Si ya están un poco cansados de que los últimos álbumes populares que han visto la luz los contagien exclusivamente con esas vibras positivas o con esa perspectiva colorida de la existencia, he aquí una buena opción para que se redescubran esta temporada con los sonidos transgresores y lúgubres de Fever Ray y su nueva creación musical ‘Plunge’. Karin Dreijer es mejor conocida por fundar junto con su hermano el dueto electrónico ‘the knife’, que combinaba una serie de elementos característicos del género junto con sonidos caribeños y un aura que imponía una desolación bien maquinada palpitando detrás de todos esos beats, oculta, casi implícita, y que en mi opinión fue lo que los catapultó a la escena internacional, fue una combinación que superion explotar bien pero que después de un par de discos dejaron prácticamente en el olvido para realizar diferentes proyectos; éste es el que retomó como solista Karin con su segundo álbum y para los fanáticos del estilo de ‘the knife’ puedo asegurarles que mantienen la misma línea oscura pero abriéndose a experimentar con distintos géneros como el ‘industrial’ o incluso el ‘ambient’, hay canciones en donde hay una violencia repentina que explota en nuestros oídos con la intermitencia suficiente para hacerse entrañable, entre estas pausas la voz tan característica de Karin, que declama versos que se caracterizan por su transgresión, se revuelve con synths que emulan el más puro industrial noventero, como en ésta de acá abajo que se titula ‘wanna sip’.
En otras ocasiones el ritmo baja con toda la intención de recalcar ese contraste; esa dualidad que atraviesa las once canciones del álbum pareciera tener como objetivo mantenernos con esa sensación punzando en las entrañas, muy a pesar del estilo con el que se elija expresarse, hay tonadas desgarradoras con violines temblorosos ritmos pausados, una voz repleta de sentimiento que habla en algunas ocasiones sobre sangre y drogas (como la siguiente) mientras la melodía desciende y a la par esa sensación de la que hablaba arriba se termina de definir, ‘dark ambient’ como se le conoce también y que cumple ese propósito con creces: contagiar oscuridad.
Hay un par de canciones que me gusta pensar que funcionan más como una transición para pasar de un extremo a otro del álbum con mayor facilidad, como en este primer sencillo que es lo más parecido a una canción popular; los beats tal vez a primera impresión pueden sonar entusiastas y contagiosos pero conforme se van desarrollando se puede notar que son un parodia intencionada y que ocultan ese trasfondo momentáneamente para después develar su verdadera esencia, el videoclip de la canción ‘to the moon and back’ dirigido por Martin Falck es un viaje visual que retrata esa depravación que rodea al álbum y que nos deja presenciar, con tal vez más detalle de lo requerido, la intención original de Karin que homogeneiza toda su obra y que ya precede cualquier sonido.
En general y dejando atrás la empatía que genero con este tipo de música que ayuda a evocar sentimientos que pocos artistas se atreven a explorar, puedo asegurar que es un álbum completo y que tiene la calidad para incluso volverse de culto, ha superado el trabajo anterior con su disco homónimo que a pesar de su innovación se sentía forzado, para tomar esos elementos y terminarles de dar forma puliendo ese estilo tan único; cada canción merece explorarse con calma para descubrir el matiz que las rodea o inclusive adjudicarle alguno nuevo y dejarse poseer con esa mitología transgresora que Karin ha ido perfeccionado desde ‘the knife’, junto con ese conjunto de sonidos tan bien ensamblados que no necesitan de tanta parafernalia para atraparnos en un loop un poco demente pero también absolutamente deleitable.
Aunque ya para finalizar, debo advertirles que seguramente no será un recorrido placentero para quien no esté preparado para asquearse un poco antes de poder alcanzar el clímax musical, y que termina de mostrársenos en todo su esplendor justo cuando la última nota deja de sonar, en esa sensación que se agranda con el silencio que precede a la música, aquí lo pueden escuchar en Spotify.
Por Armando Castillo.