A continuación una pequeña historia caminera de una las bandas que con más devoción se han clavado en aquello de irle dando profundidad a su sonido; partiendo del rock clásico hacia una espiral descendente que continuamente los lleva a reencontrarse con rastros de lo que ya se ha hecho, y lo que ya se ha dicho.
Empezar desde las raíces es un camino que no muchos se atreven a emprender, en ese aspecto es más sencillo acurrucarse en las zonas aún llanas de lo experimental, si lo que se busca es innovar claro está, para Americojones pareciera ser una consigna auto impuesta por sus integrantes, no sólo una muestra corajuda de amor por el género, sino un estandarte que cargan a pesar de los obvios obstáculos ya previsualizados, aún así van bien, y se avientan a la aventura sabiendo que tal vez ésta es un factor de suma importancia para seguir alimentando el espíritu autodestructivo, y esas letras con las que algunos nos damos ánimos para no dejar romper el ciclo de la madrugada; rock and roll y decadencia, pero bien pensado, escudriñado entre ensayos, exhaustivo en teoría y destructor en la práctica, haciéndole justicia a esa dualidad entre estudio y escenario, canciones que navegan desde el fondo de la psique para golpear con una contundencia atemporal, allí donde la miseria se mantiene intacta.
El viaje de fin de semana fue exhaustivo; tal vez más para mí, ya que intencional e irresponsablemente quise conectar las tocadas de las dos ciudades sin muchas horas de sueño de por medio; primero Celaya en donde nos recibieron los chicos de Live Sessions en la FRTR y después Guanajuato en el Niño Caído, por su parte Americo, Máximo, Raúl y Sebastián no dejaron de entregarlo todo, con presentaciones que progresivamente iban poniendo en duda la sanidad mental conjunta, imposible no ponerse a la altura de las melodías que rítmicamente nos exigía un desprendimiento, sacrificando siempre el recato; el baile, el slam, el martillazo del cuello al compás del rasgueo, una hora, más, el público mientras queriendo prolongar el suceso, apretujados, con los cuerpos sudados y con el alarido a tope para que fuera reconocido y aceptado sobre el estruendo del riff.
Así, un poco de la experiencia Americojones, un favorito de por estos rumbos, música que compartimos cuando es mejor cantar en algún clímax nocturno que repetir las mismas sentencias de toda la vida, siendo aparte, un conjunto de personas que no sólo han ido forjando y forjándose durante años en la minuciosa escena nacional, sino que también siempre es grato compartir alguna anécdota con ellos, algún lugar en común, rascando, tal vez con demasiada insistencia, en esa oscuridad tan repentinamente aledaña entre mezcales, descubrir la inspiración, comparar descensos, y que coincidentes o no al final se comparten, se festejan y se acrecentan unos con otros para engrosar el exceso, como buenos animales nocturnos que somos.
Escuchen su nuevo sencillo ‘Pain’, que va saber llevar esta crónica a nuevas profundidades donde seguramente mis palabras se quedan cortas, y, estense pendientes de todo lo que traerá Americo el próximo año, vayan a sus tocadas, y no pierdan la oportunidad de darse un buen sacudidón de la monotonía cerebral con esta mezcla de rock/surf/garage que hará esa transición hacia los delirios mucho mas placentera.
Texto y fotografía Armando Castillo