Otra etapa de mi vida, gira respecto al trabajo que desempeñaba en fiscalización (que por cierto termine odiando casi todo: la oficina, los comerciantes… y el triste hecho de que, si esa oficina tuviera cara seria la de un paradigma). Trabajo de 3 turnos, día y tarde y noche. El nocturno era mi preferido, pues cuando salía a rutina podía ver las verdaderas caras de las personas bajo el manto oscuro de la noche. Pasan millares de situaciones y sensaciones que sólo las estrellas se llevan como viento meciendo hojas de árboles. En una acostumbrada noche de aquellas de rutina, tenía la necesidad y el vicio de conectar algo de drogas duras (¡cuánto tiempo desperdiciado en ese vicio!) durante el trabajo.

Para mis compañeros era una sensacion de miedo escuchar de gente y lugares donde suceden las más bajas intenciones y perversiones humanas, las cuales muestran su rostro en el cobijo lunar… para mí, era como tomar agua y respirar o parpadear. Un acto natural e inherente. Fuimos a cierto club nocturno en la ciudad, y al entrar al lugar, y el compañero que me tocaba en turno como siempre, iba a babosear y hablarle a esas pobres muchachas sin ropa que esperan ser rescatadas por alguien con la típica y vieja frase, la unica y detergente ESTÁS MUY HERMOSA PARA ESTAR AQUÍ, YO TE SACARÉ DE TRABAJAR.

Lo habitual que hacía con otros compañeros (excepto las mujeres que no le entraban salvo fuera estricta chamba), era según ir a deleitar la pupila, para no estar nada más de estirados y cuadrados trabajando. Ese día, Edmundo como siempre se iba según bien arreglado y perfumado para ligar teiboleras (¡pinche cara de chicharrón, ya resanate esos cachetes picados!). Yo por mi parte, ni pelaba a esas monas porque ya sabía como era el manejo de esos negocios: te ven y te dicen que estas muy guapo y que si les invitas una copa. Llegamos y Ramón (el garrotero) nos deja pasar para hablar con el «gordo Arturo» y ver si se va a quedar más tiempo del permitido (en otro contexto, ver si iba a REPORTAR$E). En lo que Isidro se echaba unas copas con el patrón del negocio, yo busque a mi dealer entre ese ambiente de humo y alcohol combinado con perfume barato y sensual de prostituta que solo despierta las pasiones neandertales de los machos alfa. Lo vi sumido en una esquina con sus botellas de vino fino o adulterado. Por eso prefiero las cervezas, son mas dificiles de adulterar el sabor. Me levanto del asiento y todo me parece más lento entre ambiente semi apagado de luces y humo falso para dirigirme a su mesa. Y es en ese entonces que suena Change de Deftones en mi cabeza, como si la rockola me hubiera puesto la música para apreciar lo sucio, lo bajo, lo miserable y lo decadente de la gente al ritmo de esa guitarra amarga mientras sube otra chava a bailar. Sentía que estaba siendo grabado para las cámaras, como si fuera aquella pelicula de Constantine, cuando el entra al bar de Papa Midnight y ve toda la lujuria y perversión que los demonios ponen en marcha para tentar a las personas, con un aliento o gesto o palabra, seduciendo e induciendo a los demás a la perdición que es a donde siempre me dirijo cuando me meto en problemas que nadie quiere lidiar, en drogas que nadie quiere probar, en lugares donde nadie se quiere meter. Por eso estoy pendiendo del abismo mientras me acerco al mero duro de todo el bisnesote:

-¿Qué paso, patrón? Pásale y siéntate-, exclama Martín al verme, como si de un amanecer se tratara iluminando su cara.
-¿Qué pedo, wey?-
-Aquí echando vinagre con un camarada. Chingate una copa…-
-Nel, ando en servicio, cabrón. Me van a chingar duro en el jale si me huelen a pisto-.
-No mames-.
-En serio. ¿Qué show, traes libretas?
-¡Afirmaaa! ¿Cuántas?
-Cinco libretas para hacer mi tarea…

Sacando 5 «piedrulces» le paso los quinientos y se los guarda en un gesto de poder que al menos hasta el día de hoy ya se le borró por no jalar parejo con los «nuevos» patrones de la ciudad. Saca otra grapa y se la pasa a su camarada, fijandose que no venga los meseros o el garrotero. La abre y se empieza a dar una llave y otro tanto lo pone sobre la mesa para hacer una línea. Y cuando veo ese momento, suena el coro de Change nuevamente en mi cerebro.

‘I WATCHED A CHANGE IN YOU… IT’S LIKE YOU NEVER HAD WINGS…’

Me dan ganas de abrir una bolsita y darme un jalón valiendome madres todos pero es mejor guardar las apariencias mientras «Valeria» me pide que le invite una copa (pinche charco culero de agua con pinche charco culero de vino). Me rehuso y se va como perro con la cola entre las patas diciendo: -ADIOS GUAPOTE-. Ya quisiera andar de guapo… Dicho esto, me guardo los dulces al ver que mi compañero con cara de molcajete me hace la seña de irnos (para esto el gordo ya se habia reportado con 300 pesotes) y nos fuimos de regreso a la oficina donde la eriza ya me estaba enchinando la piel, el cerebro ya necesita droga en vez de descanso…

Por Exmortem

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