Es difícil ser completamente objetivo con un festival de las dimensiones del corona capital, sobre todo por qué ha crecido junto con nosotros en el transcurso de los años y sin duda nos ha dado la oportunidad de escuchar a bandas de talla internacional en conjunto; aunque también es sencillo para los más veteranos olvidar que es necesario que vaya mutando para satisfacer en su mayoría los gustos en turno, estos pueden que ya no nos pertenezcan en su totalidad o que no sean completamente de nuestro agrado pero es una realidad que habrá que aceptar e intentar ver el panorama completo; como festival sigue siendo un monstruo con la capacidad de convocar a miles y miles de personas y que todavía en estos días trata de mantenerse ecléctico para que todos tengan la oportunidad de pasársela bien con sus bandas de elección, y creo que al final del día en lugar de gastar energías comparándolas unas con otras lo verdaderamente importante es dedicarse a disfrutarlas y dejar que los demás hagan lo mismo.

Empiezo así por que en esta edición vi una línea muy marcada del público que asistió, jóvenes y adultos girando por los escenarios con inclinaciones muy distintas entre sí, tal vez la misma edad fue la que me hizo darme cuenta; alguna vez también fui un adolescente repleto de energía que se colaba en las primeras filas a esperar por horas, brincando y gritando sin parar entre empujones y aunque ahora también lo intento, lo hago con mucha más moderación por que de por sí las consecuencias ya son devastadoras los días siguientes, supongo que sin darme cuenta he pasado a un grupo más conservador que prefiere llevársela con más calma, un chavoruco mas por elegir algún calificativo, y como tal elegí darle preferencia a bandas con más trayectoria como Sparks, the Jesus and the Mary chain, Chemical Brothers, Mercury Rev, Nine Inch Nails y New Order, pero sin intentar dejar de ver propuestas nuevas que están siendo parte de la metamorfosis en la industria en estos días como Gus Dapperton, Shannon and the Clams, Børns, Pond y Superorganism, me hubiera gustado reseñarles mas propuestas pero cómo escribía, tenía que conservar mis pocas energías. Acá un poco de lo que fue nuestro recorrido en el corona capital 2018.

La cerveza nunca faltó y aunque en un principio funcionó de maravilla el sistema cashless, entrada la tarde recargar se volvía una pesadilla, lo cual era lógico sabiendo de antemano que se juntan cien mil personas a ponerse una borracherísima masiva, si se hacía todo el proceso desde temprano no había obstáculos que impidieran ponerse una buena intoxicación etílica. Aclarando esto y ya con cerveza en mano nos formamos sin problemas hasta adelante para ver a Gus Dapperton, una banda americana que apuesta por usar mucho synth, con influencias marcadas de dreampop pero sin dejar de hundirse esporádicamente en un folk medio tristón; una combinación que seguramente no será tan popular hoy en día pero que despierta una nostalgia placentera para los amantes del género, eso y el excentricismo de la banda en vivo hicieron que fuera un excelente te comienzo para la devastación, después Pond en el mismo escenario, que en mi opinión fue una de las mejores presentaciones que vi este fin de semana, y aún el día de hoy me sigo quejando de que los acomodaron muy temprano para todo el talento que representan, pero bueno, desde Australia es una de las bandas más populares del movimiento psicodélico actual y nos ofrecieron un show tan demente que sin duda alguna ayudaron a exponenciar los efectos psicoactivos de cualquier acompañamiento que se haya elegido usar, o ya por lo menos a emular un poco sus efectos con una ola imparable de requintos y sintetizadores.

Después Sparks y todo tranquilo, sentados en el pasto, comiendo pizza y disfrutando toda esa teatralidad tan natural con la que estos veteranos de Estados Unidos manejaban a los asistentes, con mucho baile y desfile en la pasarela incluidos, de ahí al ‘Levis tent’ mientras bajaba el sol a ver a Shannon and the clams en lo que podría decir que fue un concierto que desencajaba totalmente con todas la propuesta a que el corona nos tiene acostumbrados, y por eso mismo se sintió como una bocanada de aire fresco; garaje/surf bien teñido a la antigua tenía a todos bailando en una atmósfera lúgubre en el que uno podía perderse entre la multitud eufórica con confianza y que no paró hasta la última nota.

Ya de noche decidimos vagar un poco antes de Jesus and the Mary chain e intentar llenar el tanque, y en cuanto por fin nos íbamos acercando noté la diferencia de edades de la que hablaba arriba, en general éramos gente más bien ‘grande’ que se tomaba su espacio para disfrutar y bailar con esta banda de culto escocesa con más de treinta años de experiencia y que nos ofreció una recorrido impecable por toda su trayectoria, por lo menos hasta que los fanáticos de Lorde empezaron a empujar desde atrás buscando un espacio incluso antes de que los ‘Jesus’ acabara de tocar lo que propició una guerra generacional que resultó muy entretenida, al final los ‘chavorucos’ sacaron la casta organizándose entre todos y les impidieron dar un paso más en una memorable unión de esfuerzos. 

Para finalizar amigos los Chemical Brothers, la cereza del pastel de un día cansado pero inolvidable; decidimos posicionarnos justo a la mitad del escenario para apreciar los visuales y esa ha sido una de las mejores decisiones que he tenido en mi vida últimamente, no quiero alargarme así que sólo voy a decir que son unos jodidos genios, la manera en que mezclan sus canciones en directo hacen que sea una experiencia realmente inconcebible hasta que se está allí dejándolo todo en una inmersión conciliadora de hora y media, sus transiciones, el escenario interactivo, la vibra de la gente que se desvive también, por qué estando ahí por más apático que se considere uno es imposible resistirse al rito del baile, al final es difícil de explicar pero es de esas bandas que después de verlas aún persiste un sentimiento uniforme que sobrepasa cualquier otro pensamiento, un lugar feliz que se sostiene aún días después, si tienen la oportunidad de verlos en Mayo no lo duden ni un segundo, y ya para finalizar el sábado Robbie Williams de muy lejos pero por lo que apreciamos en las pantallas es un genuino showman y nos salieron del corazón un par de canciones que cantamos con gusto embriagados por las emociones del día y la cerveza.

Pasemos al domingo, totalmente desechos y con resaca decidíamos probarnos una vez más, a veces abruma pensar en toda la experiencia que involucra un corona capital y es fácil olvidar que por más ansioso que uno se sienta, al final, en todas las ediciones que he estado uno sale satisfecho a pesar de cualquier imprevisto. Llegamos tarde pero dispuestos a gastar las energías que nos quedaban directo con Superorganism que con sólo un álbum ya está dando una gira mundial sin aparentes complicaciones, y es fácil ver el porqué, su indie-pop mezclado con visuales saturados de vapor wave contagiaban un sentimiento de júbilo desde que empezaron con su primer nota, y aunque mis gustos son totalmente opuesto era agradable ver cómo el ‘levis tent’ se llenó totalmente de gente que se disfrutaban entre saltos y gritos, coreando todas las canciones de esta banda londinense, después de que terminaron fue un poco doloroso ver cómo se vaciaba completamente y quedábamos muy pocos para ver a Mercury Rev, una banda con sonidos muy ligados al shoegaze, un poco lento y trsitón pero que se dan su tiempo para armar una progresión que se iba llenando de matices hasta que finalmente casi al terminar alcanzaron una psicodelia explosiva; pocos o mucho allí, fue una de las mejores experiencias de este fin de semana, sentir en carne propia esa ascensión de sonidos hasta que el clímax estalló por todo lo alto también resonando dentro de nosotros para cerrar con broche de oro un concierto que lamentablemente pasó algo desapercibido.

De allí nos movimos al escenario continuo a aflojar el cuerpo con el duo electrónico alemán Digitalism, pero una mala estrategia de posicionamiento nos dejó justo al lado de las bocinas, el bajo retumbaba ferozmente rebotando el sonido en las entrañas lo cual se convirtió en mitad gozo y mitad un ejercicio de resistencia, aún así no estuvo mal, cuando cuando nos íbamos alejando la música empezó a distribuirse mejor y aunque fue poco pudimos apreciar con todo su potencial el talento de estos dos ‘DJs’, para este punto la gente ya se encontraba en un estado de euforia por doquier y era fácil contagiarse de esa emoción sobre todo por que ya se avecinaba una de las bandas que he esperado ver con más ansias en toda mi vida, Nine Inch Nails, llegamos a su escenario cuando finalizaba The War on Drugs la cual me han dicho varias personas que fue una de las mejores presentaciones del festival de este año (si hay alguien por allí que pueda relatarnos su experiencia de ésta u otra banda que no hayan estado en esta reseña son bienvenidos), decidimos pasar la siguiente hora esperando lo más cerca que pudimos para ver a esta banda americana, precursores del género industrial en los noventa, un sonido oscuro y repleto de brutalidad que se extendió paralelo al grunge y que esta banda lo ha explotado hasta sus límites por treinta años, desde el salvajismo gutural de sus primeros álbumes hasta llegar a crear un sonido completamente existencial, letras devastadoras, ambientes con la capacidad de hundirnos de golpe en la miseria más conciliadora y esos estallidos tan distintivos que nunca cesaron, sólo se fueron refinando en la perturbadora visión de su creador Trent Reznor; el concierto fue exactamente eso y mucho más una mezcla entre inmersión y furia, y así como en Chemical Brothers la catarsis se sintió como usar esos sonidos para llenarse acá la intención fue totalmente opuesta, vaciarse entre gritos y empujones, aplastado entre la multitud feroz que buscaba lo mismo entre alaridos, dejar esos sentimientos junto a la voz de Trent y el resto de la banda que usando toda clase de recursos nos facilitó cumplir esta tarea, al final cerraron con hurt una canción regalada y que popularizó el difunto Jhonny Cash y que se sintió como la manera más oportuna para finalizar, y como dice título se sentía ese dolor por que para mí no sólo anunciaba el final del concierto sino también el de una era, una espera que llegaba a su fin y una despedida repleta de sentimientos encontrados.

Casi acaba el corona capital y en silencio a New Order, lo que restaba de ellos, tratándose definir esa maraña de sensaciones pero no por mucho por que aunque vimos poco esta banda de culto inmediatamente empezó a acaparar todos nuestros sentidos, escuchamos cinco canciones incluida un emotivo ‘love will tear us apart’ dedicado a la memoria de Ian Curtis y de Joy Division junto con algunos de sus éxitos, toda la gente presentía el final así que se sentía una vibra de concordia por doquier, todos bailando, brincando, abrazándose, sonriendo incluso a los extraños que pasaban mientras esos sintetizadores tan icónicos sonaban de fondo, fue un buen contraste saber posible que se puede recorrer tanto dentro de uno mimo sólo con la ayuda de la música y las personas que nos rodean pasando de es necesidad de liberarse hasta aquella de sentirse pertenecido, todo en cuestión de horas, ya no hay no hay mucho que decir sino que ni de cerca hubiéramos imaginado un día así, con un cierre de esta magnitud, todos dispuestos a sanarse aunque sea un poco más mientras se bailaba con los ojos cerrados. Pudimos haber ido a Imagine Dragons pero estábamos más que satisfechoys, así que nos reunimos con los amigos que faltaban y nos tiramos cerca de un expendio de cerveza a beber e intentar soltarlo todo, no hubo mejor final que éste.

Texto por Armando Castillo 

Ftografías grupo Caperuzo

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