Antes que nada tal vez se pregunten el porqué elegí reseñar una película que aparenta tan bajo perfil en las lista de Netflix para comenzar esta columna, que dicho sea de paso trataré de hacerla semanal; mi intención acá es precisamente que descubran esas joyas que no son tan obvias a la primera impresión en esta plataforma, y por supuesto que las disfruten, hay muchas títulos rescatables en acá pero hay que dedicarle una buena porción de nuestras preciadas horas de ocio para encontrarlos entre toda esa horda de películas que sólo están destinadas a vender, aquellas que son y seguirán siendo el cliché de su respectivo género o qué intentan expresarnos una idea pero que al momento de plasmarla en la pantalla está se pierde en su afán excesivo de experimentación, nada de esto, yo buscaré por ustedes aquellos títulos que realmente puedan disfrutar en sus momentos de hueva, que él principal objetivo de estos no sea exclusivamente llenarse los bolsillos de dinero a sus expensas, o bueno, que por lo menos se esfuercen un poco más al momento de aparentarlo. Esta semana les dejo la reseña de ‘the end of the tour’, una película que recién acaban de subir a la plataforma y que por el título e imagen que han usado para exhibirla pareciera un tanto digamos, insípida, y estoy casi seguro que si la vieron la han pasado por alto, déjenme tratar de convencerlos para que le den una oportunidad.
De la mano del director americano James Ponsoldt nos trae una historia sencilla que busca recrear los cinco días que pasaron el reportero de la Rolling Stone David Lipsky y el escritor David Foster Wallace en 1996, justo después de que este último publicara la que sería su novela emblemática titulada la broma infinita. Ahora, si se quedan sólo con estas palabras para juzgar esta película sé que sonará terriblemente aburrida e incluso bastante ‘snob’; pero si dejan todos estos nombres de lado lo que nos queda es una película en su mayoría conversacional que pone a prueba las interpretaciones de dos actores que estamos acostumbrados a ver en papeles más ‘lights’, sin mucha complejidad de por medio: por un lado tenemos a Jesse Eisenberg quien interpretara a Lex Luthor en la pasada entrega de Batman contra Superman papel que hizo con mucho de ese nerviosismo inherente que a mi gusto le restó fuerza al personaje, pero que aquí encaja de maravilla con este reportero de perfil frágil y hasta en algunos puntos de la trama neurótico, y bueno, sorprendiendo a todo aquel escéptico que dudó de él (incluyéndome) para interpretar cualquier papel cuyo personaje sufriera los estragos de la depresión Jason Segel, así es, el esposo alto e hiperactivo de Lily en ‘how I met your mother’ y con infinidad de roles cómicos en su haber, y no me juzguen, en esa faceta lo disfruto bastante pero difícilmente me lo imaginaba interpretando a un personaje con tantos matices como lo fue David Foster Wallace, y créanme funcionó tan bien que es uno de los principales motivos de mi recomendación; la manera en que logra darle vida a este ícono literario contemporáneo con todo y sus incesantes ansias suicidas quita el aliento por momentos, sobre todo en la parte final de la película.
No tienen que ser apasionados de hueso colorado de la literatura para disfrutar esta película, si han leído alguna de las obras de Wallace igual les ayudará a crearse un mejor contexto para irse armando el perfil del escritor, del personaje interpretado por Segel, de la persona que fue Wallace y que aquí se nos permite dar un vistazo de lo que fuera su rutina diaria aunque la película tenga mucho rasgos ficticios, el punto central aquí es creo yo descubrir el sacrificio que conlleva ser un artista tremendamente talentoso para aquellas personas que buscan simplemente llevar una vida ordinaria y discreta; la depresión ligada al éxito y los estragos inevitables de ésta, intentar averiguar todos los días si la vida adquirió más valor por el reconocimiento ajeno o si en realidad siempre se está atrapado en los mismos autoprejuicios por más supuesta consideración que la sociedad le dé a uno.
La trama empieza en el año 2008 cuando Lipsky (Einserberg) se entera de que Foster Wallace (Segel) acaba de cometer suicidio, (aclaro que esto no es ningún spoiler simplemente es un recurso cinematográfico usado al principio de la película para hundirnos de golpe en el contexto y en los personajes, principalmente el del escritor) estando todavía en shock recurre a sus viejas cintas para escuchar las notas que recolectó durante los cinco días que vivió junto a Wallace para su reportaje en la Rolling Stone una decena de años antes, y aquí es donde comienza nuestro recorrido fílmico que se enfoca en la convivencia entre dos personajes sumamente carismáticos y como su relación se va modificando de la incomodidad y timidez de recién conocerse a la euforia de mostrarse cómo realmente son orillados por las circunstancias, como decía destaca principalmente la actuación tan pasional de Segel que supo ajustarse al papel de manera tan natural que es sencillo identificarse u odiar al personaje olvidándose de quién está detrás de él, el guion es fluido y muy bien escrito y se enfoca en progresivamente ir debelando a los personajes y aunque en su mayoría son conversaciones en diferentes escenarios éstas están tan bien guiadas que es suficiente para enredarnos en la trama y alimentar ese afán de ir descubriendo quiénes serán realmente al final del tour, tratar de descubrir que circunstancias orillaron a Wallace a optar por el suicidio y la influencia que tiene y tendrá éste en la literatura contemporánea; una película con el balance de comedia y drama necesario para sentirla natural sin que recurra al morbo para venderse, y en donde probablemente será fácil identificarse con los estragos existenciales que no hace distinciones al momento de manifestarse, sobre todo si estos son descritos bajo la melancólica visión de uno de los mejores escritores contemporáneos.
Por Armando Castillo