Por: Pixiny Ibarra

Lux Aeterna entró en mí como una canción de cuna que se mece entre las teclas de sintetizadores que imitan a un xilófono o quizás una cajita musical Kalimba: Tan punzante; al inicio hasta me asaltaron vibraciones que estallaron en mis tímpanos, junto a las percusiones que fueron adueñándose del espacio sonoro y el ritmo; un ritmo contagioso que te incita a pararte y mover el esqueleto, en medio de una catedral donde resuenan en los cristales las vibraciones del órgano que intenta escapar de las paredes que lo limitan. Fantasma Eléctrico cantó una voz subrepticia detrás de los muros que de inmediato reconocí, y abrió paso a todos mis recuerdos una voz que hace temblar las teclas de los sintetizadores.

En Lux Aeterna, la voz de Hugo Alegría brotó como brota el magma de un volcán activo, primero con sigilo casi imperceptible y luego repentinamente expulsa la lava causando desórdenes emocionales, desparramando fragmentos de toda su trayectoria en el mundo de la música experimental. 

Así se evocó en mi imaginación; la mirada penetrante de Alegría, junto a sus cabellos de espuma de mar a media noche danzando al ritmo de los dedos de Rodrigo Ugalde elevándose en la explosión del aire, para volver a tocar con éxtasis las teclas que engendran a este sencillo titulado Lux Aeterna.

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