Me gustaría que la palabra incruenta se usará con mucho más frecuencia en el habla cotidiana, considero que por sí misma está cargada de bastante poesía inherente haciéndola muy rica en significado, el diccionario la define como: ‘Que no produce o muestra derramamientos de sangre’ una palabra que implícitamente está ligada con otra igualmente aparatosa; la muerte. La muerte incruenta entonces se vuelve una frase que sencillamente es capaz de contarnos una historia entera sujeta a cantidad de subjetividades dependiendo de cada persona que la piense; la belleza y el horror coludiendo en una imagen, haciendo un híbrido de emociones confusas que indudablemente nos conducen a un lugar remoto, pocas veces alimentado en la imaginación; éste es el nombre de la exposición de Pablo Ayala que actualmente se encuentra en exhibición en ‘la terraza’ una cantina en el centro de Salamanca, que aunque no tiene mucho de ser inaugurada pude darme cuenta de que le sobran elementos ‘bohemios’ para hacer de ésta un lugar en donde cómodamente se reúnan aspirantes a la cultura, aficionados o no, viejos o jóvenes, eso es lo de menos entre copas y acá abundan, con la respectiva buena charla de por medio.

Pablo me explicaba en unas de estas pláticas la técnica de grabado con la que llegó a armar la serie, pero debido a mi pronta ligereza y mi falta de conocimiento en el campo no podré ponerme tan técnico y puede incluso que me equivoque; lo que alcancé a entender es que en conjunto son una serie de grabados sobrepuestos los que componen cada pieza, dándole a cada una un discurso más complejo y muchas más profundo que una pieza plana, cuyas conexiones existen si se halla ese vínculo que las une, o bien, que también pueden funcionar como elementos particulares que comparten el mismo espacio en un lienzo, darle el significado correspondiente ya depende de cada intérprete que las observe, acá lo importante como siempre en el arte es ese sentimiento que se aviva con lo excepcional aunque no pueda definirse completamente, y yo lo he encontrado aquí.

A mi juicio me ha encantado recorrer la galería en busca de cualquier detalle que engrandezca lo macabro del tema, disfruto mucho la vastedad con que el arte puede explotarlo de mil maneras diferentes y estas piezas como lo dice el nombre de la exposición coluden precisamente entre lo grotesco y lo estético; el hueso, la carne, la silueta del cuerpo inerte y aquellas formas abstractas menos evidentes interactúando con sutilidad y exaltando  esa sensación de vacío cuando se las ve en conjunto. Dense una vuelta al bar ‘Terraza’, platiquen un rato de cualquier tema que se les ocurra con el Profe, conocido en la localidad por su constante impulso al arte en cualquiera de sus facetas y que también es dueño del lugar, pidan una corona junto con un tacón de tequila, canten una canción cantinera en el karaoke, hagan el recorrido de estas piezas y dense la oportunidad de conocer a este reconocido artista salmantino y su visión incruenta de la vida quien retrata en esta ocasión a la muerte junto con sus hermosos estragos, es más, puede que hasta se lo encuentren allí mismo para que él personalmente les explique, o bien, a un servidor que no le caería mal un trago para alborotar a la musa y seguir escribiendo.

Texto y fotografía por Armando Castillo

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