En mis más recientes pensamientos he llegado a la conclusión de la importancia musical de la década de los ochentas; las múltiples vertientes y diversificaciones que se apreciaban en los finales, terminaron de darse forma en plenitud de a mediados de los ochentas. Las nuevas tecnologías acercaban a nuevos sonidos, o técnicas para emplear, a esos chavales ochenteros para experimentar y gestionar un identidad musical única e irrepetible. En el año 1985 Sonic Youth, era una de las agrupaciones con más renombre dentro de los efímeros mundos del underground,  empezando hacer parteaguas de una nueva generación de tal estirpe; navegando contra corriente dentro de los dogmas estabilizados en las listas de popularidad y creando prototipos de nuevas tendencias musicales. Fue a finales de 1985 (noviembre para ser precisos) cuando los escoceses: Jesus & Mary Chain, decidieron tomar base y forma a estos nuevos sonidos rasposos, fachosos y desajustados; los hermanos Reid (Jim y William) fervientes amantes de los efectos de distorsión y eco, desafiaron la capacidad auditiva de los escuchas con Psychocandy, su primer larga duración, marcando una nueva revolución musical. Con tintes rítmicos del mítico Post-punk, pero dejando todo el peso a las altas frecuencias de distorsión que proporcionan las chillantes y estremencientes guitarras, mostrándose tan desgarradoras como las letras, sin vida y sin intención de querer estarlo. Hoy en día Psychocandy, es considerado como el cimiento del género creado años después por My Bloody Valentine con Loveless: Shoegaze; y a Jesus & Mary Chain, como la agrupación pionera del movimiento independiente británico, que empezaría con un desbordamiento de talento en las siguientes décadas. Este próximo sábado 17 de noviembre, los hermanos Reid nos encadenan por primera vez en una nueva edición del Festival Corona Capital.

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