Estamos bajo un techo que no se percibe como es hasta que las luces se encienden. Es antiguo, lógicamente el lugar también. Como muchos otros lugares en el centro de la ciudad de León, ‘el Callejón’ existe en una casona vieja de la calle Díaz Mirón, a pocos minutos caminando de La Calzada de Los Héroes.
Pasar por fuera es alcanzar a ver la entrada y un poco de lo que sucede en el primer patio, donde comúnmente se realizan conciertos tributo a bandas ya consolidadas dentro del imaginario musical mexicano. Ahí, se reúne cierta demografía que asiste con la intención de escuchar lo escuchado, de cantar lo ya mil veces cantado.
Pero al fondo, muy al fondo, pasando la barra, los baños y una estrecha puerta, hay un espacio que quizá, hace muchos años, supo fungir como habitación, baño, cocina, bodega o cualquier uso posible para los habitantes de aquella vieja casa. En ese espacio, oscuro por sus bajas luces y sus negras paredes, un pequeño escenario que se instala en el último recoveco del lugar, les da el espacio a músicos, artistas, personas con sueños e ilusiones musicales.
Este misterioso y emblemático lugar fue la sede de Vulnerable, un festival musical organizado de manera independiente por Caperuzo, la revista musical guanajuatense que, con paciencia pero a pasos agigantados, ha revitalizado la situación musical de nuestro estado. Para ello, hubo que reunir a doce bandas nacionales e internacionales, un trabajo nada sencillo, y repartirlas en dos días, exactamente el pasado viernes y sábado, 29 y 30 de septiembre.
Difícil resulta explicar el cúmulo y el crisol de sonidos, ambientes, sensaciones y atmósferas generadas por cada una de las bandas que se montaron en el escenario ‘del Callejón’ durante esos dos días. Delinquere, beyond the sadness, Saturnino, ven y mira, un perro andaluz, loft temai, sakura garden, natural tesla, te vi en un planetario, Andrú, Santa Madero (desde Perú) y babas tutsipopsupieron hacer de un festival íntimo y casi secreto en una celebración ritualista para los asistentes, que no sólo eran locales, sino que viajaron también hasta ‘la ciudad zapatera’ para poder ver en vivo a sus bandas favoritas.
La gestión y la música independiente que dio vida a Vulnerable, con la colaboración de el brillante y la asistencia valiosa e importantísima de la gente, generan un movimiento imparable que no empieza ni mucho menos termina acá: anima a todo un sector a seguir creando, a encontrar los espacios y las herramientas para que la música suene y retumbe adentro y afuera, cerca y lejos, aquí y allá.
Por Missael Delgado