Durante poco menos de 3 años, Rocío Márquez y Gabriela Navarro, han dejado claro que su único objetivo es; disfrutar esta experiencia musical,  esto resulta notorio en la calidad y empatía que ofrecen al oído. Pero este dúo tapatío, deja de lado cualquier tipo de clasificación musical, creando un universo sonoro a base de: simples rasgueos de guitarra, un bajo que sostiene el ritmo y tiempo de la música, aunado a eso, la batería y una voz tenue en casi eco, se fusionan para darle forma y sentido a Norwayy.

La bienaventurada o en mi perspectiva malaventurada y desafortunada, costumbre de etiquetar y clasificar la música, ha hecho que se pierda la esencia de experimentar y tener el libertinaje de explorar géneros musicales, por otra parte esta invasiva obsesión, ha creado una gran confusión, tanto en los escuchas como en los artistas. Sin embargo, como si fuera un mal chiste (así parece tomarlo también la agrupación) llegan las terminologías o encasillamientos donde han situado a esta propuesta, desde un Garage Punk hasta Shoegaze, pasando por el abominable término Cool Wave. Lo bueno que Norwayy omite cualquier tipo de género y decide que cada persona, los catalogue dentro de su corazón.

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