Haremos aquí en Caperuzo otra parada técnica en nuestro recorrido para mostrarles las distintas propuestas del Marvin, las diferentes facetas, sonidos, evocaciones mentales que pueden adquirir más texturas si escogen los escenarios correctos para conquistar ese desenlace ideal, el clímax musical que se convierte en catarsis; acá hay senderos de sobra para llegar allí, nosotros los ayudaremos para que los exploren con mayor facilidad y tomen la mejor decisión para que tengan un día irrepetible.
Texxcoco son garajeros de corazón de allí sube y baja la cosa; desde la primer canción que escuché hasta la última antes de hacer la debida investigación para ofrecerles a ustedes todo el contexto posible me parecía que esta banda nos visitaría desde los Estados Unidos pero no, y no es que esto necesariamente sea algo malo (por lo menos sé que no lo es si estamos hablando de música) su sonido pareciera salir de las mismas fauces turbulentas de el underground noventero revolviéndose entre acordes, percusiones y gritos con surf, noise, punk y grunge. Es una fusión que demanda inmediatamente atención y que seguramente no necesita de tantos calificativos como los que he usado para definirse; las melodías nos transgreden en ocasiones desde la primera nota, de igual forma la voz no duda en desgarrarse súbitamente para enfatizar esa furia inherente y les funciona bien, tan bien que no dudan desprenderse de estos encasillamientos para convertir su creación en alguna balada que aterriza bien y pausadamente la estridencia con la que comenzaron, y que así como llegó no tardará en desaparecer en otro arranque melódico, impredecibles y mucho más en vivo pero balanceados, sobre todo por qué cómo escribía al principio hay una aura noventera que armoniza todas sus canciones sobre todo para cualquier adicto a la nostalgia; poseen una crudeza y un desenfado genuino que evoca viejos tiempos, mejores.
Estos chicos nos visitan desde España, más concretamente desde Las Palmas de Gran Canaria en donde están revolviendo la escena de raíz, tanto así que en el paso de tres años han tenido más de cien presentaciones y después de tanto ejercicio casero por fin dejan el viejo continente para experimentarse con audiencias nuevas, aunque estoy seguro descubrirán que son igual de entusiastas; dense una vuelta a esta propuesta para el Marvin si gustan de sonidos un poco más agresivos a lo acostumbrado, o no, hay un balance que hace que esta banda pueda ser disfrutada por la mayoría de la audiencia energetizándolos de paso, no pueden dejarla ir del país sin escucharla y estoy muy seguro que por allí andaremos entre la multitud para mover la cabellera hasta que lo cuellos se entuman.
Por Armando Castillo.