Por Armando Castillo

Empezar a hablar del álbum ‘Dark night of the soul’ es irse inmiscuyendo en una trágica y complicada carrera mediática, que a pesar de contar con grandes creativos de la época, no pudo escapar a la censura burocrática del sello discográfico en su tiempo, porque supuestamente no resultaba tan comercializable como estas personas (con un obvio interés principalmente monetario por delante) buscaban. La dupla creativa detrás de este álbum era por una parte Danger Mouse, quien no sólo era colaborador sino que iba produciendo las canciones a la par y Mark Linkous, fundador (y en ocasiones único integrante) de la icónica y extinta banda Sparklehorse; teóricamente ya tenían el concepto de lo que sería el sonido por el cual elegirían dirigirse, haciéndole honor al título del álbum y también al famoso poema de Juan de la Cruz del siglo XV con el que comparte el nombre, centrándose en el viaje místico, en donde el proceso de resistencia y aprendizaje sólo se logra alcanzar en los momentos más abrumadores de la existencia, este proceso también es conocido como ‘la noche oscura del alma’, y aunque Linkous y Danger Mouse, fueran tremendamente creativos como compositores y músicos, faltaba el aspecto visual para terminar de completar esta cosmovisión en su totalidad y cerrar este círculo conceptual, no sólo con alguien que entendiese lo que estaban construyendo sino sobre todo que aportara para engrandecerlo, aquí es donde se integra David Lynch, y sobra decir que el resultado es una obra emblemática que lamentablemente, por una serie de circunstancias ajenas al resultado artístico en conjunto, se fue opacando al pasar de los años.  

Además de Lynch, en este proyecto se sumaron artistas cuya presencia no sólo era ampliamente respetada en la década pasada, sino que hoy en día su relevancia sigue ampliamente presente en la escena musical a nivel internacional (estamos hablando de por allá del 2010, fecha en donde sale el álbum después de que EMI, el sello discográfico que poseía los derechos, solucionara ventajosamente las situaciones legales que tenía con su productor Danger Mouse, para finalmente liberarlo), contando con nombres como: James MercerWayne CoyneJulian CasablancasSuzanne VegaBlack FrancisIggy Pop y un largo etcétera; todos atendiendo el llamado para ofrecer su mejor versión de este particular descenso, el álbum se vuelve entonces en cada canción un testimonio e interpretación distinta de esta condición; desde el punto reflexivo, pasando por la inevitable tristeza, hasta el caos inherente, producto de la frustración de verse sin absoluta esperanza, pero, compartiendo un aura melancólica y meditativa que acompaña y se va transformando, en el paso de estas trece canciones. 

Hasta este punto seguramente será suficiente para que claven el colmillo y le den una oportunidad (o tal vez una revisita en el caso de que ya figure en su colección) a ‘Dark nigt of the soul’, pero aún nos falta hablar de la influencia ‘Lyncheana’ aquí, la cual le terminó dando a este conjunto de colaboraciones un nivel más abstracto y profundo, como con todo en lo que llegó a involucrarse David Lynch; quien aunque al principio sólo iba a dirigir un vídeo musical del proyecto, terminó profundizado en él de una manera tan personal que se unió de manera permanente después de la celebrada invitación del dúo, y colaboró con cincuenta fotografías que iban a ser parte del arte conceptual en físico del álbum, y que al final lamentablemente fueron relegadas casi en su totalidad por la disputa con EMI, sesgando una parte crucial que adhería la cosmovisión de este conjunto de artistas, poco después, para no dejar estas fotografías en el completo olvido tendría que organizarse una exposición en donde se expondrían todas las imágenes con el álbum sonando de fondo, para conseguir transmitir aunque fuera un poco esa atmosfera que buscaban ofrecer en primer lugar de manera personal a quienes adquirieran el álbum, por aquí un recorrido del ‘photo book’ con todas las fotografías, por sí quieren observar (y complementar) la experiencia que David Lynch, tenía pensada sumar al sonido y a la narrativa de’ Dark Night of the Soul’.

Y esto no acaba aquí, la visión cooperativa que se tenía para el álbum era tan abierta e interpretativa que también se le ofreció a Lynch, la oportunidad de escribir y tocar junto al dúo,  después de pensárselo un poco aceptó componiendo no sólo una sino dos canciones que por sí mismas ya son invaluables, y en conjunto con las demás colaboraciones ayudaban a darle una estética aún más profunda y cohesiva a este trabajo en conjunto:

La primera es ‘star eyes’, empieza y se desarrolla entre estática y beats electrónicos muy sutiles, la voz de Lynch (más declamando que cantando) se rodea de reverb y nos ofrece una pieza que se sostiene en un ‘loop’ casi onírico, y a la par pernea con esa surrealidad tan característica (e igualmente eludible) que nacía del imaginativo este multifacético director, una canción que toma una ruta distinta y le da a ‘dark night of the soul’ una disyuntiva no necesariamente visceral, sino que opta por tomar una ruta en donde la melancolía se confunde con una añoranza interpretativa, como la de quien prefiere vivir entre sueños.

La segunda, cierra y lleva el nombre del álbum, y la abordan quizá la misma intención melancólica que ‘star eyes’ pero de una forma más directa y conclusiva, notablemente más cruda y con aún más reverb, la voz de Lynch, no sólo suena totalmente resignada, sino que también le da contornos a un protagonista que termina aceptando ese inacabable descenso, ese imposible despertar, mientras la guitarra de Linkous lenta e invadida por la estática le da un acabado hermosamente lúgubre a la narrativa, y triste a secas. Así concluye tanto la canción como el álbum, presentándonos una oscuridad que se sostiene posterior a las notas, que, aunque siempre subjetiva también es comúnmente irremediable, la letra nos dice:  

Our souls,

time slippin’ by.

I call out your name,

all alone,

shadows movin’,

shadows movin’…

Shadows have long gone by.

Dark night of the soul.

(…)

Distant bell ring,

but steps echo.

No one on these streets

Callin’ out your name.

Where are you baby?

It’s a dream world,

dark dream world.

Dark night of the soul.

Como seguramente ya sospechan, o lo saben a estas alturas, este álbum no es sólo una pieza conceptual, sino que es de aquellas obras que logran crecer y trascender más allá de la idea principal con la que estaban concebidas; el talento y la intención de todos los participantes es sobrado y aun así, el alcance de este álbum suele ser bastante reservado por varias razones; no solo por el boicot del sello, sino porque trágicamente Mark Linkous, se suicida unos meses después del completarlo, disparándose con un rifle directo en el corazón después de lidiar con una vida medicado y sin mejora en su depresión, la pérdida reciente de su mejor amigo y un divorcio del cual nunca pudo recuperarse, el legado de Linkous, como el de Lynch, son a su manera igual de complejos y fascinantes, cada quien maquilando una surrealidad irrepetible que fue floreciendo a lo largo de los años, y aunque movidos por motivos totalmente ajenos (Lynch siendo un optimista irremediable de la misma forma que Linkous abrazó un pesimismo innato), pudieron coincidir en este rincón creativo llevándonos por un recorrido hermosamente movido por esta ‘ensoñación post melancólica’ con la que los tres (incluyendo a Danger Mouse) quedaron felizmente conformes; hay una entrevista que les hicieron poco después de acabar el álbum, en la que cada quien por su parte detalla cómo aunque sus visiones artísticas pueden cohesionarse de una manera natural, el lugar de donde se gesta la inspiración proviene de lugares totalmente distintos.

https://medium.com/tim-noakes/dark-night-of-the-soul-ab4b79a39e01

En aquel entonces la repentina muerte de Linkous, fue una sacudida que marcó aquel rubro artístico, sobre todo en la comunidad independiente del ‘slacker rock’, una marca que con el tiempo volvería un ícono a este músico, estatus que sinceramente debió tener desde que estaba con vida, y aunque su deceso fue una tragedia, también se volvió una oportunidad que ventajosamente aprovecharía el sello para desempolvar este álbum y sacarlo a la venta a forma de un tributo que se liberó con poca sinceridad y muy a destiempo, razones por las cuales nunca fue bien recibido por cualquier entusiasta del proyecto. 

Ésta fue a final de cuentas la principal razón por la que ‘dark night of the soul’ fue relegado intencionalmente desde un principio, no por la calidad que claramente ofrecía, sino porque pagar por él se volvía apoyar las supuestas intenciones corruptivas de una compañía que usaba la muerte de Linkous, para llenarse los bolsillos, con un álbum sesgado, sin todo el material que Lynch tenía previsto para complementarlo y que intencionalmente retuvieron a su conveniencia, seguramente si él no hubiera fallecido en ese momento, hubiera durado todavía un tiempo indeterminado sin ver la luz.

Y aquí les dejamos está muy pequeña nota, sobre este gran álbum que guarda un poco del genio de dos grandes visionarios que ya han concluido su participar terrestre, y aunque siempre triste, también da consuelo (y sobre todo inspiración) redescubrirse en cada detalle de la experiencia artística que nos han dejado en cada rincón creativo de su existencia para apropiarnos de ella, poco importa que el tiempo o las circunstancias nos hayan distanciado de su propósito original porque al final del día, los que elegimos las partes del legado por transformar somos nosotros, y así enriquecer nuestras propias  visones para que éste jamás se pierda.

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