Ya ha pasado mucho tiempo desde que Almodóvar nos sorprendió con “la piel que habitó”, ahora el español regresa con tal vez la mejor de las cintas de su filmografía, no queriendo demeritar nada de lo ya hecho, en esta ocasión el cineasta logra llegar a un público que probablemente no habría llegado con alguna otra, esta vez si se podría decir qué hay un antes y un después en la carrera del español.

Una historia que refleja una suerte de biografía sobre el propio Almodóvar, contado desde el drama sin caer en la tragedia, una historia de reflexión con una trama sumamente digerible, personajes bien plantados en sus temores más profundos, otro acierto es que en un solo largometraje logra contar un par de historias paralelas que coexisten en una misma sin desvirtuar una a la otra, Antonio Banderas nos demuestra sus alcances actorales que hace mucho tiempo no mostraba en la pantalla, entiende cómo debe desenvolverse, Penelope Cruz es muy natural por la propia mano del director, visualmente es enriquecida por imágenes que evocan sensaciones, y que sirven además de paisaje como un personaje más.

Pedro Almodóvar logra subir algunos escalones como director, una historia nostálgica, contenida, pero muestra la debilidad humana, su conflicto y su redención y que sirve de argumento para contar una gran historia fílmica que llega a ser muy creativa y personal, que debe ser una de las mejores del año por la experiencia que es.

Texto: Jesús Ortega.

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