Erase una vez en los separos preventivos de policia, había una familia ¿?, bueno eso decimos nosotros quienes presenciamos esa historia tan bizarra, como si Silvia Pinal anunciara el MERCADO DE LÁGRIMAS que salía en la carabina de Ambrosio. Cayó una vez «el Cosa» (un cliente famoso que hacía una de tantas por andar bien pedo en la calle haciendo desvaríos, etc.) pasó casi un día y ya se le había bajado la peda. Entonces llego «la Janis», otra revoltosa que caía por drogarse era muy conocida por la zona del mercado, donde pululan las cantinas asi como tipo «el Foreing», más que nada por su oficio, el mas antiguo de todos. Ella llegó preguntando por su hijo, un amante del solvente apodado «El Cosita», un mocotrón de pocamonta que ya era cliente de la casa. Nótese que lo que diré ahora es que ellos no tenían parentezco alguno, me refiero al Cosa y al Cosita, solo se parecian por ciertos rasgos de la cara. La Janis le llevó un taco al wey este del Cosa preguntando porque había caído. En ese momento nos dimos cuenta que eran pareja o solo existía sexo burdo entre ellos, en fin, no nos metimos y ella se dispuso a pagar la multa del Cosa. A la hora de salir por ese tramo negro (en vez de la milla verde), antes de la puerta se escucha una voz desde la celda de menores:

-Mamá, mamá ¿eres tú? ¡Tráigame un taco o sáqueme de aquí!
-¿Pero porqué te trajeron?- replicó la Janis
-Ya sabe que no hice nada, ya me traiban de encargo los polis, si ya sabeeee… (detenido por andarse moneando en la vía pública).
-¿Y ahora cómo le hago? también está encerrao aquel!- dijo ella.

Total que se decidio a sacar al Cosa, porque se acerco a él de nueva cuenta. Me preguntó que cuánto era de la multa. Le cobraba 250 porque ya había cumplido varias horas de arresto. Antes de salir, su hijo le reclama:

-¡Ahhh no manche, jefaaaa! ¿Apoco me va a dejar aquí?
-No, hijito. Ahorita vengo, nomas voy a echar un palito (sexo, para los que no entienden dialecto de proletariado o de barrio) con este y luego te vengo a sacar.

Y al escuchar eso, se suelta a chillar el wey a moco tendido (no sé porqué lloraban, sólo eran 36 horas de arresto o lo que se me hinchara el huevo, literalmente). Y cuando sale el Cosa, le contesta en lágrimas:

-¡No te agüites wey! Ahorita te vengo a sacar, me voy a poner a lavar unos carros ahorita y te saco en corto!

¡QUÉ BONITA FAMILIA, QUÉ BONITA FAMILIA!

Por Exmortem.

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