Por: Mafa

Soy del tipo de persona que significa todo lo que le pasa…

Hace años estaba muy triste por un casi algo, no sabía si ya mandar a la v… todo, o seguir fingiendo que las cosas estaban bien. Para un fin de semana con descuentos compré un librito de Literatura Infantil que se llama El gato asesino se enamora, de Anne Fine; en algún momento del texto, el gatito se da cuenta de que enamorarse es para perdedores, y que prefiere estar solo bajo el sol, cazando ratones, o alguna cosa así, la verdad no recuerdo, pero en ese momento todo cobró sentido.

Hace más de un año que estamos viviendo un evento de tremenda magnitud, y no termina de caernos el veinte. La gente hablaba de una nueva normalidad, de volver a la rutina; pero nadie ha querido aceptar que ya no vamos a volver a nada, tenemos que reescribir las maneras de hacer y ser. Reprogramarnos y entender que no hay paso para atrás. En el inter de que nos reprogramamos, tenemos que vivir duelos; así que durante esta pandemia he vivido montonal de duelos, todos fueron acompañados por material audio visual artístico, y/o comercial que han permitido sobrellevar no sólo la pandemia o el fin del mundo, sino la vida misma.

Cada una de las siguientes cinco recomendaciones fungieron de un detonante, como para aquel gato enamorado la literatura infantil.

(Y aunque me pidieron que fueran descubrimientos de este año, dos no son descubrimientos de este año pero ya les explicaré):

1.

Tengo la costumbre, que está buscando convertirse en tradición, el leer una vez por año una obra de teatro de Jorge Ibargüengoitia, que se titula Ante varias esfinges (1956). La pieza nos habla de un patriarca en el lecho de muerte que ha heredado frustraciones y traumas a su familia compuesta por la esposa, la hermana, dos hijas, un hijo, los nietos y los allegados políticos.

Esta obra me gusta porque cada uno de los personajes me ha ayudado a rebelar el enigma que resulta ser la esfinge-humano. Además del retrato que se hace de la triste realidad, a muchos niveles, en el que el patetismo resulta tan divertido que nos ayuda a sobrellevar la existencia.

2.

En 2020, recién empezado el encierro le di una oportunidad a Mad Men (2007-2015). Los primeros tres capítulos me parecieron pesados pero es en lo que entendíamos todo lo que ocurría, después de eso todo fue más digerible. En ese momento lo sentí como la lección que necesitaba para entender el machismo, un recorrido historiográfico de ciertas actitudes sistemáticas. La devoraba. La vi toda antes de que la quitarán de Netflix; la vi toda en menos de un mes.

Este año tuve la posibilidad de tener HBO Max “gratis” y descubrí que estaba la serie, así que como loca que soy dije: la veré de nuevo. Así lo hice, a diferencia de la primera vez, esta ocasión fueron otros los capítulos y otras situaciones las que me hicieron eco.

Porque yo creo en lo que dijo Heráclito:

“Ninguna mujer puede volver a ver la misma serie/película/música/obra dos veces, porque ni la mujer ni la obra serán las mismas”.

3.

Este año, como muchos, he vivido con mis padres; y tuve que readaptar mi forma de vida a la de ellos…, y a la de la ciudad. Me siento observada, un bicho raro del ecosistema. Fumona placosa que sus propios estigmas son las que no la dejen fluir, estaba peleando con eso cuando los algoritmos hicieron su chamba. En Spotify me salió, Toxicomania: El experimento mexicano (2021), un podcast con formato de radio novela en el que nos cuentan un poco sobre el Dr. Leopoldo Salazar Viniegra y su tarea durante la legalización de drogas, en 1940.

Durante ocho capítulos de 20 a 25 minutos, me sentí acompañada que además y motivada para realizar una investigación en la que pude conocer un poco de historia y datos interesantes que desconocía, ¡Bendita red!

4.

Hubo durante este caótico año, dos canciones que descubrí y me acompañaron a lo largo del año, repitiendose una y otra vez. La primera, Transeunte coraҫão (2015), de la brasileña Ava Rocha; y la segunda, Cambalache (1934), del argentino Enrique Santos Discépolo. Cada una me ayudó a pasar la desesperación por motivos específicos; una, el horror de terminar relaciones y entender que a veces las cosas tienen que mutar y, muchas veces, las mutaciones ya no se corresponden, y no pasa nada. “Não, não sou eu quem você ama, quem você procura […]”. La otra, no entender porque seguimos repitiendo los mismos errores como humanidad ¡Estamos condenados!: “Que el mundo fue y será una porquería, ya lo sé. En el 510 y en el 2000 también […]”.

5.

Y para terminar con las obras que me han salvado poquito, durante este fatídico año, el descubrimiento más reciente: Adventure Beast (2021). Una serie animada con clasificación 14+, que tiene como personaje principal, al aventurero y conservador de vida salvaje: Bradley Trevor Greive. Lo mágico de esta serie es que nos dan datos reales sobre la vida salvaje, mientras nuestro “héroe” es mordisqueado, picoteado y zangoloteado por diferentes animales. El proyecto es cobijado por American Human, Tasmanian Grizzly, Kapow Pictures, Mission Control y Netflix, esperemos que esta serie tenga muchas más temporadas igual de interesantes, divertidas y concientizadoras, al recordarnos que el humano es y será siempre un animal más en este ecosistema, y como tal debe adaptarse al ambiente y no viceversa.

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