Guillermo del Toro es aquel director apasionado por sus monstruos, fantasmas, criaturas cautivantes y mundos que una vez estuvieron en sueños y pesadillas pero ahora forman parte de las cosmovisión del grandioso tapatío. Esta vez hablaremos de The Shape Of Water, la favorita para convertirse en mejor película y que contiende para mejor director. No digamos lo obvio, porque ya sabemos que tiene tanto aciertos como errores, situación que no nos sorprende en la filmografía del director.
Digamos que una cosa que falla muchas veces en las cintas de Del Toro es que algunas son muy predecibles, como La Cumbre Escarlata, que en mi opinión es sosa, aburrida y llena de clichés. Pero claro que siempre tiene mucho más momentos brillantes que oscuros. No podemos dejar de mencionar El Espinazo Del Diablo o El Laberinto Del Fauno, dos de sus obras más brillantes y en lo personal, mis favoritas. Otra peculiaridad de la obra de Guillermo es que sus villanos son terribles, son malos, descarnados, ninguno se toca el corazón. Pero se volvieron grotescos por situaciones fuera de su alcance, digamos porque la vida los orilló, por ejemplo, tenemos a Jacinto en El Espinazo Del Diablo, que es este villano con un rencor inconmensurable porque fue abandonado en un orfanato y ha pasado toda su vida dentro, al servicio de alguien más. Son situaciones así que orillan de alguna forma estos personajes a convertirse en seres detestables y que sin duda le otorgan mucha fuerza a las cintas.
Volviendo de The Shape Of Water, una cinta perfectamente recreada durante la Guerra Fría con con claras referencias a El monstruo de la Laguna negra, (una de las figuras predilectas del cineasta) en donde una extraña criatura mitad pez y humano es llevada a un laboratorio para estudiarla. Después se encuentra con Elisa, una conserje muda que termina enamorándose de la criatura. (premisa)
Pero bien, un gran acierto de la cinta es que sí, es un cuento de hadas que puede estudiarse desde diversos puntos y diversas lecturas, pero que ahora explora mucho más allá de este tema cursi de una bestia y una damisela. Del Toro se atreve a contarnos sobre la sexualidad de estos personajes. Y tengo que mencionar que algunas personas se han ofendido con esto, porque si bien estamos en una época de mayor apertura, el sexo siempre ha sido un tema tabú, que se convierte en algo incómodo. Si el sexo es incómodo para cierto tipo de público; definitivamente el sexo entre un anfibio un humano es una cosa que escandaliza, pero que tiene sin cuidado a Guillermo. Justamente porque lo convierte en este realismo mágico en donde al final todo parece común.
Podemos ver a una Elisa (Sally Hawkins) disfrutando plenamente de su sexualidad y refugiándose en el acto de la masturbación para salir de la cotidianidad en la que vive o a Giles ((Richard Jenkins) el amigo homosexual de Elisa enamorado de otro hombre, pero finalmente reprimido por la sociedad en la que vivía. Cada uno de los personajes viven y cuentan su propia historia, son mundos aparte que incluso podrían tener su propia cinta. Podemos darnos cuenta de que los personajes sienten y eso los convierte en algo más cercano con el espectador. Uno de los tantos mensajes de la cinta es como a pesar de las diferencias puedes encontrar este complemento que finalmente te hace feliz. Hay que mencionar que el personaje de Sally Hawkins está lleno de curiosidad y de bondad. Un personaje que se siente incompleto pero que termina por encontrar el amor en una bella criatura a la que no le importa cómo es. Esa es la belleza de la cinta; sus contrastes verdes, sus sombras, su mundo acuático y sus monstruos, sus personajes llenos de claroscuros y sin medias tintas, con voces potentes, aunque dos de ellos se comuniquen solo con un lenguaje que ellos conocen.
Creo firmemente que The Shape Of Water se convertirá en una película de culto, aunque muchos la odien y critiquen, aunque muchos crean que Del Toro plagió la idea. Pero para muchos Guillermo del Toro siempre será un gran contador de historias.