Una noche de dúos electrizantes y ochenteros en el Niño Caído…
La noche del diecinueve de noviembre fue de dúos en la ciudad de Guanajuato; y con los hermanos Valdivieso y Alegría el «niño caído» se levantó de donde sea que se haya caído para volver a resurgir de entre los sintetizadores eléctricos que fulminaron por todas sus paredes, desde los dedos fantasmagóricos de Rodrigo Ugalde y la fantástica subrepticia voz de Hugo Alegría.
Los hermanos debutaron la noche del sábado en el bar cuyo nombre se levantó desde los subsuelos para gozar de las piezas más electrizantes que hayan tocado nuestra piel. Tuve razón cuando me dije a mí misma que Fantasma Eléctrico, en vivo iba a desembocar otro mundo; y así fue.
El escenario estubo apretujado, todos querían ser testigos de los primeros movimientos liberadores de Hugo Alegría, quien dio hasta el último suspiro en el escenario.
Fantasma Eléctrico, es un proyecto que los hermanos Alegría empezaron juntos, una mezcla entre música electrónica, experimental y alternativo en donde Hugo escribe las letras mientras que Rodrigo crea las mezclas en los sintetizadores, para ambos dar vida sonora a lo que intentan transmitir al mundo.
Esa noche también nos acompañaron los melifluos de Bloody Peach, la dulce voz de Julia se interpuso entre las paredes electrizantes de la banda anterior y el efecto relajante del alcohol que viajaba por las venas de todos los presentes, el humo de los cigarrillos se mezclaba con las pieles del público balanceándose al ritmo de la música retro –indie que Bloody Peach nos convergió.
Mientras, a la altura de las escaleras que daban para los bares del segundo piso, se encontraba Elizabeth Valdivieso; sentada, fumándose un cigarrillo, sumida en sus pensamientos…, tan despreocupada, expulsando el humo de su boca, que, quizás la liberaba de la tensión al ser la próxima en salir al escenario. No sabía si sería un buen momento para acercarme y hacerle un par de preguntas, no quería interrumpirla, pero la curiosidad me invadió en espíritu y en un parpadeo ya estaba sentada a su lado.
La entrevista se tornó en una amena conversación, ya no solo era Valgur, sino también, ellos como personas que, desde sus raíces, buscan conectar con cada individuo para crear conciencia sobre la situación crítica que vivimos día a día en México, transmitiendo cada reflexión, pensamiento y sentimiento a través de la música.
Valgur es un proyecto formado por los hermanos Valdivieso; Elizabeth y Hugo, originarios de Oaxaca, quienes decidieron emprender este viaje a través de las tierras indígenas de México. Valgur es una mezcla entre los géneros synth pop, vaporwave y mezclas ochenteras que suenan anacrónicamente iridiscente; un proyecto realmente incomparable por tocar temas de su tierra natal temas que pocos se atreven mencionar. Valgur realmente está orgulloso del lugar de donde viene y comparten ese orgullo y ese amor por su tierra, de la manera más humanamente fascinante, por medio de la música.
He aquí un poco de lo que Elizabeth nos contó sobre el proyecto…
—¿Cuál fue la conexión que sentiste con las mujeres al escribir la canción de Zapandú?
—Bueno, Zapandú es una palabra que está en zapoteco y es el nombre de una planta que se llama chintul, que crece en los pantanos de Tehuantepec. Esta planta la utilizaban las mujeres zapotecas para perfumarse, al triturar las raíces de la planta que usaban para perfumarse sus cabellos. En realidad, sentí esa conexión con Zapandú justamente cuando estaba también en contacto con Rogelia.
—¡Claro! Rogelia, me parece es la canción que interpretan en zapoteco, ¿Cómo fue que surgió Rogelia?, ¿Quién es Rogelia?
—Rogelia es una figura femenina que tiene un peso en la maternidad, es como un ente con esa carga que llevan todas las madres, y a quien yo recurrí como una especie de refugio, es también un homenaje a todas las mujeres. Rogelia se manifiesta en un contraste entre flores blancas y el fango.
—Justo hay una canción que me encantó, y creo que fue la primera que escuché del álbum Zapaundú, se llama vampiro, ¿De dónde surgió la inspiración para esa canción?
—Esa canción la escribió mi hermano Hugo, se inspiró en un libro de Luis Zapata, que se llama El vampiro de la colonia Roma. Hugo estaba leyendo ese libro cuando nos fuimos a vivir un tiempo a la Ciudad de México, justo en la colonia Roma.
—¿Cómo fue que empezaron este proyecto, cuál fue el escenario en donde nació Valgur?
—En realidad, nosotros desde pequeños fuimos inducidos a la música por la religión cristiana. Desde que éramos niños los dos empezábamos a tocar instrumentos y a cantar en los coros. Luego ambos empezamos a componer pequeñas sonatas y poco a poco fuimos construyendo este proyecto. A nuestros padres al principio les preocupaba que nos tomáramos muy en serio la música, pero luego se dieron cuenta de que realmente es algo que hacemos con amor.
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Proyectos como Valgur, con un potencial más allá de lo que se espera en estos tiempos, es una bofetada a la dignidad de México; y el escenario estaba tan sosegado danzando sobre sí mismo o consigo mismo: el Niño Caído había vuelto a caer sobre sus pies al no saber qué hacer con el ritmo que lo insinuaba a leer y las letras que lo precipitaban a pensar.
Valgur cerró con una canción del álbum Zapandú llamada “El pozo” Inspirada en una noticia sobre un feminicidio, un tema bastante alarmante y delicado en México. El público quedó absorto con el performance que Elizabeth nos obsequió esa noche, de pronto, una chica tierna vestida de blanco y con un oso de peluche bajo el brazo, llevándonos de la mano con su suave voz, apareció repentinamente con el rostro manchado de sangre, expresando corporalmente el dolor, el miedo y la impotencia que todas las mujeres sentimos cada día al salir de casa.
Elizabeth también nos comentó que ya estaba por salir su nuevo álbum titulado “Armageddon” y hace un par de días acaban de sacar su nueva canción “Hijos del caos”; se las compartimos para que vayan a escucharla.
Texto por Pixiny Ibarra
Fotografía por Armando Castillo