No es sencillo empezar a redactar sobre un álbum que tiene bastante potencial para considerarse representativo en estos meses, con eso de que el año está recién arrancando, aunque se veía venir, porque a final de cuentas, Mala Suerte, es una mezcla que bien podría considerarse más un colectivo que una banda.
Los cuatro integrantes provienen de distintas agrupaciones que aunque difieren entre géneros, sí coinciden en la lucha de una búsqueda por consolidar un sonido propio, y sobre todo: un escena detrás de éste, desde Seattle hasta el corazón de la urbe en la capital; este álbum homónimo es un recorrido por bandas como Carrion Kids, Acid Tongue o Los Honey Rockets, pero con una personalidad propia, y aunque pareciera desinteresada y con una constante inclinación por exponenciar el ruido y el caos, es fácil darse cuenta que todos sus elementos están bien pensados y armonizan entre sí, para hacer más turbio ese estado de trance implosivo, música de fiesta, para perder y agitar la cabeza, pero también para soltarse en la transición y disfrutar todos sus acompañamientos.
Hablar de un género para definir a Mala Suerte es difícil, no hay uno que sobresalta, lo que se impone es la composición para transicionar de uno a otro, o bien, para mezclarlos sin que se pierda la esencia en el frenesí del clímax, entonces, entre el garage, la psicodelia, el hardrock, y sobre todo el punk, tenemos como resultado estas doce canciones que no pierden el tiempo en prolongarse para empezar a vibrar cuerdas, rápidas, crudas y de golpe, sin que se entretengan con tanto coro de por medio, vertiginosas de principio a fin, con gritos, historias de mala suerte y solos de guitarra para adornar esas ganas de destrucción.
Escuchar estas canciones de golpe, se siente como ir de bajada y acelerando en la caída; en definitiva un buen álbum que abre las puertas a una escena que está impulsando y moldeando a esas bandas que antes debían desarrollarse sólo en el uderground, hoy estos músicos con sonidos híbridos sin una única definición, están creando un movimiento fuera de lo que es considerado convencional, rompiendo las tendencias desde todos lados, y la evolución de ese proceso independiente que es bastante interesante de presenciar, y sobre experimentarlo en todas sus facetas.
Canción recomendada: Aquí fue realmente difícil escoger una, ya que todas tienen una personalidad propia para abordar los distintos estados de ánimo que se necesitan para encarrerase en una encomienda autodestructiva, habrá canciones más salvajes que coincidan mejor con el pico de la madrugada.
Pero: «¡ahuevo!», para mí, fue la canción que más me movió, no sólo por sus vibras garageras, por el alarido desgarrador de Miguel y porque todos los instrumentos se van alternando hasta rematar con el clímax, sino porque primordialmente la canción es un himno al auto convencimiento en esos momentos de flaqueza, en los que uno necesita fuerzas para agarrar aire…, esperando ahora sí tocar el fondo.
Creo que es un excelente soundtrack para motivarse y valer madre sin las molestas autorrestricciones. Les dejo.