Es de mi agrado poder traerles esta reseña de una de las bandas que rápidamente se está haciendo notar no sólo en las filas de la escena en la Ciudad de México, sino que con dos álbumes ya tiene más que consolidado el estilo del que partirán para experimentarse y de paso transgredir con su mensaje; la música haciendo uso de la intensidad ruido para destruir convencionalidades, ‘Golly’ es entonces un trabajo bien elaborado del ‘fuzz’, un recorrido infatigable que no deja de vibrar en el cuerpo y una declaración furiosa desde las irreparables ruinas del ser y los lugares que nos rodean.   

A Mengers, los hemos visto dos veces y en ambas ocasiones ha sido sencillo envolverse en la estática permanente y de allí explotar en el transcurso de las canciones como el volumen nos lo iba dictando, allá cuando se podía y se celebraba el poder estar recibiendo madrazos en un slam; la última vez fue en la edición del Marvin 2018, por la tarde, cuando la cerveza fría cae mejor y la música abre el panorama destructivo con todas sus posibilidades, está de más decir que lo disfrutamos bastante y de ahí a la fecha ha sido una de las bandas a la cual siempre documentamos, no sólo por el gusto de hacerlo sino porque es fácil convencerse del alcance que irían teniendo. Este LP es muestra de no sólo una evolución musical sino también de una revolución intencional que persigue un propósito; la música relampagueando por enfrente y la voz distorsionada haciendo eco por detrás nos incitan a asomar la cabeza dentro del agujero de la vida diaria, hacer algo con el estruendo, un soundtrack para reconocer y hacer estragos en la rutina impuesta.    

Debió volverse un reto darle forma a ese caos permanente pero la transición para instrumentalizarlo se da de forma muy natural, el fuzz toma forma de velo sonoro de principio a final y de allí se van rolando el turno entre los tres integrantes para que se sostenga en todo el camino, power trío que apuestan todo en cada canción. Aunque Golly es un reflejo de la frustración de una generación consumida cada vez más por las circunstancias, no significa que en el camino deje de experimentar con diferentes géneros para hacer más rica la experiencia; ya habíamos escrito sobre Pantitlán, uno de sus pasados sencillos:   

‘Pantitlán no es una estación en la línea del metro en la Ciudad de México, es lo que hay detrás de los días y la gente que la envuelve, es una voz distorsionada que se pierde en el latigueo constante de una guitarra que hace círculos allá a lo lejos para marcar el lugar de la caída, lo demás es la fractura y sacudirse el polvo, sentirse desaparecer con el eco de la voz y regresar para azotar el cuello en el aire cuando el rasgueo lo exige, un viaje en espiral en dirección a lo que permanece oculto en algún rincón capitalino y que no se cansa de avivar la llama de quién se toma el tiempo para descifrarlo.’   

Cómo podrán ir descubriendo parte de la intención detrás de las canciones es construir una descripción sonora de los rincones de la Ciudad de México, que va más allá de la impresión del turista, una ciudad secreta construida por recuerdos y experiencias, riffs y golpes en los platillos que evocan una pelea invisible en contra de las fauces de la capital que todo desaparece. Por otra parte, en su canción ‘Terror’ el discurso permanece pero se aborda mejor desde el doom-metal haciendo una reverencia a bandas como Black Sabbath, aquí se permiten experimentar más con los espacios para ser más claros con la contundencia de la letra fatídica, -terror en la humanidad, en mi cabeza nada va bien y ya no quiero estar vacío-, ciclos que sugestionan el mareo, la canción se siente como arrojarse de cabeza por una colina y cada vuelta es mejor. En ‘Papando Bytes’ se parte de una base garajera que se va cuajando con la distorsión del grito de guerra, el ritmo insano de la batería y el bajo, de nuevo tomando elementos que nacieron en los rincones nocturnos del extinto DF, esa voz que continúa haciéndose presente acompañada de un salvajismo paralelo, el fuzz poseído por las vibras urbanas. Todo ‘Golly’ pareciera hacerle un guiño a algunas de las diferentes personalidades sonoras que coluden en la capital y que aunque provenientes de distintos géneros comparten la misma dirección opuesta a lo impuesto; una declaración salvaje eso sí pero necesaria para salirse de los esquemas conformistas de los que nos han inundado, como si el mundo no estuviera cayéndose a pedazos, un álbum hecho con notable empeño en los detalles y que busca tomar una postura autentica en la industria con lo mejor que saben y han perfeccionado en su camino: el ruido, contamos los días para verlos por tercera vez y presenciar en qué se ha convertido su música en vivo desde aquel entonces y de paso averiguar en qué nos hemos convertido nosotros también. 

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Canciones recomendadas: 

Papando Bytes:  Hay muchas canciones versátiles en este álbum para satisfacer diferentes necesidades así que por esta ocasión me incliné por la subjetividad y escogí Papando Bytes, simplemente porque se me hace una canción muy bien ejecutada y que supo combinar, como ya escribía allá arriba, dos corrientes logrando mantener esa esencia que las termina uniendo a final de cuentas, un buen himno para avivar cualquier madrugada.

Pantitlán:  Esta canción es la columna vertebral de este álbum y no sólo nos habla de la capacidad técnica de sus integrantes sino de esa convicción por darle un contexto que enriquezca esos sonidos, y eso es importante porque a mí parecer dejan de ser una banda circunstancial para convertirse en unos cronistas musicales de esta complicada era y sus rededores en la música nacional. 

Texto: Armando Castillo

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