Después de pasar de un alias a otro en el transcurso de su no tan larga carrera, Rory Allen Philip Ferreira decide quedarse con las siglas de su nombre para por fin darle una forma definitiva al estilo que siempre buscó desarrollar, dándole vuelta a un circulo que culmina justo en cuanto inaugura su propio sello discográfico (Ruby Yacht), y puede descubrir cuál es su verdadera intención musical con toda la calma y experimentación del mundo; Bob’s Son es una de las primeras sorpresas de este año y es precisamente un tributo a un proceso creativo descarriado, lo cual puedes ser tan bueno como malo dependiendo cómo se le vea.  

La rima es impecable y profunda aunque la mayoría del tiempo se olvida de darle un paralelismo con las melodías, y suena más a un discurso que no tiene la necesidad de obedecer ninguna métrica, en el fondo siempre habrá un jazz suave al cual en ocasiones le robaran protagonismo diversos instrumentos folclóricos, pero todos trabajados dentro de una misma atmósfera para que no suenen con excesiva estridencia; en cambio, se percibe que estos sonidos están permanentemente permeados con una dosis de psicodelia, que se encarga de alterarlos sólo lo suficiente para hacer de este LP una experiencia un tanto surreal de principio a fin. Las canciones varían también en longitud, las hay muy cortas o de más de cinco minutos y pueden cambiar de ritmo e incluso detenerse de un momento a otro para recrearse completamente; es precisamente por eso que escribía arriba que este nivel de experimentación puede volverse un poco caótico si de antemano se espera un álbum de Hip Hop, digamos, ‘regular’. Música que se disfrutará más si se aborda con el mismo surrealismo que nos ofrece, si se posee esa curiosidad por desmenuzar sus variados componentes, o bien, si se disfruta esa cualidad de ser un compendio de canciones totalmente impredecibles, sino es así seguramente será difícil hacer una conexión con Bob´s Son y sus treinta y cinco minutos de duración, y esto lo dice alguien que disfruta de escuchar la música más pacheca posible. 

Pienso que a R.A.P. Ferreira le falta todavía un camino largo en donde seguirá evolucionando su sonido mientras sigue creando tendencias en el proceso, aplaudo una obra honesta y sin intromisiones creativas que entorpezcan el mensaje, y el poder escuchar un álbum que refleje enteramente a la persona que lo hace, probablemente aún no esté listo para saberlo disfrutar en toda su extensión siendo una obra tan subjetiva, pero si puedo reconocer que da gusto saber que aún hay artistas cuya prioridad es crear algo significativo que optar seguir las desgastadas reglas que impone la industria musical. 

Los dos tracks recomendados:

Redguard Snipers: Una de las primeras canciones del álbum y de las pocas consistentes cuyo propósito es ir elevando el mood, al principio se sentirá como un despegue y esta canción es justo el clímax de esa levitación (por lo menos en la primera parte) y segundos después, sin previo aviso vendrá la caída que se vuelve igual de disfrutable.

Rejoice: Pues bien, está canción es la penúltima, casi el punto final de este viaje, una planicie para aterrizar; tranquila pero pegadora, la letra se antepone al ‘beat’ que de alguna forma también hace lo suyo para avivar un sentimiento un tanto desolador, una joya para los amantes de la caída libre.

Por Armando Castillo 

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