Inicié el 2021 con el propósito personal de superar la cantidad de películas que había visto durante el 2020: 300. A un mes de terminar el año, y a una cantidad imposible de al menos 91 películas por ver para cumplir con la meta, me fue solicitado hacer un recuento de las mejores o más memorables que vi.
Como me resulta más sencillo hacer cualquier otra cosa en vez de lo que debería, decidí hacerlo.
Así que sin un orden o jerarquía particular comenzaré hablando de Shiva Baby (2020), la ópera prima de la cineasta canadiense Emma Seligman sobre una chica bisexual judía que se encuentra a su sugar daddy en un funeral familiar. Es una película increíble por la maestría que tiene en construir tensión y ritmo, tomando elementos muy característicos del cine de terror mezclándolos con melodrama de tal manera que se vuelve una suerte de comedia incómoda, dando como resultado una historia súper atrapadora que nos recuerda los horrores de las reuniones familiares donde tus tías te cuestionan por todas tus (in)decisiones de vida mientras debes engullir su comida. Por si no fuera suficiente, tiene una estética impecable, música estupenda y una prodigiosa dirección. Sin duda una película altamente inspiradora.
Haciendo este recuento fílmico me descubrí con una debilidad por las películas que retratan dinámicas familiares particulares que hacen honor a sus complejidades y espontaneidad, lo cual me lleva a mencionar Kajillionaire (2020), el tercer largometraje de Miranda July. En esta película nos adentramos en las relaciones entre los miembros de una familia que se dedica a mentir, robar y estafar, mostrando un extracto muy particular de la sociedad estadounidense. Así como en el resto de la obra de July, se abordan los temas de la soledad y la complejidad del amar y ser amadx desde la comedia de lo absurdo. Es una película maravillosamente bella tanto en su fondo como en su forma, que te mantiene embriagadx con la tensión sexual entre Evan Rachel Wood y Gina Rodríguez, y que de alguna manera, de pronto hace que te autodescubras llorando en la oscuridad. Los grandes artificios del cine.
Sobre Miranda July, quiero hacer una mención especial a su fashion film Somebody (2014) producido por Miu Miu, dado que me ha parecido una de las microficciones más ingeniosas que he visto en mucho tiempo. Si te da curiosidad, puedes verlo aquí:
https://www.shortoftheweek.com/2014/09/11/somebody/
Manteniendo el tema familiar, me viene ahora a la mente Mustang (2015), otra película debut, esta vez de la cineasta turco-francesa Deniz Gamze Ergüven sobre cinco hermanas huérfanas adolescentes que viven bajo reglas muy estrictas de su familia que las prepara para ser parte de matrimonios arreglados. A diferencia de las anteriores, esta es una película con un tono más serio y dramático, pero igualmente hermosa. Mustang es una crítica a la cultura patriarcal y conservadora que determina el destino y futuro de las mujeres desde muy temprana edad, restringiéndolas de toda libertad. Es además un bello retrato de la hermandad, y nos muestra el poder de un corazón inquieto e inconforme. Una magnífica obra de arte.
Al ver producciones donde se muestra la violencia sistémica que se ejercen sobre nosotras desde pequeñas, inevitablemente mi cabeza deambula a mi pasado y al presente de muchas más, comprendiendo todo aquello que me resultaba absurdo o injusto mientras crecía, y deseando un cambio milagroso en nuestra realidad. Una película que me marcó mucho por estas razones fue Noche de Fuego (2021), la primer ficción de la directora salvadoreña Tatiana Huezo.
Esta cineasta se formó en el cine documental y sin duda su influencia está muy presente en esta película, pues aborda con mucha sensibilidad el tema de la inseguridad y los peligros que suponen ser una niña y adolescente en México, haciendo un bellísimo tratado sobre el significado de ser, crecer y autodescubrirse mujer en un contexto hostil; y de la amistad como un vínculo que trasciende cualquier fisicalidad. Una historia muy intensa acompañada de lo que quizás sea el mejor trabajo hasta ahora de la cinefotógrafa Dariela Ludlow, y con una edición espectacular por parte de Miguel Schverdfinger. No me queda duda de que muchas llamas se encendieron con esta película.
Seguido me pregunto porqué disfruto tanto de ver historias guiadas por adolescentes, si es acaso una especie de síntoma del síndrome de Peter Pan o si solamente me gusta el chisme. En realidad no he llegado a ninguna conclusión tajante, sin embargo, he descubierto que me resulta embelesante el ingenio y espontaneidad con que lxs jóvenes abordan distintas situaciones. Además de que me parece altamente interesante ver cómo se van formando las personalidades e ideologías de las personas que después reconocemos en la adultez.
Un ejemplo de esto fue Eleições (2018), un increíble documental dirigido por Alice Riff. Esta película sigue a varios grupos de estudiantes de preparatoria en Brasil que se preparan para sus elecciones internas y elegir a la planilla que les representará ese año. Es un documental muy divertido con múltiples personajes muy simpáticos y entrañables. Es muy interesante por el momento político en que se hizo, anunciando de cierta manera la llegada de Jair Bolssonaro a la presidencia de Brasil. Es tan sorprendente en su realización que constantemente te hace cuestionar si en verdad es un documental o una ficción, no obstante, dudo que haya escritorx que posea la habilidad de escribir algo tan natural. Recomiendo mucho este documental.
En tiempos como estos, de tantos cambios e incertidumbres, podemos sentir la necesidad de encontrar espacios que nos den confort, y qué mejor que sumergirnos en las historias de otras personas. Para mí, una de las películas más memorables que vi este año fue Danzón (1991), dirigida por la emblemática María Novaro. Una historia muy bella sobre una mujer que emprende un viaje buscando a un amor y termina encontrando muchos más. Con María Rojo, Carmen Salinas, y mucho baile, este filme explora distintas feminidades y la diversidad de las conexiones humanas. Una película que resulta tan natural y agradable que se siente como un abrazo constante, entrando directamente a mi lista de comfort movies.
Como parte de un ciclo de cine en retrospectiva de la cineasta y artista transdisciplinaria taiwanesa Shu Lea Cheang, descubrí Fresh Kill (1994), la increíble película ecocybernoia que retrata una ficción sobre los horrores medioambientales causados por el tecnocapitalismo, las grandes corporaciones y la cultura del desecho desmedido. Situada en la ciudad de Nueva York, este filme entrelaza las historias de una pareja de lesbianas y su hija, un hacker cocinero de sushi, una controversial presentadora de televisión y un joven magnate de los negocios, en un icónico restaurante de pescado radiactivo. Ésta fue la primer película de Shu Lea, y vaya manera de debutar mostrando una asombrosa premonición sobre la realidad que prevalecería más de 20 años después. Con una edición súper dinámica, visuales sensacionales y un increíble uso de la música, sonoridad y los juegos de palabras, esta película me sorprendió y emocionó como no experimentaba en un buen rato. Un verdadero hit en la Comuna.
Cerraré este recuento con una película que realmente sacudió la casa Palenque este año. Luego de que el Max cocinara su famoso pollo jamaiquino y develara su oculto sueño de ser padre, la función estelar de la noche fue Black Bear (2020), la alucinante película dirigida por Lawrence Michael Levine y protagonizada por Aubrey Plaza. Es una historia que inicia tranquila con una joven cineasta que quiere escribir su siguiente película y es recibida por una pareja que vive en una cabaña en el bosque mientras lo hace, y a partir de ahí las cosas se tornan extrañas.
Black Bear es una obra fascinante que habla sobre los celos, juegos mentales y el poder de la manipulación, donde Plaza ofrece una actuación fuera de este mundo. Con una mezcla de thriller, drama y fuertes tintes de comedia negra, una estupenda edición y gran uso de la música, esta película nos mantuvo al filo del asiento y llenxs de angustia durante hora y media. Difícilmente puedo encontrar las palabras para hacerle justicia, pero si algo diré, es que al terminarla el Max se había rendido con su sueño paternal y de realización cinematográfica. Una joya contemporánea.
Mientras hacía este interesante ejercicio de remembranza fílmica -y tal vez tú al leerlo lo hayas notado también-, me di cuenta de que entre todas las películas que vi durante el año, las que más resaltaron y que viven ahora rent-free en mi cabeza, fueron obras dirigidas por mujeres, a excepción de la última, y varias de ellas son óperas primas; lo cual me pareció fantástico. Hay tantas joyas que podemos encontrar al empezar a apuntar nuestra mirada a otros lugares, y creo que justo ahora vivimos en un momento privilegiado en la historia para poder hacerlo.
Varias de las películas que fueron aquí mencionadas, pueden ser encontradas en plataformas de streaming. Sin embargo, absolutamente todas las puedes encontrar en tu página de piratería de confianza.
*Ver Ireta es una artista digital enfocada a la realización y la experimentación audiovisual a través de distintos medios. Ha trabajado en el desarrollo y post producción de diversos proyectos cinematográficos, artísticos y de publicidad, así como en animación y vídeo experimental. Es parte de la colectiva Cyborgrrrls que organiza anualmente un encuentro tecnofeminismo en la ciudad de México; y del dúo de cine expandido V/V.