vez tan lejos, tontamente supuse que la entrada para los dos sería la misma así que tuve que volver mis pasos mientras sudaba la gota gorda, sacando la malilla que palpitaba fresca en mi cráneo mientras zigzagueaba entre árboles. Cuando llegué no estaba ni cerca de recuperarme; me faltaba el aliento y el sol ardía intencionalmente con más fuerza, como siempre nos pareciera que lo hace cuando se está bajo los efectos de la resaca, a pesar de sufrir los síntomas ver el panorama y empezar a presentir lo que vendría ayudaba, y mucho, así que me apresuré a incluirme en algunas actividades como la reforestación que empeoró un poco mi estado, sí, pero que servía para entender de primera mano lo que este proyecto se proponía alcanzar; teorizar da una visión pero siempre es inexacta, experimentar el proceso expande esa visión de maneras inesperadas y justo allí es donde empieza el aprendizaje, el regocijo, así que estar con la cámara en la mano viendo el escenario arriba de una rampa, los chicos que se preparaban para el concurso, el cielo que se empezaba a nublar, amigos aquí y allá; unos cargando instrumentos, otros vagando buscando la toma perfecta, algunos más organizando el evento, con eso me bastó para para agarrar fuerzas y pretender que las secuelas de la noche anterior eran inventadas, y así me parece ahora por qué a partir de ese momento olvidé recordar las inclemencias de la cruda.
Es sencillo suponer desde la comodidad del hogar el progreso de la escena artística (y en este caso deportiva) de la localidad y más aún criticar su ausencia o incluso su abundancia, pero es necesario estar allí presente para apreciar todo el trasfondo y entender el porqué de su situación. Cuando el concurso de skate empezó alrededor de las tres de la tarde pude percatarme del talento que hay en Salamanca, pero sobre todo de la determinación de todos los deportistas por apoyarse y por mantener el espacio, más que una competencia parecía una tarde más de patinaje; y así entre gritos de apoyo y de carrilla empezaron a desfilar los concursantes, todos recorriendo el parque con la intuición de quién ya lo ha hecho mil veces, probablemente más, mientras a lo lejos se escuchaba su nombre entonado a coro, cada uno de ellos haciéndolo lo mejor que podían pero sobre todo, y esto fue lo que me llamó la atención, disfrutándolo; sin ninguna señal de estrés, riendo, gritando, intentando el truco y una y otra vez hasta que diera resultado. Esto en resumen es la esencia del festival identidad Xidoo, algo que sólo se comprende estando allí, experimentándolo; la integración juvenil, ofrecerles la motivación necesaria a todos esos jóvenes que pasan ahí todas sus tardes, hacer todavía más fuerte esa fraternidad que los une, ofrecerles un futuro lejos de la violencia que abunda en las calles y recompensar el esfuerzo y las horas que le dedican al patinaje con un concurso cuya premiación verdadera es una tarde dedicada completamente para su disfrute: música en vivo, actividades, graffiti, audiencia y sobre todo mucho skate que ni siquiera una hora de intensa lluvia pudo posponer. La importancia de estas actividades y su genuino apoyo son importantes para que el panorama del futuro luzca menos sombrío y esto lo saben bien Cristian Y Baruc, sus organizadores, quienes conocen esta situación desde las entrañas y buscan darle una solución sin ningún fin que lucre con el ecoparque ni con sus asistentes y este tipo de proyectos siempre los apoyaré yo y estoy seguro que cualquier miembro del Caperuzo, así que si no pudieron asistir este año, ya lo saben, tienen que estar ahí el que sigue, por que su presencia es necesaria para hacer la diferencia, un poco o mucho eso es lo de menos cualquier aporte ayuda de verdad, por nuestra parte hemos pasado un día muy recreativo y es seguro que estaremos ahí cubriendo el del año siguiente.
Después de que parara la lluvia vinieron las bandas; todas ellas tan diversas entre sí, lo que las hacía contrastar de manera única cuando llegaba su turno haciendo de la tarde un larguísimo soundtrack repleto de matices que finalizó hasta casi entrada la media noche, y como no quiero perder la costumbre escribiré un poco sobre ellas:
‘Kidmind’ inauguró con un punk-rock ecléctico que iba recorriendo cantidad de covers escogidos cuidadosamente para nunca bajar la intensidad ni siquiera un poco por casi una hora, una banda con un estilo que apenas está haciéndose paso en la escena local, que lo tienen bien ensayado por qué lo han escuchado en todas sus facetas y que además saben representar bien; comprometidos a expandirlo.
‘Ojos rojos’, nos tomó por sorpresa por su ininterrumpida energía a pesar de que sus integrantes no pasan los dieciocho años, guitarras y vocales desgarradores cuyo exceso de violencia tiene un trasfondo el cual nos explicaba su vocalista: dejar absolutamente todo ese cúmulo de sentimientos exclusivamente en el escenario, como una especie de catarsis diaria para vaciar la mente y ser lo opuesto.
‘Lost in disorder’ quienes se supone que iban a cerrar el evento siguieron, la única banda foránea que por alguna razón adelantaron en el itinerario y ahora que escribo esto siento que fue la mejor decisión, combinar la cadencia de su post-rock con el atardecer que se dibujaba en las nubes fue una de mi partes favoritas del festival; un género todavía muy escaso de entusiastas en la provincia, es más ni siquiera a nivel nacional, o pensándolo bien incluso en el ámbito internacional son pocos los que se aventuran a probarse en este estilo meramente instrumental cuya principal característica es una progresión que va adquiriendo cada vez más complejidad, en fin no quiero emocionarme por que no paro, fue una sorpresa ver a estos chicos interesarse en estos rubros de la música y sobre todo escuchar como lo dominaban con aparente facilidad a pesar de su corta edad, si también les agrada el estilo no deben perderles la pista.
Funeral de la mosca son una banda de ska ya veterana y bien conocida en Salamanca, debo admitir que aunque desconozco mucho del género yo ya había tenido mi parte de divague y ahora me permitía observar cómo los demás disfrutaban el suyo, mucha fiesta y baile como se esperaría pero mezclados con letras profundas que le daban un tono agridulce a la melodía, que casi inmediatamente hizo que los que iban despertando del trance de la banda anterior se pararan a sacudir el cuerpo.
‘Lost in waves’, a ellos, como ya he escrito en varias ocasiones, los he escuchado decenas de veces de cuando ensayaban en mi casa hasta que los vecinos se quejaron y dejaron de hacerlo, prácticamente presencié como armaban el proyecto de la nada y después de no escucharlos por varios meses fue una grata sorpresa escuchar y ver su evolución tan veloz; rimas, ambient, synth combinadas con intermitentes guitarrazos los hacen difícil de catalogar pero ellos se aferran a ese estilo y lo pulen cada ocasión un poco más, adaptando covers de Gorillaz y Buena Vista social club a su corriente sinuosa que bien podrían ir de la mano con cualquier psicoactivo que relaje la mente.
‘Futuro’ una banda compuesta por tres entusiastas de hueso colorado del rock en casi todas sus facetas, quienes no sólo se dedican a tocar o a escuchar música sino a vivir de y por ella, me consta, es por eso que conforme van tomando más confianza entre ellos y los escenarios desatan más todo el potencial que les resta por definir; en esta ocasión mientras me recostaba en una rampa pude percatarme de un cambio, siguen siendo la banda con melodías pausadas que llegué escuchar hace meses pero con sus lapsus de psicodelia mucho más fortalecidos, haciéndose presente con más contundencia en cada canción, un experimento que cada vez sabe fusionar lo mejor de estas dos vertientes y del que me alegro de también ir observando su constante crecimiento.
Jesucristo mentiroso es una banda que ya había escuchado a voces pero que nunca me había cruzado con ella. De primera pude notar que a pesar de ser la última banda y que ya éramos muy pocos los restantes tocaron como si el ecoparque siguiera a reventar, todos los que estaban a mi alrededor (incluyéndome a mí) estábamos sin poder quitarles la vista de encima desde que empezaron, su energía es magnética y aunque no podría definir con exactitud en que género se ubican si podría decir que lo importante más allá de esto es el mensaje que quieren transmitir; punk, core, solos de guitarra repentinos, letras viscerales que llegaban para imponerse muy a pesar de las voces guturales que las cantaban, con lo poco que los vi pude notar el compromiso que tienen con sus creaciones, con la tocadas en vivo sin que importe mucho el lugar, con su mensaje y con la audiencia que lo escucha. Una banda que busca genuinamente un cambio social aunque de antemano sabe lo difícil que es propiciarlo.
Texto y fotógrafia por Armando Castillo.
Video y edición por Pedro Herrera.