Modest Mouse es una de esas poquísimas bandas que voluntariamente me he forzado a seguir su carrera con todo el ahínco de un fan que aparentemente no deja de estar agradecido, ha sido una montaña rusa de emociones pero con todo y sus altibajos la aprecio como pocas, y es que verán, aunque no me tocó escucharlos en la época dorada del prolifero noise y punk, sí llegó justo a mis manos en la transición al indie ‘dos milero’, que siendo sinceros no compartía muchas características con aquellos contemporáneos musicales; ‘good news for people who love bad news’ cumple por estos días diecisiete años, en aquel entonces este álbum no sólo era ese sonido de rock piratesco lo que lo hacía destacar, ni en su totalidad la cantidad de excesos que directa o indirectamente te arrastraba a perseguir, la razón principal por la que continua vigente es porque se volvió un parteaguas existencial de una generación que ni siquiera sabía que lo necesitaba, esa desolación iba más allá de las desventuras románticas de Paul Banks y compañía y del resentimiento post junkie de placebo, aquí se le hacía tributo directamente a lo irremediable, la muerte y un pesimismo exorbitado por la existencia que hacía contraste con trompetas, distorsión, brindis y gritos; un escandaloso festejo a lo efímero que ya en confianza podía devastarnos sin mucho esfuerzo a la primera vuelta. 

Eso fue es álbum y lo sigue siendo cuando lo amerita la nostalgia, y después de ahí viene el sinuoso camino que precede a una obra maestra, la depresión melódicamente seguía el mismo flujo descendente que el alcoholismo Isaack Brock, había canciones rescatables, claro, pero que jamás alcanzaron la lucidez destructiva de ‘good news’, después vino la redención, la desintoxicación, la nueva era en donde se esforzaron en encontrar un nuevo punto de partida para nuevas generaciones que ya se enfocan más en solucionar los problemas tangibles que los metafísicos, y aquí estamos, hice esta introducción antes de escuchar su primer sencillo desde hace seis años así que lo que venga todavía es una sorpresa que ya iremos convirtiendo en algo más en el transcurso de este texto, escuchemos.

Y bueno, después de unas cinco vueltas lo que puedo decir es que ‘We are between’ es que es una mezcla que se encuentra en medio entre lo que fue y en lo que quiere convertirse el sonido de Modest Mouse, aunque para un seguidor asiduo puede que la nostalgia influya en el entendimiento de esto; para empezar se nota una armonía más estilizada y la voz de Isaac Brook se apacigua para no desentonar con esta nueva aproximación de su estilo musical, se cambia esa efusión desesperada por un sentimentalismo que podría decirse que aborda lo existencial con más melancolía, Isaac se ayuda de coros en las partes clímax para enfatizarlo, el pesimismo con el que solían expresarse es casi inexistente lo cual es enteramente entendible, tal vez lo que los hizo icónicos en aquel entonces es que hacían su música contemplando el abismo desde la desperacion, un abismo al cual ya se arrojaron hace mucho tiempo. Las personas cambian, la forma de hacer música y de escucharla también. Esto se puede comprender mientras la banda no se llegue a convertir en una parodia forzada de sí misma, y creo genuinamente que éste no es el caso, la canción puede ser muy disfrutable e incluso tener guiños del ‘alt rock’ noventero que por algunos momentos suena a la faceta entusiasta de ‘the cure’, pero le falta contundencia para hacerse notar en esta era de creaciones tan contrastantes, hay una dedicación por evolucionar pero a la par se sintiera que no están tan convencidos en dar este paso, digo esto por algunos elementos que sienten innecesarios en la canción y que fueron sumados con el único objetivo de adornarla (precisamente como los coros), también por su conclusión tan abrupta que hace que se sienta inconclusa, como si fuera perdiendo fuerza hasta desvanecerse.

Aún así hay elementos rescatables y puede que ésta sea sólo una introducción para presentarnos la completa evolución de su proceso creativo en cuanto salga su LP ‘the golden casket’, yo por mi parte y permitiéndome ser subjetivo espero que así sea, es una imposición para mí seguir firme en este fanatismo porque para bien o para mal me regalaron uno de los mejores álbumes que he escuchado para musicalizar una de las etapas de mi vida, allá lejos, cuando había tanta belleza en la autodestrucción. Los dejó entonces con el sencillo ‘we are between’.

Por Armando Castillo 

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