Hace ya casi un año cubrimos una tocada en el Callejón bar pionero de le escena en la cuidad de León en donde escuchamos por primera vez a las Cruxes junto con Carrion Kids y los Honey Rockets, una noche que sin duda y a pura fuerza melódica nos abrió el panorama de lo que se estaba cocinando en las entrañas underground del país; una noche salvaje repleta de excesos y que paralelamente coludía con los sonidos de estas tres bandas que se podría decir que parten de la escena de aquel ‘rock’ tradicional tan masticado para convertirlo cada quien en sus propias versiones mutantes contemporáneas, llevarlo cada quien a sus diferentes extremos, puede que varíen en varios aspectos entre sí pero sin dejar de compartir una agresividad implícita, con una capacidad innata para colocar a todos en un estado de euforia y que en aquella noche aumentaba en intensidad mientras más nos hundíamos en la madrugada. Las Cruxes es una banda que gira alrededor del ingenio creativo de Yayo Trujillo quien fuera integrante de Pastilla, y que junto con varios conocidos formaron un colectivo al cual se iban sumando cada vez más artistas quienes iban aportando toda clase de sonidos extra al proyecto, aquel día en el Callejón ni siquiera cabían en el escenario, uno de sus integrantes tocaba justo dentro el remolino de gente que hacía slam y que agitaba su cerveza al comando de la estridencia sin que esto interrumpiera su trance musical en ningún momento, de ahí partió nuestro gusto por esta banda de Los Ángeles que busca condensar todas estas visiones en un descarrilamiento común, esa destrucción intencional se la turnaban con gozo cada uno de sus protagonistas y para nosotros fue sencillo dejarnos contagiar entre la muchedumbre eufórica.

Este EP titulado ‘Ha, Ha, Ha’ no se aleja de esta primicia, al contrario nos adentra más a esta zona experimental en donde el panorama musical se extiende en un vaivén repleto de distorsión, un estilo que toma un poco grunge, shoegaze, punk y que satura cada espacio con una cadencia que podría conducirnos a una explosiva conclusión y sin embargo se sostiene en el clímax, un demente ejercicio de cuerdas que se retroalimenta entre sí.  Creo que el objetivo final de este EP de las Cruxes es ofrecernos una confusión totalmente intencionada que se va desenredando con cada vuelta que se le da, como un hilo de cordel que no sólo va desnundado este propósito sino que nos permite descubrir esa complejidad bien persuadida detrás de la distorsión; los coros fundidos en la melodía, los requintos que surfean dentro de esta ola melódica, todos los elementos confrontándose dentro de la misma frecuencia arrastrándonos por un hermoso proceso de devastación.

Conforme se acaba el EP se va silenciando también esa intención explosiva, la bruma sonora se limpia y diversifica para dejarnos apreciar esta nueva faceta que da por terminado de manera opuesta el recorrido; un viaje descendente hacia esta revelación que dura seis canciones y termina con una epifanía que habrá que ir puliendo hasta la última nota y que seguramente nos dejará con ganas de experimentarnos más de una vez en esta nueva propuesta.

Por Armando Castillo

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