Es la segunda vez que vamos al Callejón a cubrir un evento y cada vez nos resulta más sencillo acostumbrarnos; es un excelente lugar con una vibra muy específica que se vuelve más nítida mientras más tragos se le da a la caguama, cualquiera pretensión que se lleve por adelantada va a estar de más y lo mejor es darle rienda con gusto a los instintos sin preocuparse mucho del qué dirán; el lugar repleto de rincones semi oscuros, la gente que merodea por allí buscándola pasar bien, cheve barata y por supuesto la música hacen de ésta una combinación ideal para dejarse abandonar a los sentidos, y aunque esto en ocasiones no es lo más beneficioso para el cuerpo es casi seguro que si se recuerda algo al día siguiente esto será épico o ya por lo menos aparte de la cruda se tendrá al oído extasiado por las buenas propuestas de la noche anterior. No pierdan la oportunidad de darse una vuelta al Callejón si son locales de León o si están de paso en la ciudad, hállenle el gusto como nosotros a perderse un rato intencionalmente entre variedad de noctámbulos que como ustedes van en búsqueda de un buen pasón musical; la noche del viernes estuvimos allí en el fest ‘la música nos hunde’ y todo exponencialmente se volvió una locura, en el buen aspecto claro está, terminamos anestesiados en todos los aspectos y contentos, a pesar de que la madrugada era fría y había que hacer un largo recorrido a casa. Acá las bandas que vimos:

Undercity men.

Creo que es a la segunda vuelta de ver a una banda en vivo cuando auténticamente uno puede percatarse del alcance y de la profundidad que ésta puede tener, sí, y no es que la primera vez carezca de significado, pero es costumbre para mí que ésta experiencia se vuelva algo errática, confusa, y al final sólo conserve una sensación, un sentimiento que conforme pasan los días se vuelve más de difícil de definir. El viernes Undercity Men fue la primera banda de la noche y esta vez a pesar de tener la mayoría del tiempo la cámara en la cara pude rescatar más instantes de su música, integrarme en ella, quedarme incluso con ganas de experimentarla una vez más; he querido escucharlos después pero aún no hay rastro de ella en las redes así que tendremos que esperar un poco más, mientras eso sucede puedo decirles que considero que es una banda prodigio con una exquisita psicodelia bien orquestada; concisa, desde el primer minuto ya se prevé lo que se vendrá, así que todo el set es experimentarse dentro un constante desenfreno de notas, un sube y baja de rasgueos que vibra en los huesos y que hace más fácil la transición para darle entrada a esa demencia que es necesaria para disfrutarse en un concierto de este tipo, estos chicos llevan poco en comparación con otras de las bandas del listado pero no lo pareciera, su música está tan pulida como la de cualquier banda veterana.

Carrion kids.

Como todo buen ‘garage’ que se respete la estridencia es una parte fundamental de su mecanismo para causarnos una temprana conmoción musical, una descomposición intencional que conforme se va desarrollando (y sumándose de sonidos) nos va preparando para él clímax y después, por segunda vez en la noche, el bendito frenesí. Desde la renovada capital nacional nos visitaron los Carrion Kids y sin mucho preámbulo no tardaron más que unos rasgueos para inducirnos de nuevo en el trance; una guitarra aparecía y alargaba sus notas con una clara intención psicodélica, la espina dorsal de sus creaciones, mientras cada instrumento se turnaba el protagonismo con tiempos bien repartidos a pesar de la presión de estar sobre un escenario, por momentos también se distinguía entre la oleada sonora una nostalgia adolescente; ese rock punk preparatoriano tomaba forma pero muy distinto; sin miedo ya a experimentarse con sonidos más aguerridos sumándole a la par esa ferocidad que sólo se experimenta escuchando las canciones en carne propia, una muy buena combinación que no dejaba cortar la inspiración mientras uno se daba en lujo de deshacerse frente y junto a la banda, sin dejar que el cansancio se asomara, usando bien ese tiempo entre canciones para rehidratarse con un buen trago de cerveza espumosa y nada más, había una buena racha y nuestra responsabilidad era ponernos a la altura.

Los Honey Rockets.

Después de estirar un poco el cuerpo y dejar que los síntomas inducidos por la noche se asentaran, subieron los Honey Rockets y desde que vi que conectaban el teclado me sentí secretamente aliviado; por supuesto que me gusta zarandear la cabellera y brincar como desquiciado pero desafortunadamente todos esos años mal invertidos de mi temprana existencia ya me están cobrando la factura, y ya me cuesta cada vez más trabajo seguirles el ritmo a lo veinteañeros sin que se note, estaba entonces ansioso para un viaje más melódico y personal, echar esas notas pa’ dentro; y bueno, pues éste no fue para nada el caso, la velocidad bajaba sí, pero los ritmos se volvían más marcados y contundentes exigiendo el mismo compromiso por el alboroto que sus antecesores, el viaje eso sí fue más exponencial, disfruto bastantes esas bandas que se toman su tiempo para dejarnos caer toda la intensidad de su repertorio, el entremés ‘garagero’ se mezclaba muy bien con ritmos joviales y sus letras sugerentes se sentían muy familiares, era fácil sentirse identificado, también lo fue reconectar esas fuerzas aparentemente inagotables y mandar al carajo cualquier indicio de debilidad, al final la música nos mantenía poseídos dentro de sus ondas y el alcohol cada vez más desinhibidos, así que el explosivo final que nos fueron guardando nos cayó como perlas para festejarlo con un salvajismo hermoso e incluso fraternal.

Las cruxes

Ya en calorcito y con el sudor picando los ojos tocaba el turno de las cruxes, rápido, seguramente por qué sabían lo sagrado de avivar ese trance nocturno para los que nos amontonábamos allí, así que ni siquiera nos dejaron despertar completamente del estupor cuando sus seis integrantes arrancaron al unísono; el escenario no era suficiente para todos ellos pero eso no importaba, a estas alturas nada lo hacía, sólo ese sonido que salía de esos instrumentos y que se conjuntaba para ayudarnos a perseguir quién sabe qué cosa, y aunque no lo supiéramos con seguridad en aquel instante estoy seguro que era algo parecido a un grito con los ojos cerrados, a un estado lúcido de euforia. A los miembros de Las Cruxes pudimos entrevistarlos antes de que empezara el evento, y a pesar de ser una banda que mezcla miembros de México y E.U. y que ya están más que acostumbrados a estar dando el rol por los dos países fueron lo bastante humildes al contarnos su historia; creo que hay bandas que muy aparte de los extraordinarios músicos que puedan llegar a ser cuenta de igual forma la manera en que transmiten sus respectivas perspectivas; unos músicos sin pretensiones siempre serán más interesante de observar por qué no están delimitados por el ego, y no me equivocaba, todas las canciones fueron una delicia. Artistas con años de trayectoria, no sólo como banda sino también individualmente, todo ese recorrido que han tenido se notaba; sus melodías se sienten como un puñetazo en el rostro, cada instrumento se entreteje uno con otro sin descanso para no darle oportunidad alguna al silencio, las dos voces de igual manera mantiene vibrando a este rock punk sin piedad pero sin ser protagonistas, una herramienta más que se suma para reventar cerebros, hay nostalgia también en sus canciones pero ésta se siente más como un eco, hay poco tiempo para la evocación cuando uno está tan ocupado tratando de reconocerse en esta avalancha de sonidos, lo que me funcionó a mí después de un par de canciones fue soltarme sin discusiones para hundirme todo lo posible en la noche, en la cerveza, en las personas, en cuartos semi oscuros, en la música y ahogarme justo en ese momento en donde ya es imposible definir cualquier cosa, y es justo por eso que todo se siente tan jodidamente verdadero.

El Cuervo de la noche.

La madrugada entonces se volvía más brillante, más borrosa también y los entusiastas que sobrevivíamos todavía no teníamos suficiente aunque los cuerpos sudorosos ya se tambaleaban de aquí para allá; aquello había sido un atascón memorable y no queríamos renunciar sin dar una pelea digna, aunque se corriera el riesgo de hacer el ridículo en el intento. Lo que vino después para enterrarnos de una buena vez fue una combinación entre guitarra y batería que no dejó apagar ese incendio, y no había forma de agradecer tanta suerte que tocar fondo de una vez, total, son raras las ocasiones que se puede llegar tan profundo. Estos chicos locales a pesar de tener relativamente poco de tocar estuvieron a la altura sin inmutarse si quiera; usando una gama de loops psicodélicos atraían a las personas esparcidas por allí para que se unieran al remate, un recorrido orquestada con riffs y sólos de batería que se intercalaban y se unían sin perder el ritmo de esa marcha vivificante y también fúnebre a la vez por qué ya se presentía el final de velada, así que los que quedábamos no desperdiciamos segundo alguno y los acompañamos hasta el final con lo que nos restaba de cordura y equilibrio; los integrantes de el cuervo del desierto nos han platicado que su alineación no es premeditada pero que les ha funcionado bien, y para ser tan sólo dos instrumentos junto con la voz a mí me han sonado igual de envolventes que cualquiera de las bandas anteriores.

Acá les dejamos el link de la galería en instagram (la de Facebook la subimos en un ratingo) junto con una pequeña lista de reproducción para que escuchen a todas estas bandas. Espero que pronto nos inviten de nuevo al Callejón, igualmente que pronto podamos ver en vivo a cada uno de estos grupos de nuevo, ha sido una experiencia bien gratificante y si ustedes tienen la oportunidad de experimentarlo aquí o en donde sea no lo duden ni un poco, aquí puritita música emergente de calidad. Nos vemos pronto en la próxima tocada y ya lo saben, ¡salú!

Fotografía y texto Armando Castillo.

https://www.instagram.com/caperuzomx/

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