Tal vez en el futuro recordaremos esta década como “la década del resurgimiento”, debido a lo común que es en estos días ver gigantes (y no tan gigantes) de los 90s regresar del cementerio de las bandas separadas, para volver a impresionar a los más nostálgicos oyentes y de paso, ¿por qué no? educar a las nuevas generaciones. Todos desempolvan esas viejas guitarras, se reencuentran con los viejos compañeros de banda y encabezan festivales por todo el mundo. Muchos otros se aventuran y se atreven entrar al estudio, la mayoría de veces con resultados catastróficos que arruinan el nombre de esas leyendas a las que con tanto cariño y respeto escuchamos nostálgicamente. Podría escribir aquí una lista interminable de resurgimientos, pero esta vez en particular llegó a mis oídos la noticia de que la banda griega On Thorns I Lay se encontraba en el estudio grabando un nuevo disco. En realidad, éste será su segundo disco desde su regreso al mundo de los vivos en el 2015. ¿Fue un desastre como por lo general sucede con los discos de reencuentro? Veamos:

Cuando, hace 3 años, recibí la noticia de que On Thorns I Lay estaba de vuelta después de más de 10 años de inactividad lo primero que pensé fue que la banda continuaría con su truncada evolución natural: la banda inició en 1995 tocando death/doom metal y, como era la costumbre en aquel entonces, On Thorns I Lay le dio la espalda al género para comenzar a tocar metal gótico atmosférico (tal vez algún miembro de la banda, al igual que yo y muchos, estaba enamorado de Liv Kristine), en seguida, en su Egocentric (2003), se deshicieron de cualquier rastro de metal y tocaron rock alternativo, para finalmente separarse en algún punto entre el 2003 y el 2005. Ésta, mis hermanos, es la típica historia de banda de death/doom de los 90s. Sin embargo, estaba equivocado respecto a lo que creía que On Thorns I Lay planeaba para su reencuentro, la nostalgia actual es tan fuerte que la banda no sólo extrañaban tocar sus últimos éxitos no metaleros (escuchen “When I’m Gone” de su Egocentric, una canción simplemente adictiva), sino que la banda extrañaba más bien los primeros años cuando se reunían a tocar death/doom, con melancolía, riffs lentos y potentes guturales, y así su LP de reencuentro en el 2015, Eternal Silence fue un álbum de doom gótico que probablemente podría ubicarse entre su Orama (1997) y su Crystal Tears (1999).

On Thorns I Lay en 1999

On Thorns I Lay en 2018

Quiero aclarar que, a diferencia de la mayoría de metaleros que conocerán, los primeros discos de On Thorns I Lay no son mis favoritos. Sounds of Beautiful Experience (1995) y Orama (1997), son conocidos como los clásicos de On Thorns I Lay que los hicieron leyenda. Pero, yo los encuentro algo amateur, en especial Sounds of Beautiful Experience, en el cual las voces limpias, las letras, los riffs, la producción y ni hablar de la drum-machine, hacen que simplemente no pueda escuchar dicho álbum por mucho tiempo. Gran parte del problema se arregló en Orama, donde la banda ya suena más madura y es un disco más disfrutable al oído. Sin embargo, para mí, el pico de creatividad de On Thorns I Lay ocurre cuando parten relación con el doom metal en Crystal Tears (1999), Future Narcotic (2000) y Angel Dust (2002), estos tres discos son impecables, perfectas piezas del metal gótico atmosférico que le dieron un estilo único a On Thorns I Lay (si algún lector conoce algo similar, aparte de Aégis (1998) de Theatre of Tragedy por favor ¡recomiéndemelo!). La atmósfera de estos tres discos es tan perfecta que una costumbre que tengo es llegar del trabajo en la noche, encender mis bocinas, sentarme en mi sillón y oír Future Narcotic.

Otro dato a considerar es que, a diferencia de muchas bandas que están resucitando, On Thorns I Lay no se separó por falta de creatividad o diferencias musicales entre los miembros. Aparentemente Stefanos, frontman de la banda, se mudó al Reino Unido, lo cual inevitablemente destruyó On Thorns I Lay, pero en el 2015 regresó a Grecia y se reencontró con sus compañeros de banda. Así surgió Eternal Silence, su LP de reencuentro, el cual incluía, por primera vez en 18 años, las voces guturales de Stefanos y algunos fuertes riffs, pero además conservaba algo del rock alternativo y atmosférico de sus últimas producciones. Pero el disco no me logró convencer, en ese 2015 pensé que On Thorns I Lay sonaban no muy bien inspirados, con canciones como “People We Hurt”, que simplemente me hacían presionar el botón de “adelantar”. Así, oí Eternal Silence un par de veces y mandé a la banda a la enorme lista de artistas que amo pero no escucho sus discos nuevos.

Aegean Sorrow (2018)

Alone Records, una disquera española, nos hizo el gran favor de re-lanzar en vinilo los tres discos de la desaparecida banda finesa Rapture a principios de este año, por lo que comencé a seguir este sello. Así, me enteré de que On Thorns I Lay lanzaría un segundo disco, Aegean Sorrow, y lo harían a través de Alone Records. El sello nos dio a conocer el sencillo “Erevos”, la banda sonaba claramente menos gótica y más doom, en general me pareció una canción muy decente y, sin duda alguna, mejor que lo que había oído en Eternal Silence. Pero el siguiente sencillo que Alone Records reveló fue verdaderamente sorprendente, “Olethros, Pt. II”: éste es un On Thorns I Lay completamente renovado, con una hermosa entrada de guitarras acústicas, que probablemente no nos recuerdan mucho a la atmosférica forma en que fueron utilizadas en Crystal Tears, pero que en verdad agregan un adorno importante a la canción, después de esta entrada On Thorns I Lay arrancan potentes, lentos y muy melancólicos con Stefan entregando sus ultra profundas guturales. Pero, tal vez una de las partes que más llama la atención en este par de singles son las guitarras (eléctricas): éstas llevan a On Thorns I Lay a un sonido curiosamente cercano al de October Tide. Hablamos de esa forma de, casi permanentemente, tocar solos melódicos encima de los riffs con batería que varía entre lenta y a medio tiempo. Éste es un estilo que varias bandas han tomado inspiradas en las enseñanzas del mítico Rain Without End (1997) de October Tide, por nombrar algunas: Daylight Dies, October Falls (en The Plague of a Coming Age (2013)), Cold Insight, Blazing Eternity y los mismos Rapture.

A pesar del nombre del disco, Aegean Sorrow no contiene claros elementos de folk ni utiliza esa atmósfera mediterránea usada en las dos primeras producciones de On Thorns I Lay, lo cual no es un problema para mí ya que no soy seguidor del folk. Escuchando Aegean Sorrow, uno puede darse cuenta que la banda más bien ha tomado el estilo de death doom melódico en la mayoría de las canciones, aunque sí podemos oír algunos samples de olas golpeando la costa y algunos pasajes de voces habladas. Pero aunque la influencia de Octuber Tide es muy evidente, On Thorns I Lay están lejos de sonar como simples imitadores de aquella leyenda sueca. Por el contrario, On Thorns I Lay presenta distintos elementos que le dan a Aegean Sorrow su propia personalidad. Aunque es muy cierto que esta personalidad suena muy diferente a su propio pasado. Es importante notar que Aegean Sorrow no tiene voces femeninas y sólo ocasionales violines. Estos dos elementos eran muy característicos en On Thorns I Lay y eran casi omnipresentes en sus producciones. Aegean Sorrow es un disco menos atmosférico, mucho más dinámico y potente. Como comenté antes, ésta es una producción menos gótica. Resulta interesante también echarle un oído a “Olethros, Pt. I” la cual tiene unos potentes riffs que me recordaron a Orama, donde en algunas canciones los riffs no era precisamente lentos, en “Olethros, Pt. I” los riffs suenan aun más fuertes debido a que este nuevo disco tiene una calidad de grabación impresionante. Contrastando con “Olethros, Pt. I”, tenemos el track “The Final Truth”, el cual es bastante lento y presenta como invitado al mismísimo Paul Khur de Novembers Doom, pero, sorpresivamente, su participación es a voz limpia. Esa voz limpia que predomina en sus más recientes grabaciones con Novembers Doom, las cuales se me hacen espantosas y considero que Paul Khur, uno de los hombres con las guturales más perfectas del mundo, debería dejar de enfocarse en sus voces limpias, las cuales son de lo más genéricas, en mi muy humilde opinión.

Aunque las historias de regresos de bandas de los 90s siguen repitiéndose en estos días, pocas bandas han hecho lo que On Thorns I Lay ha logrado en Aegean Sorrow: volver del más allá, lanzar un no muy sorpresivo nuevo disco enfocado en su material previo y, enseguida,  renovarse completamente en una subsecuente producción. Así, On Thorns I Lay se presentan con un sonido nuevo, pulido, potente y triunfantes demuestran que después de tantos años aún son capaces de restructurar todo su sonido y escribir un nuevo capítulo en su evolución musical. Aegean Sorrow es una excelente pieza de death doom melódico que cualquier fan del género debería escuchar. Es verdad que extraño las voces femeninas y los violines, pero  creo que el enfoque de Aegean Sorrow no requiere de dichos elementos y la fórmula aplicada en el álbum funciona a la perfección. Es Marzo, muy temprano para hablar del mejor disco del año, pero hasta ahora Aegean Sorrow es el mejor LP que he oído este 2018, ya veremos qué pasa en el futuro…

-PABLO CUSTODIO

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