El Callejón, no es un lugar cute, ni el referente de la cultura oficial, mucho menos un club de snob aunque algunos fines de semana lo parezca.
Un proyecto de Buenos Aires , de esos que evocan la delicadeza salvaje de la cultura Argentina, Isla de Caras, llegó el viernes aquel para compartir su música con el público leones. Me colé al lugar pasadas las 10 pm. Por primera vez iba en modo fan al Callejón. Los había escuchado un par de años atrás. Me encanta la nostalgia que encuentro en la cadencia de su lírica. Con sus debidas proporciones creo que condensan herencia literaria, sonidos suaves y rotundos, una mezcla única que define su inconfundible estilo.

Fotografía: Armando Castillo

Me quedé en la zona de convivencia y bebida fuera del foro donde ya abrían el show otras bandas locales. Vi pasar frente a mi a Lauti, vocalista de Isla de Caras. Seguí su recorrido con la mirada. Venía de una de las mesitas de enmedio. Caminé hacía allí y solté el primer fonema intentando sonar porteño/mexicano. Me hizo la plática el buen Panchito, guitarrista de la banda. Al final uno busca resonar el eco de la lectura solitaria cuando una novela lo conmueve hasta la médula y hacía tanto que no me deleitaba chismeando largo y tendido de Roberto Arlt, Bolaño, Rulfo… Regocijo de mi alma haber entablado tremenda charla con los pibes. Lo digo por el sencillo pero rotundo facto de la escritura genuina, de la creación estética de un estilo y una premisa. Los escuché en la charla y confirmé su autenticidad cuando coparon el escenario. Acordes suaves con el echoe en la guitarra que metiera en sus guitarras el flaquito Spinetta, Fito y Cerati. «No maquines al pedo» nos cantaba el buen Lautaro mientras desplegaba con guitarra y voz el inicio del frenesí en el Callejón. Un performance impecable, ejecución exquisita. Me descubrí bailando sin remedio y sin motivo: flojito y cooperando.

Fotografía: Armando Castillo

Y es que en estos tiempos de viralidad estúpida uno agradece el canto auténtico. Máxima sorpresa que como si me conocieran cerraran el toquín con un himno a la rebeldía, al sueño de la revolución desde la creatividad: Demoliendo Hoteles del master Charly García.

Sin duda recibimos a una banda que tiene ya un presente magnífico y el futuro le vendría como una carretera sin fronteras desde el sur hasta el corazón de toda América y porque no de las europas. Qué lindo que haya sido acá, en el Callejón, porque de acá, del arrabal, siempre ha surgido la movida que después se apropian los de arriba. Ojalá se muevan muchos que andan muy cómodos allá arriba y se asoman con cara de fuchi haciendo la parodia del artista.

Por Román Isaí Suárez

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