Hace par de meses aproximadamente la banda Chihuahuense Dead Animals sacaron su segundo LP titulado ‘el vacío’, cinco canciones que proponen una narrativa que debe seguirse en el orden que se nos presenta para internarse de manera adecuada en este descenso sonoro lleno de matices, de contrastes y transiciones; lo que se nos ofrece aquí es un ejercicio muy detallado de progresión, partiendo lentamente de la nada hacia un clímax en donde todos sus elementos irán intrincándose, un distintivo del género post rock y que acá se usa de una manera muy particular para llevarnos de un punto a otro, entre géneros también que irán tomando forma conforme se nos arrastre con las notas.

Cada canción de este LP está compuesta de dos partes, recurriendo al contraste para resaltar el protagonismo en turno; de lo instrumental a lo intempestivo, al doom, al black metal, al grito que se alza mientras las notas se aceleran, a veces el clímax llega de manera tajante y en ocasiones es la misma transición la que nos va conduciendo, transformándose en el camino, apuntando la dirección cuyo resultado se presiente con más nitidez previó a ese encuentro; el ansiado rasgueo, antesala del panorama qué dejamos atrás y que ellos mismos se dedican a destruir en conjunto demoledor con la voz gutural, cuerdas y percusiones; el contraste y la compleja belleza que existe en la ausencia de la otra parte que la complementa, así el viaje que nos ofrece dead animals con ‘el vacío’, hay que tantear el borde antes de dejarse caer.

Una de las canciones que más disfruté fue ‘vida eterna’ en la  que no sólo cohesionan de manera única y emocional estas dos partes, sino que mediando entre éstas hay diversos monólogos que acompañan el inicio o desenlace de las canciones, cifrando la intención pero dándole un perfil etéreo y subjetivo al caos que evidentemente arrastra desesperación en cada una de sus notas, una forma sutil de ir nombrando ese agujero que se nos va describiendo con palabras ajenas para que sea más sencillo hacerlo propio.

Entonces por acá les compartimos este proyecto que seguramente van disfrutar, no sólo si son amantes del doom o del post rock, sino también si se encuentran en ese punto de búsqueda en donde lo conceptual y las definiciones ya son la primera traba, acá hay música a la que se le dedica el cuidado para construirla dejando que el mismo sentimiento que la forma sea el que se contagie con sus canciones, con una paciente destrucción como narrativa, y la intrincada labor de escuchar y sentir como se va consumiendo la mecha.

Por Armando Castillo 

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