Por Missael Delgado.
Pienso en Belafonte Sensacional como una música hecha a la medida. No como una banda, ni mucho menos un género, sino una música que te encuentra. No la buscas. Irrumpe. Asalta.
Al menos, es mi caso. Belafonte es como ir caminando por el barrio más chacal de tu ciudad a las tres de la mañana: no estás a salvo, cualquier cosa puede pasar. Yo entré a ese barrio haciéndolo ingenuamente: solo, con curiosidad, esperando la calma, la tranquilidad; y salí de ahí zarandeado, rebautizado, medio zancochado y con ganas de haber entrado antes.
Y para encontrar la raíz de mi iniciación hay que ponerse cursi e ir a los orígenes. Soy nacido en el 96, una generación que presenció el cambio del casete al cd y del cd al mp3 de golpe. A mis trece años ya taloneaba en el tianguis todos los lunes que tenía dinero los discos pirata, en especial uno donde vendían ska, reggae y rap. Ahí merqué el disco homónimo de La Trenza de la Abuela, de la Sekta Core “Infierno”, el “12 Vivos” de los Auténticos Decadentes, y toda la discografía del Salón Victoria (el original).
De la misma forma, acudíamos al mismo tianguis cada que había con queso las enchiladas a comprar revistas de graffiti.
Todo esto para explicar que al Belafonte lo topé en una revista llamada Tierra Adentro (https://tierraadentro.fondodeculturaeconomica.com/mapa-sonoro-2/belafonte-sensacional/) y que para descifrar como conseguí, hay que dar otro salto en el tiempo, esta vez más corto y ubicarnos en la universidad. Me tocó estudiarla en el segundo lugar más bonito de Leondres (el primero es el estadio, por su pollo), osease el Forum Cultural Guanajuato. Ahí, junto al museo, estaba Educal, una librería auspiciadapor el gobierno y que vendía libros y revistas a precios accesibles.
En la sección ultra barata, varias revistas de Tierra Adentro estaban exhibidas. Mi elección se vio influenciada primeramente porque el número abordaba el panorama musical mexicano, y al hojearla me topé con LNG SHT, rapero al que ya escuchaba. Entonces me pareció excelente parafernalia tener una revista donde apareciese un artista de mi preferencia.
La llevé a casa por cuarenta pechereques. Lo primero que leí fue la nota del rapero originario de Cancún. Su texto forma parte de un recorrido musical por el país, estado por estado, mostrando un artista o banda de cada lugar. En Guanajuato figuraba Robot Junkie Paradise y fue el segundo texto que leí, interesado en saber quién representaba mi lugar de nacimiento.
Es en este punto donde converge todo el choro de párrafos anteriores. Empecé a escuchar a los cantantes y bandas que la revista sugería. Pero no escuché a todos, sino los que fueron llamando mi atención. Así, sin haber escuchado nunca de su existencia, escribí “Belafonte Sensacional” en You Tube y como cuando pruebas la droga, no hubo marcha atrás.
¿Cómo poder describir lo que es Belafonte? Si cada video o canción que escuchaba le faltaba el respeto a la anterior, pero no de mala manera, no se me malentienda: existe una disrupción entre canción y canción incapaz de compararse con cualquier música.
Déjeme ponerle un ejemplo:
“Nadie me advirtió que aprender duele duro en la piel, dame un beso Juan Gabriel” es el desenlace de “Fuera del Amor”, al que la canción “Valedor” le contesta con un: “le traigo a toda la raza de la Warrior y de Iztapalarga no te metas con la banda pinche lacra ¿dónde está la policía del karma? ya murió” y que “Las Distancias” le contrarresta con un “Caminar para atrás es avanzar, y avanzar así es retroceder”.
De más está decirlo, pero soy un trastornado e inexperto consumidor musical. Estoy con ella todo el tiempo y le tengo harto cariño y nostalgia a los momentos cuando descubro algo nuevo que me atrapa y que escucho, re escucho y vuelvo a escuchar hasta el cansancio o hasta que me topo con algo novedoso.
No es que me aburra, sino más bien voy creando un acervo musical, al que vuelvo como a un buen libro de tanto en tanto para encontrarlo con nuevos oídos. Así es con Belafonte, a quien escucho desde entonces (casi 10 años) y al que pude topar en vivo parcialmente en un concierto que Israel Ramírez (aka Belafonte aka El Patrón aka Elmeromai) dio en Guadalajara junto a Lázaro Cristóbal Comala (otro genio) y donde pude darle un dibujo que hice de su rostro, el cual premió al dedicarme “Te hace falta Resistol”. Un concierto del cual escribí en mi blog (https://purapajapurayerba.netlify.app/lo-hice-por-el-punk) y que describe el show del Isra así: “La energía que desprende es la de 100 hombres y su show es la manera más pura que jamás he visto de hacer música. Debajo del escenario es persona, es barrio, es carnal. Una materia en la educación primaria sobre Belafonte Sensacional tendría más provecho que las clases de Cívica y Ética, por mucho.”
Ya sé que me fui de largo, pero para seguir hablando de estos maestros tendrían que ponerme su música, prenderse un gallo y escucharme. Por ahora, le paramos acá, añadiendo que sale sobrando decir que todo esto es una recomendación para acudir a todo el material de la banda chilanga disponible en la web, y darle el lugar que se merecen en nuestra cultura musical. Es tan grande su aportación, que leí por ahí serán parta del homenaje a José Agustín, que no necesita presentación y que recientemente se fue de esta realidad carente de sentido.
Termino este cotorreo elevando mis rezos para que pronto el destroy venga y arrase con la cultura mocha que impera (aún en nuestros días) por el bajío.