Lector, he vuelto para deciros una verdad oculta: no es la comida o la bebida lo que nos mantiene con vida; tampoco es el oxígeno que respiramos, por supuesto. No vivimos por el trabajo, la familia, o los amigos. ¿El amor, te escucho decir? Claro que no. Lo que nos hace despertarnos cada día a luchar, a partirnos el alma y los brazos haciendo por la vida es: la ilusión.

Ilusión

Oh, sí, amiga, amigo; te daré unos ejemplos: Es la ilusión del primer amor lo que nos dio valor para sobreponernos a los nervios al llamar por teléfono aquella primera vez. ¿Trabajas duro por un aumento?, tienes la ilusión de que tus hijos finalmente te amarán si los llevas a Disneylandia en lugar de al dentista en lugar del food court de Sam´s Club. Las drogas te muestran una parte de la realidad que sólo está en tu mente y por eso nos emborrachamos cada fin de semana: porque tenemos la ilusión que podemos ser la nueva Lady Cien Pesos (al menos yo por eso tomo).

La ilusión, con su poder seductor que ha hechizado a todos los artistas desde que nos sentamos alrededor del fuego, nos lleva a hacer cosas que la acrecienten, sin albur, que la acerquen a nosotros, que la vuelva palpable de alguna manera (mmm, qué riko). De ahí, entonces, que año con año empiece el mame de los carteles falsos del festival ¿alternativo? más importante de este País cuando faltan más de seis meses para El Corona.

Lector, lectora: no van a ir a ese festival ni Arcade Fire, ni Daft Punk ni Radiohead. Eso lo sé yo porque el CEO de ElCaperuzo me lo ha confirmado (por cierto: ¡sí vienen Sufjan Stevens y Löbö!), pero la ilusión, la ilusión… esa nadie nos la quita.

 

Ilusión

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