La tarde del previo a la tocada ya se va sintiendo el frenesí crecer sutilmente al paso de las horas; no sólo hablo desde el punto de vista de la organización, que de por sí ya le añade cierto grado de estrés, sino la anticipación cosquilleante de que indudablemente algo va a reventar; sólo faltaba ponerlo en marcha, o convencerse por momentos que es uno el que le da inercia, cuando detrás se sabe que las noches cómo éstas se alimentan de la exaltación compartida, y sí, una vez que todo estuvo listo, las expectativas se iban alineando junto con las personas que ingresaban al lugar, la música empezó e hizo lo suyo para señalar la dirección; lo restante, lo liberador, lo inigualable de escuchar música en vivo es soltar el timón y dejarse arrastrar en compañía, un paralelismo en donde la narrativa se siente en las entrañas y el sentimiento va timbrando junto a la progresión de las notas hasta desbordarse, y llegar a ese punto en donde es necesario sentir a tumbos, empujones y golpes los demás cuerpos para reconocer el mismo, compartir la corriente. ¿Cómo caben tantas ciudades en un bar? Justo así, con un par de cervezas y el caos que emana de la ira con que estas cuatro bandas tocaron. Ni siquiera importó el atraso del evento luego de que hicieran bailar hasta las latas de cerveza con el slam que se engendró entre la multitud extasiada que cada vez se encendía más conforme se acercaban los aclamados Mengers.

La alienación fue diluyendo la incertidumbre al paso de las canciones, y el mismo contraste entre las propuestas nos daba más campo para experimentar diversas sensaciones a la par de la noche y de la parafernalia que cada quien le iba sumando. Empezando por Delinquere, banda del Bajío, que creció y le dio forma al ‘under’ irapuatense, con ya varios años haciendo crecer la escena con la visceralidad y crudeza de su propuesta, un post punk sin maquillaje, oscuro y rítmico que colinda en su desenlace con el punk, canciones para romperse el craneo y bailarle en el proceso; seguramente en este año ya le toca despegar por el detalle y empeño que le han puesto a su trabajo, y porque han particularizado de tal forma su estilo que difícilmente escucharán algo similar en algún otro escenario nacional.

Después Yell oh!, de la CDMX y también con una larga trayectoria no sólo como músico sino también como recolector de experiencias de la capital, diurnas y sobre todo nocturnas que es en donde nace, crece, se desarrolla y seguramente morirá el género del rock urbano, una de las auténticas joyas que nos dejó el extinto DF, y que ya ha cambiado tanto como la precariedad en turno, y tan poco como la forma de ejecución; un poeta y su guitarra, en este caso la poesía está más cercana al punk con todo y su intención transgresora, y de ahí ya viene después la reflexión, que igual también sirve como combustible, letras y acordes para prolongar la fiesta, pero sin dejar de ser el reflejo urbano de lo que sucede tras bambalinas de la imagen que nos pintan de la capital.

Seguimos con diles que no me maten, una banda que va encontrando su sonido con el mismo ritmo que les proporciona la noche, y que hacen de sus presentaciones en vivo un ritual hipnótico que se ajusta a cualquier escenario, y cuyo trance parte de lo interior con sutiles evocaciones sonoras hacia el clímax en donde coincide el ‘spoken word’ con una psicodelia que en su camino se va llenando de matices; recurso para darle tiempo necesario a cada uno de sus sonidos para que respire, repartiéndose el protagonismo, delimitando el trayecto para borrarlo de tajo con la repentina unión de cada una de sus partes, transformando también de paso el trance colectivo en la comunión, ofreciéndonos en el constataste dos opuestos que se complementan, un viaje de ida y vuelta para interiorizar cada detalle y exteriorizarlo cuando se une con las demás piezas, una experiencia que construye y ofrece varias facetas para intencionalmente despegarnos de la progresión acostumbrada; de la ausencia o el exceso de ésta.

Cuando escuchamos por primera vez géneros como el post punk, krautrock, psicodelia o incluso el rock actual, es de esperarse que nos encasillamos demasiado al esperar escuchar lo mismo de siempre entre los golpes secos del rock y el afilado rechinar del género psicodélico, al principio puede ser extraño acostumbrar nuestro oído a toda la orbe de babel con que estas nuevas bandas se atreven a mezclar sus sonidos, experimentando con sintetizadores y hasta instrumentos que en algún punto de la historia, nada tienen qué ver con el género que tocan, pero es verdad que uno progresa cuando rompe las reglas, y estas cuatro bandas llegaron para derribar todo orden, toda regla tradicional aplicada a la ciencia de la música, llegaron para atreverse a cambiar la historia del rock y el post-punk, y nosotros estamos aquí para recibir con la mente y el corazón abierto cada composición como lo hizo la multitud al aclamar a los cuatro vientos la canción de Outro de Diles que no me maten.

Y para finalizar Mengers, por primera vez en Guanajuato capital, aunque ya bien conocidos en el Bajío, ya que desde hace años aprovechan cada oportunidad para darse una vuelta por estos lados, y eso siempre se les agradece, por lo mismo acá en el medio hemos podido ser testigos de la evolución de su sonido, que con cada lanzamiento pareciera alcanzar la cúspide de su estilo, aunque para ellos nunca es suficiente, siempre hay alguna manera de que los instrumentos transgredan de formas distintas y más precisas, y eso también se les agradece; no hubo mejor forma de darle final a la noche con todo y con que ya se anticipaba el desenlace, sentir la magnitud del proceso siempre es estimulante y sorpresivo y no hay mejor manera de festejar que entregarse a la sonidos hasta que el cuerpo no pueda o las notas paren, el objetivo de Mengers es que no existan términos medios en esa transición que han construido.

Fuzz, garage, punk y lo que sigue, en una serie de ‘loops’ especialmente estructurados para enterrarse con cada vuelta, y que el revés inevitable vaya entumeciendo el cuerpo al compás del remolino, una banda que inevitablemente irá creciendo, no sólo por su propuesta que no deja de perfeccionarse sino por esa particular entrega al momento de componer, interpretar y compartir sus creaciones, por hacer de la música su camino y no un destino.

Una noche genuinamente sin igual que ya hacia falta en tierras guanajuatenses, un lugar de por sí que puede ser cuna para procesos creativos bien interesantes, pero que probablemente no han podido desarrollarse del todo en este aspecto musical, por su disfrazado pero siempre presente conservadurismo que obviamente no apoya este tipo de escena, pero bueno, es algo que buscamos cambiar, y traer propuestas como éstas que combinen con la magia intrínseca de la ciudad, que retroalimenten la inspiración, y se vuelva un lugar que reciba y que también se llene de este tipo de propuestas musicales, gracias a ustedes, a las bandas y a toda la gente que no deja de echarnos la mano para hacer este posible, pronto por ahí vienen algunas otras sorpresas por anunciar.

Texto por Viridiana Ibarra y Armando Castillo

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