一¡El guitarrista se ha quedado en pelotas!

Gritó Gerard Alegre en un intérvalo de la tocada y el público en medio de bullas se incendió tras las ráfagas acaloradas que desprendían los cuerpos vigorosos, sudorosos, extasiados en cada nota, cada rebote de las percusiones en que Alejandro Íñiguez hacía danzar sus baquetas, electrizados en cada fulgurante tecla que revivía bajo los dedos de Pol Valls, los cuerpos destellando al ritmo de los acordes que se deslizaban efusivos desde las venas de Bernat Castells hasta las cuerdas de su guitarra ardiente.

Como ya sabemos, El Último Vecino trae consigo una gran trayectoria a través de diversos géneros y hasta hoy con su último álbum titulado Juro y Prometo, surgen temas post-punk en todo su esplendor alternativo independiente, del cuál en este concierto pudimos disfrutar de canciones de este mismo álbum como la ya mencionada; Ábreme la puerta, El desastre, Niño disculpame, canción en que pudimos colapsar nuestra infancia junto a la voz de Gerard. Pero el público aclamaba los sencillos como Mi escriba, Tu casa nueva; esta última ,con la que tengo que confesar, quedé flechada a esta banda.

一¿Si pudieras describir a México con una de tus canciones, con cuál sería?

一Tu casa nueva, bueno, mi casa nueva. 一respondió Gerard.

Hoy te he visto en tu casa nueva

En tu casa tranquila

Hoy te he visto en tu casa nueva

Tu casa llena de vida

Y no hablemos de cómo el público se volvió frenético al sonar la tan esperada canción de Culebra. Hasta varios chicos traían sus carteles dedicados a El último vecino, algunos malhumorados pedían que bajaran ese cartel pero ellos lo alzaban con orgullo.

Tuve el privilegio de asistir al soundcheck y acompañar a la banda a cenar al restaurante el Bronson antes del concierto. Fue ahí donde Gerard Alegre nos confesó, con abanico oscilante en mano, que ya no podía contener las ganas de cantar. Tenían toda la emoción encima y a pesar de odiar el calor, se sentía feliz y triste también porque al día siguiente partirían a sus tierras lejanas.

一Yo malvivo de la música

Soltó Gerard tras una conversación en la que descubrimos que él era el único de la banda que no tenía otro trabajo más que el de la industria musical.

Más allá de romantizar la creación musical con el malvivir de la música, Gerard nos compartió la importancia que tiene para él, compartir su música con el público, y cómo ver los espacios semi oscuros llenos de personas que aparecen y desaparecen tras efectos de las luces  de colores, contoneando sus cuerpos al ritmo de sus canciones mientras cantan al unísono las letras que él escribió, le llenan el alma de una inexplicable satisfacción y felicidad.

Si ves que hace rato ya que no aparezco por tu sitio

No es que me haya perdido

Que probablemente rendido

Y probablemente malo…

Díganme idiota; pero dejé de actualizar los últimos 10 años mi repertorio y ahora me top  El Último Vecino, y nunca me arrepentiré de haber aceptado la invitación. Puede ser interesante leer sobre la primera impresión de un idiota. Para aprovechar mi ignorancia, pude regalarme esa sorpresa. ¿Qué puedo decir de vos la primera vez que te vi? Un tipo raro que nunca voy a olvidar visitó el Callejón esta primavera junto a toda su pandilla de Barcelona.

Hubo algo distinto en el aire que no tuve chance siquiera de enterarme. Algo que hizo inolvidable el pasado 7 de mayo después de unos meses clavado en la cotidianidad.

Apenas he podido reconocer que fue el desahogo que necesitaba. Un domingo que me hizo sentir en la orilla de un risco.

Luis Edgar Paredes

Quizás sea el público indicado a quién va dirigido cada canción, pero pude sentir cómo cada letra y cada nota se clavaban en los pechos de los oyentes, una masacre emocional y sentimental aquella madrugada que pendía del domingo al lunes. Justo cuando Gerard y Bernat protagonizaron Nostalgia, juntos el uno al otro, tocando con todo el sentimiento encima, la piel se me erizó colapsando en míticos segundos en que me sentí presente, existente, nostálgica.

一¡Que nos pidan perdón antes de que toquen!

Gritó un chico bromeando ante una historia entre México y España que nos podría separar por orgullo y rencor, venganza y pérdida. Pero aquí estamos, nostálgicos pidiendo perdón por todo lo que nos debemos a nosotros mismos, cantando porque solo a través de la música podemos converger a pesar del pasado.

Por Viridiana Ibarra

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