Hace menos de una década y más de un lustro en una noche fría como las de este diciembre estaba sentado en la oscuridad de la sala en mi casa de estudiante en la capital Guanajuatense, las cosas iban mal y aparentemente sobrepasaban la madurez y entereza que en ese tiempo disimulaba tener, obviamente inexistentes por qué a pesar de estar ya en los veinte recuerdo estar tan quebrado por nimiedades como hoy en día me predispongo por tragedias irreversibles; me habían roto el corazón y lo que torpemente había aprendido de los medios era alimentar una personalidad apática (que aún no merecía) con todos los vicios posibles, que como era de esperarse también me sobrepasaban; todo se iba al carajo y no tenía idea de cómo mantener siquiera un poco de cordura con la cabeza hecha un garabato por el alcohol y las patillas, y esa herida que ubicaba en mi pecho crecía con cada noche en vela, ese sentimiento se volvía absoluto por qué no tenía idea de cómo irlo disolviendo de a poco, no recuerdo con mucho detalle aquellos días repetitivos pero con mucha facilidad llega a mí un remanente de esa sensación tan abismante; la devastación agigantada por un dramatismo infantil, tanto así que aquella noche de la que escribía al principio casi me cuesta la vida, embriagado hasta el alma no dejaba de ver la ventana del tercer piso del departamento en donde vivía y se me antojaba tan liberadora, toda la madrugada fue un proceso de convencimiento que instante a instante entre evocaciones me daba la razón, cuando empezó una canción de God speed you! Black emperor estaba casi apunto de decidirme, a esta banda canadiense ya la había escuchado pero nunca con la atención debida; los conservaba en mi reproductor sólo por esa reputación que todavía no sabía descubrir, así que paralelamente a mis caprichos emocionales sonaba una canción que empezaba muy lenta, completamente al azar, de hecho no era una melodía era la voz de un anciano la que hacía función de prólogo al enorme viaje que se avecinaba, tan lento que conforme avanzaba iba tomando cada vez más protagonismo, para mi suerte iba notando la evolución de cada contraste y magnetizaba mi atención sobre mis patéticas ambiciones, la música florecía poco a poco en los azulejos de la habitación iluminando cada rincón con el sonido de un instrumento en específico, había tantos en el aire que no se podía desperdiciar un segundo señalándolos, no sé si lo buscaba en secreto pero justo allí había encontrado el pretexto perfecto para conciliarme con la noche, respiré y dejé que los 23 minutos que duraba la canción me purificarán de esa personalidad putrefacta que tanto daño me hacía, una de las catarsis que genuinamente puedo presumir que me han salvado la vida. La canción se llama ‘sleep’ y para mí es la historia de cualquier persona que se disponga a escucharla con el aliciente preciso, en mi caso tuvo que ser un impuso adolescente fatalista; seguramente sonará absurdo, pero creo que esta canción tiene la cualidad aligerar el presente para poder encontrar en sus últimos y explosivos momentos el desenlace que siempre estamos anhelando, el futuro se mezcla con las notas y la narración se va nutriendo con la melodía definiendo un presentimiento extrañamente esperanzador; poco importa que en el fondo sospechemos que estas visiones no sean verdaderas.

God speed you! Black emperor es una banda de Montereal con casi veinte años de antigüedad y que justo hoy en día es considerada una de las más complejas dentro del género post rock; esto ha generado que se piense que su música sea intencionalmente pretenciosa junto con la gente que los escucha y la verdad es que es totalmente lo opuesto, sus integrantes permiten que cualquier concierto en vivo que tengan sea grabado e incluso distribuido sin las obvias licencias discográficas lo que les hace ganar únicamente lo justo, su pasión es totalmente la música y créanme que se nota; sus piezas instrumentales de más de quince minutos son interpretadas con sobrada pasión de principio a fin por una decena de artistas, y como espectador presenciar ese recorrido (o mejor dicho ser parte de él) debe ser absolutamente enajenante, o eso me gusta creer, cuando escucho sus canciones de estudio me es muy sencillo perderme por eso creo que hoy por la tarde cuando me toque verlos en el ‘C3 stage’ en la cuidad de Guadalajara será un viaje que me llevará muy lejos dentro de mí, en unas horas tendré que averiguarlo y me siento ansioso por qué no sé qué descubriré allí. Ellos ya me han rescatado en varias ocasiones y siento que hoy no será la excepción, en el clímax de alguna canción seguramente  que he estado conforme con esto que soy y que siempre habrá motivos para hacer más, sentir más, decir más aunque justo ahora en no se me antoje creérmelo, ya les platicaré con más calma.

Por Armando Castillo.

Comentario

Comentarios