Últimamente he estado muy distraído; la rutina y los excesos que me cargo cuando puedo escapar de ella para justificar mi lado creativo progresivamente me han estado deteriorando, tanto así que confundí el día el concierto de una de las bandas que más adoro, cuando me di cuenta que sólo tenía unas horas para organizar el viaje casi entro en una crisis de pánico; como pude junté el dinero, pedí permiso en el trabajo, compré los boletos de camión y empecé a investigar sobre algún hotel barato por las cercanías… Llegué arrastrándome, el tráfico de la cuidad para colmo estaba a tope y cada segundo que pasaba atrapado en el embotellamiento era un recordatorio punzante de mi estupidez, afortunadamente la fila aún no era tan larga como mi imaginación me hacía suponer para atormentarme; el concierto empezaba en hora y media y lo que restaba de espera me la pasé ideando todo tipo situaciones para intentar poder colarme con éxito hasta el frente una vez entrando; se ha vuelto un patrón enfermizo para mí el querer estar lo más cerca posible, palpar la situación, escuchar el rugido de la voz, los rasgueos de la guitarra, la presión de miles personas detrás mío estrujándome en la valla, mientras más cerca más significativa la experiencia, la catarsis, el desahogo. Seguramente esa desesperación se notaba cuando empezó a avanzar la fila y aún más cuando el tipo de seguridad me dijo que que no podía pasar con mi morral, tuve que explicarle con lo que pensé que era buena retórica que yo no era de la cuidad, que no tenía en donde dejarlo, qué sólo era un puñado de cosas para sobrevivir al siguiente día, al final seguramente fue el tono ansioso en mi voz lo que lo convenció, ‘pásale pues, corre’ eso fue lo que me dijo y sí, obedecí, mientras toda la gente iba caminando con toda tranquilidad, se detenía a ver la mercancía o a comprar una cerveza fría yo me sentía un bólido corriendo con todo lo que tenía sin perder de vista el escenario concurrido ya, pero cómo deben suponer moderadamente, allí encontré a un amigo que ya estaba formado, me convido un trago de cerveza y en ese momento por fin pude descansar de la autotortura que constantemente avivaba desde un día antes, lo había logrado, allí estaba a tiempo y en forma, en un buen lugar, aunque, después de observar un poco me fue imposible evitar el pensar que podía mejorar todavía, avanzar más, aunque fuera un poco, un paso, dos, nunca conforme con el sentimiento en turno.
De teloneros estuvo una banda de Inglaterra que nunca había escuchado, ‘Pumarosa‘, y la verdad es que combinaba bien con el ambiente depresivo que todos ya estábamos esperando sólo que ellos tocando en una faceta más psicodélica y mucho más melódica aunque sin nunca poder despegar por completo, la vocalista hacía lo suyo con su respectivo look excéntrico y con sus notas altas pero la mayoría ya teníamos bien grabados los sonidos concretos que deseábamos escuchar, fue entretenido y el público se portó a la altura siendo totalmente pacientes y aceptando silenciosos el divague que se nos ofrecía aunque cada vez se notaba más las inquietud y los nerviosos en conjunto, al final duraron sólo un puñado de canciones y aunque no fue nada del otro mundo se notaban emocionados por la experiencia y eso siempre es grato de observar, después más espera, otra cerveza (sólo una porque beber de más y estar con la sensación de orinar siempre es un error cuando se tiene un lugar ya asegurado), y por fin justo cuando la impaciencia se volvía insoportable, Interpol, después de tres años de espera acompañados del grito nacido desde el pecho, espontáneo, la emoción que se desborda, las manos que se estiran buscando el escenario, un corto saludo de su parte, la primera nota y el descenso.

 

Después de quince años de que saliera su primer álbum ‘turn on the bright lights’ y que en mi caso me acompañara por toda una vida musicalizando algunos de los momentos más oscuros de mi existencia tenía la oportunidad de estar celebrando junto a ellos, algo que en aquel entonces ni siquiera me hubiera pasado por la cabeza; por aquellos días me gustaba pensar que no viviría tanto, tenía una pasión por lo efímero y no concebía la vida fuera de su clímax, justo allí escuchándolos en vivo me sentía como un ser totalmente ajeno a mi versión adolescente pero compartiendo el mismo entusiasmo desgarrador de siempre, aunque la edad con sus frecuentes recordatorios por momentos me quitara las fuerzas usaba la euforia de cada instante para ignorarme y seguir brincando y gritando como desquiciado, seguramente ya habría mucho tiempo después para quejarme, y como lo presentía, van dos días del concierto y todavía me siento una piltrafa desgastada y no paro de enumerar los achaques.

En esta gira Interpol toca en el mismo orden las once canciones del álbum más el bonus track ‘the specialist’, después de la obvia salida y la respectiva ronda de aplausos vuelven con un encore que mezcla canciones de los restantes discos, es la primera vez en un concierto que sé qué canción será la siguiente y aunque eso le resta el factor sorpresa en cambio aumenta la emoción que produce el inminente acercamiento de la canción favorita, y justo cuando llega todos ya están preparados para explotar a la par de la banda; instrumentalmente sonaron impecables, mi única queja tal vez sería que la voz tan característica de Paul Banks ya no se arriesga por alcanzar notas altas, en esta ocasión sentí que se quedaba corta atrapada en una zona de confort, aún así, todo lo restante lo compensaba de sobremanera; era imposible no sentirse exaltado cuando la música se iba recreando de manera tan precisa y con mucho más espíritu que cualquier pasada del álbum, sin importar el trasfondo con el que se le haya escuchado; estar sofocado y sometido por la marea humana escuchando ‘say hello to the angels’ fue magnífico, era justo que lo que esperaba pero mejor, suena absurdo pero a pesar de los golpes y empujones me sentía genuinamente en paz sonriéndole a todos como tonto y de paso mañosamente aproveché esta oportunidad para colarme todavía un poco más, derramé un par de lagrima con ‘hands away’ apresar de mi esfuerzo por retenerlas, grité las letra completa de ‘the specialist’ con la alevosía que merece ese himno transgresor, me sorprendí dejando todo lo que me restaba ya en el encore con ‘lights‘ y ‘all the rage back home’ las redescubrí escuchándolas allí a pesar de que no son de mis álbumes favoritos, absolutamente todo ayudó a construir ese sentimiento de plenitud, de gracia, incluso de un propósito que se mantiene lucido aunque irremediablemente desvaneciéndose ya, salí de allí con el corazón lleno y la cabeza ligera, listo para redefinir mi resistencia con esa sensación revitalizante antes de que en un par de días termine por evaporarse finalmente.

Interpol ha sido una banda icónica para mi generación, y que lentamente se ha reconstruido sin dejarnos a los fans atrás, esos fans que necesitan de su dosis periódicas de melancolía para crear contraste y seguir avanzando, si tienen oportunidad de verlos se los recomiendo ampliamente ya que creo que es una experiencia inolvidable y de paso incluso hasta sanadora, espero como buen fan que soy que duren muchos años más y que yo aún conserve las fuerza para verlos de nuevo reventándome, sin importar los años, entre personas que como yo busquen con desesperación evocar un recuerdo lejano para después poder enterrarlo cada vez más profundo con esa melodía adolescente que ya se ha convertido en otra cosa, una cicatriz que nos gusta presumir.

Foto y texto por Armando Castillo.

 

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