Esta historia salió a los anaqueles en 1981 pero como libro, como toda historia de terror logra posicionarse entre el gusto del público con la discrepancia de que le gustaba a los jóvenes y con los los adultos provocaba malestar como todo en los 80’s(el famoso comité de la higiene moral), en aquella época el libro fue “vetado” del público adolescente/infantil lo que a la larga logró que su fama de voz en voz lo convirtiera en un éxito prohibido.
André Øvredal se encarga de llevar el texto a la gran pantalla todo producido por Guillermo del Toro, el primer problema con el que el espectador se enfrenta es con un terror/suspenso/asesinatos de época, si bien las historias llevan dosis de terror su construcción como adaptación en largometraje es donde flaquea, se siente una atmósfera que puede ser apreciada en la fotografía, el montaje de las escena tiene un tiempo de respuesta que logra guiar al espectador durante toda la historia, las actuaciones se manejan desde un punto de referencia cultural en el momento en el que transcurre la cinta, los actores se complementan bien unos con otros y se prestan a que no se vacile ni decaiga la trama. Un punto verdaderamente álgido de toda la película es lo arriesgado y bien trabajado que está el arte de la cámara, las tomas y la fotografía son verdaderamente atractivas y sin caer en las comparaciones esta producción logra poner al espectador en el punto que otras historias que en los 70’s y 80’s provocaban que los asistentes a las salas durmieran con las luces encendidas.
La colaboración Øvredal con Del Toro logra provocar malestar en el espectador sin ser gráficamente violenta ni sangrienta, mantener el suspenso, pero aunque no llega a ser realmente aterradora, tiene sus momentos de rompimiento, mantiene la atención y entretiene, cosa que con el acontecer de la realidad es difícil que el cine nos cuente historias que nos provoquen más terror.
Texto: Jesús Ortega@CineDeception