Por Armando Castillo

El proyecto siempre mutante de César y Miguel Ángel se va trasgiversando al pasar de los días, los meses, sin dejar la responsabilidad de llevar a cuestas las irremediables circunstancias, documentarlas con una series de dialécticas muy particulares, en donde el dolor es el trasfondo obvio, y lo que sobra es una arremetida visceral que aunque indeterminada siempre es constante; los nombres y los proyectos cambian, pero el descenso se va volviendo mas nítido cuesta abajo, y en este punto ‘Nada que Decir’ se ha vuelto más versátil con los años para definir su paisaje, nombrar las sombras, predecir el lugar de la caída.

En esta ocasión queremos mostrarles una reseña de MAR (Mecanismos Vivos), una serie de narrativa audiovisual que sigue un patrón creativo que se toma el tiempo para conectar las historias, permitiendo que el suspenso se vuelva parte del trayecto, y a la par eligiendo esta alternativa para darse el tiempo de complementar esta serialización de la manera más fiel (y profesional) al concepto que ya tienen planeada, apoyándose del sobrado talento que hay en la ciudad de Celaya.

En la primera parte, y a modo de iniciación en esta perspectiva visceral se nos presenta un videoclip en blanco y negro, musicalizado con un ambient industrial que entrelaza estas dos realidades en un proceso siempre tenso, con un protagonista, Ángel M. González que se debate entre la idea suicida y la paz que le precede cuando la decisión se torna absoluta, o esa es mi suposición, puede también estar tentado por el camino de la locura que es casi lo mismo, movido por un hastío nauseabundo de la falaz rutina; encarcelándolo entre puentes enrejados, vías, baldíos, estructuras de concreto que se vuelven el reflejo de la lenta decadencia de los días, mientras la impotencia como zumbido y estática de fondo lo traslada hacia un lugar de donde no es necesario volver, un existencia más allá del absurdo al que nos han orillado.

Y en la segunda parte, se nos ofrece un vistazo a una nueva interpretación de esta claustrofobia diaria, paralela sí, pero también pudiendo anteceder o suceder a los acontecimientos de la primera parte, aunque aquí los mecanismos intrínsecos a tratar se nos muestran más obvios; la letra nos habla (con la crudeza que amerita), de como Celaya se ha vuelto un agujero en donde la existencia sofocante ya se ha vuelto una imposición, con el dolor, la perdida y la muerte materializándose de forma diaria e incontenible, mientras los que quedan tienen que conformarse con quedarse de expectantes, el vídeo es la música haciendo eco en la cabeza del protagonista (quien también interpreta Ángel) quien eventualmente deja de hacerse esta pregunta para darle un desenlace mas físico, uno que va combinando con la narrativa, el ambient y el ritmo circundante del spoken word. Los detalles aquí nos muestran no sólo esa rutina implícita sino a profundidad los objetos que la componen, la luz se vuelve más cálida y desesperante y las locaciones van cambiando con la misma velocidad con la que el protagonista intenta alejarse de ellas. 

La desesperación coincide en estas dos reinterpretaciones, y aunque subjetivas no dejan de unirse, un tributo seguramente al oficio de mantenerse cuerdo y resistiendo a las injusticias de un sistema cuya función ya se ha vuelto un chiste horrendo, MAR no sólo es el reclamo artístico de Nada Que Decir sino una parte que se suma a una oleada de retribuciones que le pone nombre al hartazgo, para eventual (e idealmente) hacer colapsar este ‘sistema que nos rige’, así todo encomillado para evitar enardecer también aquí con este tema.

El proyecto de Nada Que Decir, no sólo es uno experimental, y no sólo se guía por la decadencia de estos días, sino que es aparte, y desde que existe, uno con la iniciativa para proponer un movimiento cultural con la cualidad de reajustarse a la cruda realidad del panorama para seguir insistiendo, dándole una voz particular a la escena Celayense, entre la poesía, el noise, el ambient y desgarradoras presentaciones en vivo, les compartimos estas dos partes de para que le vayan escarbando a un proyecto que seguramente ira mutando para bien, para encajar el colmillo mejor, unos días antes de que se estrene su EP completo en plataformas del cual seguramente estaremos hablando.

Para terminar, y si tienen la oportunidad de verlos en vivo, Nada Que Decir está promoviendo la segunda edición del festival ‘El Reflejo’; en el que convergen la música y el arte en uno de los barrios míticos de la ciudad de Celayanse, ubicado en la colonia Benito Juárez.  Este festival presenta diez bandas locales en vivo: Crema innata, Dj Monja, Embruto, Implora, Link, Long Places, Monere, Nada que decir, Stoner, Persona, Visionarios y también artistas visuales de la ciudad en una exposición colectiva, además mercancía y comida, aquí un poco de información para que no se queden sin darse una vuelta.

Acceso de 4:00pm a 8:00pm 

Costo: $80 

Presa peñuelitas #117, Col. Benito Juárez.

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