A todos nos gusta ir a conciertos y ver a nuestros artistas favoritos en acción. Sin embargo, de alguna manera uno podría sobrevivir escuchando en casa sus discos. A pesar de esto, existe un par de géneros en particular que creo es obligatorio presenciar en vivo: el noise y el drone. En lo personal, pienso que este tipo de “música” no puede ser digerida en toda su gloria a un volumen alcanzable en casa. Soy de la idea de que oír noise y drone en audífonos, computadora e inclusive bocinas de no buen tamaño es criminal, un estilo que es más bien una experiencia auditiva debe presenciarse en vivo, con gigantescos amplificadores para poder ser digerido en toda su esplendor. Es por esta sencilla razón que nuca pierdo la oportunidad de asistir a un concierto de noise, aunque he de aceptar que desaproveché la última visita de Merzbow a Londres el año pasado. Comprometido en no cometer el mismo error otra vez, el martes pasado asistí a The Pickle Factory a la presentación de los maestros Nadja y de su acto de apertura, el dronero Otto Lindholm, en lo que se convirtió en una muy agradable velada de mucha distorsión y ruido de la más alta calidad.
Nunca tan populares como Sunn O))) o Earth, el dueto canadiense Nadja (que ahora radica en Berlín) son uno de los nombres más respetados en la escena del drone desde inicios del milenio. Considero que su aportación a la música experimental es importante, fueron una de las primeras agrupaciones en fabricar drone doom metal de fuerte carácter shoegazero. A partir de las enseñanzas de Nadja, otras bandas como The Angelic Process y This Will Destroy You, por nombrar sólo un par, adoptaron una idea similar. Además, Aidan Baker, la mitad de Nadja, tiene una importante carrera de solista, habiendo colaborado inclusive con el gran Tim Hecker en lo que se convirtió en uno de mis discos favoritos de noise/drone, también el año pasado Baker nos trajo una impresionante pieza de dream-pop, coldwave y noise en Delirius Things. Baker, al lado de su esposa Leah Buckareff, conforman Nadja, siendo un dueto muy prolífero, ya que nos han entregado un gran número de producciones de estudio y colaboraciones a través de los años.
El concierto fue anunciado por los promotores Bird on the Wire desde el año pasado, por lo que lo esperaba ansiosamente ya que sigo a Nadja probablemente desde el 2005. La cita fue en The Pickle Factory, un lugar en la zona noreste de Londres al que nunca había asistido. Este venue es propiedad de los mismos dueños de The Oval Space, un venue de mayor capacidad que se encuentra cruzando la calle. The Pickle Factory era efectivamente una fábrica de pepinillos en el pasado, ahora ha sido acondicionado como un venue para la escena alternativa. Es un lugar verdaderamente acogedor, con techo de madera, una pequeña barra y sorpresivos sillones y plantas. Algo muy interesante es que, a pesar de ser un lugar pequeño, más pequeño que por ejemplo The Underworld, The Pickle Factory contiene un escenario más grande que el de otros lugares, como The Underworld. El escenario es magnífico, con muy buena iluminación que sin duda dio el toque final a esta agradable velada.
No estoy seguro si éste fue un sold-out, pero The Pickle Factory parecía estar completamente lleno. En este tipo de conciertos siempre es interesante notar la gran variedad de gente que conforma el público, desde hípsters experimentales hasta stoner-metaleros con playeras de Sleep, pasando por gente mayor conocedora del arte abstracto y moderno. Aparentemente los organizadores pertenecían al segundo grupo, pues las canciones de Om no se hicieron esperar mientras las bandas se preparaban y se podía ver a Leah Buckareff moviéndose al ritmo de “At Giza” en la mesa de mercancía.
Otto Lindholm abre la noche de ruido con una gran presentación. Nunca había escuchado el sonido de este músico proveniente de Bélgica, pero se me hizo de lo más interesante: ¿Han notado que cuando un contrabajo es tocado muy lentamente suena como drone? Gente ha utilizado esta idea para tocar el instrumento como si se tratara de doom metal, por ejemplo Chamber of Sorrows, proyecto del que ya no se sabe nada, pero, ¿por qué no conectar entonces el contrabajo a un montón de pedales y electrónica para tener mayor diversión? Esto es lo que hace Otto Lindholm, y lo hace muy bien. Esa noche pintó The Pickle Factory con un montón de vibraciones y sonidos de baja frecuencia que sonaban a nada más que melancolía. Aunque aparentara que la improvisación jugaba un papel importante, Lindholm en realidad toca secciones importantes de música clásica que son luego distorsionadas al pasar por la electrónica. Créanme que aquel sonido era de lo más orgásmico para nosotros los seguidores del drone, la música más lenta y de frecuencia más baja que existe.
Después de la excelente presentación de Lindholm, Nadja prepara su equipo. Como buen matrimonio, Leah and Aidan comparten la mesa de pedales y electrónica. Algo que se me hizo muy interesante es la naturalidad de esta pareja: Nadja no usa un número ridículamente grande de pedales, son en verdad pocos si se les compara con las pedaleras de otras bandas del género. Por desgracia del destino no soy músico, pero noto que Baker presenta una guitarra de cuerpo pequeño, contrastando con las gigantescas guitarras que suelen usarse en el género. Nadja comienza con mucha distorsión pero a la vez con sonido ambiental, enseguida, Aidan Baker enciende la tan característica drum machine a ritmos lentos de doom metal. Nadja tocaron en su tradicional postura con Aidan tocando frente al público y Leah, en el bajo, dándole la espalda al público, un movimiento que aparentemente han adoptado desde hace mucho tiempo. Nadja entregó un excelente sonido, es impresionante cómo la gran distorsión y el ruido se mezclan con agradables efectos shoegaze para generar un sonido verdaderamente hermoso. Uno podía ver cómo varias personas del público simplemente cerraban los ojos y se dejaban sumergir en el mar de sonido. La atmósfera fue ayudada por las luces led de The Pickle Factory, algo que no es muy común en los venues. No tengo idea de qué tanto Nadja esté improvisando en el escenario, uno puede detectar clara coordinación entre Leah y Aidan, quienes toman cambios dirigidos por la drum machine.
Lo único que no fue totalmente satisfactorio para mí fue el volumen. Cabe resaltar el hecho de que Nadja no llevó sus amplificadores, de hecho no sé si salgan de gira con ellos, todo el concierto se llevó a cabo con el audio de The Pickle Factory, el cual es muy bueno, pero para la naturaleza del concierto en verdad esperaba algunos decibeles más. Tal vez no esperaba sentir el golpe del sonido en mi pecho como cuando vi a Sunn O))) en vivo, pero sí me quedé con ganas de un sonido que nos consumiera más. No es la primera vez que esto sucede, el año pasado Belzebong se presentó en The Underworld y el volumen era bastante bajo.
Fuera de mi necesidad por torturar mis oídos con más decibeles, este concierto fue impecable. Creo que todos los presentes quedamos impresionados con las presentaciones de ambos actos quienes recibieron una gran ovación por parte del público. Creo que todos pasamos una excelente velada en un lugar bastante acogedor disfrutando de música experimental de la más alta calidad. Nadja es una de esas bandas que en verdad me gustaría ver en el lineup del festival Nrmal, no creo que sea un sueño muy distante…
-PABLO CUSTODIO