Para la abuela:

En la vida me dan miedo muchas cosas, pero las constelaciones familiares me aterran, incluso más que la muerte. Me asusta que puedan descubrir secretos que no me he querido contar ¿qué tal si en medio de la constelación me pongo a llorar y descubro que añoro ese último viaje que hicimos a Xalapa con la abuela?, no quiero que nadie sepa que cuando estuve en el Lencero, aquella Hacienda en donde Santa Ana pasaría sus últimos días; la abuela se quedaría conmigo y sin querer nos veríamos en aquel espejo que me revelaría algo que no estaba lista para enfrentar.

En el reflejo, tus ojos estaban marchitos, ahogados y cristalinos, como intentando decir algo, tú tampoco lo sabías pero meses después descubrirían en tu cuerpo un cáncer letal que acabaría con tu vida. Todos trataron de comprender tu dolor, pero abuela el dolor no se comprende, nunca sabremos lo mucho que sufriste y lo dolorosas que eran las punzadas en el estómago, tanto que con todas tus fuerzas suplicabas que nos lleváramos a los hombres de negro que estaban en tu habitación. El dolor no te hizo alucinar, siempre creímos que esos hombres realmente existieron.

¿Y qué pasa si las constelaciones revelan que extraño a mi familia o a mi padre y madre juntos? ¿y si esa brujería les dice a todos que me rompí cuando mis padres si divorciaron y que dormía tanto porque la tristeza me hundía en arenas movedizas de las que nunca pude salir? Durante esos años el ballet me salvó, era talentosísima, podía pararme en puntas y tenía la gracia de un cisne recién nacido. Cuando tenía ocho años pasaba mucho tiempo sola, fue cuando mi madre tomó la mejor decisión para mí, y me inscribió a una escuela de ballet que se encontraba cerca de casa, a los diez podía ir y volver sola. A los doce fui bulímica (que nombre más feo para una enfermedad) y a los 15 me quise convertir en bailarina profesional. Mis papás nunca lo supieron pero deseé con todas mis fuerzas ser bailarina antes que escribir palabras que nadie leería. ¿Las constelaciones sabrán que mi vida se destrozó cuando me dijeron que no podía bailar?

¿Y si las constelaciones le dicen a todo el mundo que cuando tenía cinco años abrazaba el suéter de papá, mientras lloraba en la oscuridad? Desde entonces, qué miedo me ha dado el abandono, ¿puedes creer que a esa edad ya pensaba en la muerte?, en la mía y en la de mis padres. Los veía a ellos en un féretro, lleno de flores blancas con personas de negro al rededor de la caja. No sabía qué era la muerte hasta el día que mamá me hizo despedirme de la bisabuela, ella y yo estábamos heladas, recuerdo que le di un beso en la frente y me recargué en su cuerpo rígido, seguramente se sintió muy incómoda, aunque la bisabuela nunca fue de sentir. ¿Abuela, tu mamá se parecía a ti?, ¿será una maldición familiar que las madres destrocen sus hijas?

A diferencia de ti, yo siento muchísimo, es como si ese fuego generacional me hubiera tocado a mí y no a ustedes. Pobre de ti, abuela, debió ser un martirio tener que estar amarrada de las piernas, de la mente y de la boca. Mamá me contó que el abuelo las abandonó cuando tú aún tenías los muslos firmes, eras guapísima, tan guapa como María Felix, imponente, gallarda y mal encarada. El abuelo se quedó ciego ¿habrá sido ese su castigo? ¿crees en los castigos?.

Si cierro los ojos un recuerdo flota en mi cabeza; estamos todos juntos en el auto, suena Óscar Chávez, el sendero es estrecho, la luz nostálgica del invierno nos roza la cara, puedo sentir la humedad de los helechos gigantes y el olor de los árboles de café, más lejos se encuentra la entrada de la hacienda rodeada de naranjos. Dentro hay un pozo al que me puedo asomar porque mi papá me está tomando del brazo, lanzo un grito que resuena en las profundidades oscuras. La neblina está bajando y a lo lejos estás tú, sentada en el ciprés, contemplando algo que nunca sabré que fue. De esa hacienda y ese viaje, quedó una foto familiar y un terremoto que duraría una eternidad.

Fue en el 2001 cuando nos dejaste, era muy temprano, las ocho de la mañana quizá y a pesar de saber lo inevitable, la noticia nos destrozó el corazón. No recuerdo si lloré como ahora, pero si recuerdo a mi madre, muda y perdida, se quedó contigo hasta el amanecer sosteniendo tu mano, espero que durante esas últimas horas la hayas perdonado por ser cómo fue contigo. Desde ese día enloqueció y no volvió a ser la misma.

Ocho meses después mis papás se separarían, antes de tu partida podías contener la locura de mamá, después, ya no. Tu muerte dejaría un espacio imposible de reemplazar en nuestras vida; la separación de mis papás dejaría un espacio imposible de reparar en mí.

Abuela, tu hija me mandó a constelar ¿sabes qué es eso?, es como brujería para engañar a señoras ricas y mamá no es rica pero tú sabes que siempre le ha gustado engañarse. Te digo que es hechicería; unos desconocidos hacen un circulo alrededor de ti y actúan, como si fuera una tragedia griega, lo peor no es eso, uno de ellos, hará tu papel y tú tendrás que aparecer para decirme que eres feliz en el cielo, el lugar en el que nunca creíste ¿es cierto que te fuiste al cielo o te llevaron los hombres de negro que aparecían en tus noches más dolorosas? A todo el mundo le conté que mamá hizo un viaje trasatlántico en donde recorrió selvas y lagunas peligrosas llenas de cocodrilos y simios feroces para poder traerte un remedio mágico que tal vez te salvaría. La pócima te dejó viva mucho tiempo más del que auguraban los médicos. Nunca supimos si teníamos que agradecerle a la brujería o a la religión.

¿Qué pensarás de mí?, no me he casado y tampoco he aprendido ninguna de tus recetas, ni la de los chiles en nogada y tampoco la del arroz con leche que nos servías los domingos. De ti aprendí a comer castañas y a ser fría con mi madre ¿tan mal te caía ella? Estoy segura de que a mí no me soporta ¿sabes que he intentado todo para complacerla?, siempre fracaso.

¿Alguna vez mamá te pudo complacer a ti? Tu hija se convirtió en un monstruo insaciable, tiene un cuarto lleno de papeles viejos y zapatos nuevos, acumula todo desde tu partida, el polvo le nubló la vista y con el paso de los años se ha convertido en un ser inanimado e incoherente, ahora es, bárbara, torpe, hostil, alevosa; todo lo que no fuiste tú. Se quiso parecer a ti y no lo logró, por eso siempre la odiaste y te comprendo.

Abuela ¿y si las constelaciones te borran?, ¿y si me vuelvo loca después de reencontrarme contigo o conmigo?, ¿quién me va a salvar si me desmayo? o peor aún, si las constelaciones revelan ante miles de espectadores que llevo fantasmas agarrados de mis tobillos y otros tantos me trepan la espalda. ¿Qué voy a hacer si una bola de desconocidos descubre quién soy?, murmurarían, estoy segura de que lo harían. Las constelaciones y mamá están en mi contra, pero yo sé que tú estás de mi lado.

Texto: Ale Flores.

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