Es dificil decirtelo. Aún más, empezar a escribirte las cosas que me has hecho sentir, en este tiempo que llegaste a esta etapa de mi vida. Eres una de las personas más maravillosas que he conocido, en este camino tan raro que creemos llamar vida. Las noches que hemos platicado, veo que contigo es algo nuevo todos los días.  Más noches que días, es nuestro momento más íntimo y personal, donde puedo besar tu ser, tus labios. A pesar de nuestra distancia (a veces pienso que una de nuestras canciones deberia de ser DON’T STOP BELIEVING de Journey).

Si supieras; desde que te conocí (o por lo menos te encontré por Internet con esa tonada de SHE’S IN PARTIES de Bauhaus) yo deseaba con fervor conocerte, pero mi ser era o sigue siendo inocente en el aspecto amoroso, mas como un Casanova cualquiera (o eso me pensaba por mi ego), buscando un simple ligue, al ver sólo una imagen en ti, pensando que serías como el resto de las miles de chicas góticas que he conocido. Prueba y error. Cada que te conectabas para mí era un instante de resplandor,  tan lleno de vida comparado sólo a la estrella más brillante del firmamento, que se apagaba cuando ya no te veía en línea. Deseaba con ansias verte, decirte lo que seguro ya has escuchado hasta el cansancio,  sobre tu ser, tu figura y toda la carcasa que eres por fuera, sin haber pensado siquiera en conocerte, saber quién eres en realidad; ¡qué menudo error cometí tantos años!

Y nuestros caminos se separaron,  yo me fui a sufrir y a sufrir, a seguir sufriendo y lamentarme por las malas decisiones que he estado tomando en mi doble vida,  hasta hoy. Te perdí mucho tiempo. Y te reencontré en silencio, ya convertida en una actriz despampanante, actuando en pequeñas presentaciones. Y yo, sólo imposibilitado de ir a presenciar tu fulgor e incandescencia que ilumina mi faro. Perdiendome las invitaciones a tus funciones una tras otra. Tras otra y tras otra. Un simple espectador pero no de tu brillo. Y así pasaron otros tres años, perdido en lo que mejor sé hacer, en aras del combate, sólo existiendo para eso. Sólo pensaba en lo mal que me sentía, en lo desdichado que era por mis malas decisiones; mi ego en gula solamente. Hasta que, no se en que momento, te vi, te volví a ver, a reencontrar, a charlar contigo, o a darle like a alguna foto tuya, no sé, ha pasado algo de tiempo desde que te volví a ver o tal vez te busqué todo este tiempo sin saberlo. Y desde el primer día de nuestro reencuentro, me empezaste a cambiar. Me tomo selfies para ti, te comparto lo que hice en el día, trato de hacerte reir (a veces sin éxito), y todos esos detalles minúsculos, que enriquecen a la gente extraña y rara como nosotros. Y en cambio me dejaste ver quien eres en realidad, mas allá de aquella mascara, de ese bello rostro del cual me enamoré sólo físicamente, para mostrarme que eres más que solo una cara bonita (literalmente). Me has dejado ver tus miedos (algunas muy mal infundados), tus tristezas, creas o no, también me afectan, me duele ver tu dolor físico y emocional. Me duele mucho saber la distancia entre nosotros, me impide ayudarte como yo quisiera, me has enseñado que no soy el animal insensible que creía haber sido forjado en dolor y desgracia, caído en la miseria de esta existencia. Pero también me has hecho más humano de nuevo, has tratado de que sea más enfocado y no tan aleatorio, a veces sin éxito, pero así somos de distintos, y a la vez, tan cercanos. Todo lo opuesto se atrae, de manera inevitable.

Como inevitable fue el robarte un beso cerca del Zócalo, ese beso que me moria de ganas de robarte desde que nos vimos por primera vez en persona, desde que me abrazaste y me dijiste que no podias creer que estuviera frente a ti, lo mismo te dije cuando fuimos a comer y empecé a tocar esas manos suaves como de seda, esas de las cuales te quejas porque no te gustan, esas mismas manos que se desprendieron de las mías, cuando tomaste tu linea del metro y te vi subir las escaleras para tomar tu vagón.

Esas manos y labios, ese ser lleno de defectos únicos y alegrías enormes que tienes tú, inevitablemente me fueron enamorando o embrujando poco a poco. Pero estoy seguro, nuestros caminos se encontraran pronto, pues tardamos casi nueve años en vernos y no quiero que pasen otros nueve, sin volver a verte. Quisiera pensar, soy tu principe azul, pero carezco de virtudes, galanura y caballerosidad, como para rescatarte, sólo sé,  que debo salvarte de alguna manera, sin buscar gloria y caravana de nadie.

Yo sé que estas con alguien más, al cual le entregaste tu corazón, dichoso él por haberlo ganado en buena lid. Para ti puede que sean sólo palabras que el viento se lleva al ocaso.  Para mí, el último eslabón que me sostiene a la humanidad eres tú…

Mi musa…
Mi princesa…
Mi reina…
Mi inspiración…

Mi bruja.

Por Exmortem.

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