Todd Phillips tuvo la encomienda de contar una historia donde el príncipe del crimen de Gotham pudiera desarrollarse sin tener la sombra del caballero de la noche, a lo largo de los años hemos leído y visto como el “payaso” a descendido en el umbral de su insalubre estado mental y como a logrado corroer la ciudad con sus atrocidades.
Arthur Fleck es un proscrito no está en una condición donde pueda o tenga que estar recluido, pero no es lo suficientemente sano para desenvolverse en la sociedad, es un impedido social que trata de integrarse en una
sociedad en caída libre en la decadencia, Arthur poco a poco se desmorona, aquí podríamos declarar que se basaron en el “Killing joke” de Alan Moore pero es más la idea o la esencia de este arco que un homenaje o referencia, Joker tiene un génesis en el caos de Fleck auspiciado por el completo estado fallido en el que se ha convertido la ciudad. Algo por demás loable en esta narración es que por primera vez fuera del cómic nos llevan por todo el proceso de construcción de este alter-ego, vemos cómo se vuelve este símbolo de anarquía y caos como punto de referencia, Joker es el villano que no merecen, pero qué tal vez sirva para no hundir más el
entorno.
Philips y su equipo se esmeraron en contar una buena historia, lejos del fastuoso cine basado en personaje de cómics que hemos visto los últimos 11 años, la manera en que se aborda a este Joker lo deja lejos de cualquier comparación, los discursos que puede provocar son inexistentes porque es un personaje de ficción, ficción que fácilmente es superada por nuestra realidad.
Por: Jesús Ortega Cinedeception