El viernes pasado nos armamos de valor y salimos de nuestra querida ‘ciudad gasolina’ directo a León para ver a la que creo que es una de las bandas más emblemáticas de la psicodelia de hoy en día, muy menospreciada para el talento que poseen, Holy Wave es una banda que se originó en el paso Texas con tres discos en su haber y una gira ininterrumpida por todo el mundo; una gira precisamente que se ha hecho sin la pretensión de otras bandas que carecen de su complejidad y que contando ya con un determinado reconocimiento se niegan a tocar en los pequeños escenarios que los vieron nacer, como si algo así demeritara su carrera. Nosotros ya sabíamos esto, aún así fue una tremenda sorpresa saber que tocarían a una hora de nuestra ubicación justo después de lamentarnos por no poderlos ir a ver a Guadalajara, así que sin dudarlo mucho nos armamos de unas cheves camineras y en menos de lo que dura un doce ya estábamos en la puerta del bar la Testarossa con una sensación generalizada de ansias, puestísimos ya para deleitarnos con el Festival Visceral que la Factory House nos tenía preparados, con esos buenos nervios que se impregnan en la audiencia con el suspenso que produce una buena banda. El lugar hacía buen eco a toda esa parafernalia psicodélica que se avecinaba, luces de neón mezcladas con sus respectivos rincones oscuros para poder ocultarse por si el trance musical ocupaba privacidad, esto y toda la vibra retro hacían que cualquier nocatámbulo se sintiera cómodo para empezar a partir en su respectivo viaje auditivo con la bebida de su preferencia.

Modern vice:

Empezamos a diluir esas ansias insistentes con modern vice; oriundos de la cuidad de León enseguida se fueron apropiaron del lugar sin prisa alguna con un post punk meditado, melodías que conforme se acercaban al clímax iban matizándose con otros géneros, había una estridencia perpetua en su melodías que crecía con la letra acercándose por momentos a un rock progresivo, que dejaba entrever con cada nota una cercana explosión de sonidos conforme la melodía serpenteaba cada vez con más fuerza, después de construir ese estruendo sinfónico entre los tres integrantes regresaban de a poco al minimalismo con que empezaron; la letra, la voz, el descenso para ir apaciguando ese viaje que pronto cobraría vida lentamente con la siguiente canción.

Joy Boy and the travel experience:

Busqué a estos chicos unos días después del concierto en ‘la intenet’ y sólo he podido encontrar su página de facebook en donde despreocupadamente especifican que su género no importa; quería resucitar aquella hipnosis con la que me balanceaba de un lugar a otro pero no he encontrado rastro de de sus canciones y yo no estaba en un estado tan lúcido que digamos, aun así puedo rescatar una sensación que se acentuaba con sus canciones; aquellos eran sonidos intermitentes que se rolaban el protagonismo de un instrumento a otro con una cadencia casi imperceptible, permitiéndose enriquecer la melodía para que el cuerpo empezará a aflojarse y cualquier aliciente tomará la fuerza suficiente para cerrar los ojos y dejarse ir. Al final el intentar definir el género fue lo de menos, lo importante para ellos es ese lugar al que lentamente nos ofrecen llegar.

Deseo de Muerte:

Después para seguir el hilo y no perder esa atmósfera auditiva, ese afán que ya empezaba asentarse, la música corría ya por la sangre y no había distractores salvo el trago en turno; del difunto Distrito Federal sonaba Deseo de Muerte, voz y guitarra sonando con la misma fuerza, la misma intención onírica confundiéndose en un sonido mordaz que no daba tregua, con un acabado industrial cuando las notas se volvían más agresivas y cuando descendían de manera abrupta quedaba un remanente fantasmagórico de una guitarra que se distorsionaba con maestría, descomponiendo la melodía nota a nota y recuperándola cuando la voz se unía a su encuentro para hundirnos de nuevo en ese ensueño que transgredía el cerebro con un sentimiento oscuro; familiar, aunque difícil de definir.

Undercity Men:

En cada reseña no me canso de plasmar lo variado que se está volviendo la escena en todos los rincones que me ha tocado disfrutarla, como espectador es muy placentero observar cómo cada banda se adentra cada vez más en la experimentación para hallar su sonido particular, Undercity Men traían consigo toda esa energía de sobra para encender a los espectadores que ya formaban un buen grupo que se apretujaba en dirección al escenario; una buena combinación que hacía suyos diferentes géneros (garage, surf, noise, psicodélico) y que de inmediato abrió el apetito para lo que se vendría, la gente salía de sus recorridos internos para unirse en un sólo frenesí que después de un par de canciones nos situó en una misma sintonía, todos vibraban junto con las guitarras y la locura de la madrugada empezaba a parecer más nítida; el rock embellecía esa intención de extraviarse y viceversa. Después de la última nota que funcionó como transición la gente estaba lista por fin para la cereza del pastel.

https://www.facebook.com/Undercitymen/

Holy Wave:

A quien no conozca a Holy Wave y que coincidentemente le guste atorarse en un buen pasón musical cuando se amerita, entonces aún están muy a tiempo para conocerlos e irlos idealmente disfrutando en cualquiera de sus actividades psicodélicas o por qué no, también rutinarias. Ésta es una banda que tiene el talento de sobra para trascender dentro de su estilo y aunque les ha costado ya se están codeando con otras que por una circunstancia u otra tienen más renombre, no sólo están ganado más audiencia por su versatilidad musical sino también por esa sencillez que los distingue. Al principio de este escrito ya lo mencionaba pero creo que es importante recalcarlo, una buena banda no es el resultado final y pulido de sus creaciones sino la forma con la que se desempeñan en un escenario (sea el que sea) y creo que a todos los que hemos estado allí nos ha dejado mucho más que conformes. Ésta es la segunda vez que tengo la fortuna de verlos pero en esta ocasión se ha sentido tan privado y personal que aún conservo ese sentimiento de excitación y dicha al recordarlo. Fue una velada de verdad significativa para mí, como se ha conjuntado el lugar con la experiencia de una manera tan placentera; escuchen a las bandas, disfrútenlas, denles promoción para que crezcan y nos ofrezcan más música original, estense al pendiente de los próximos proyectos de la Factory House por qué se vienen conciertos igual de completos, visiten la Testarossa y pidan un suculento Tom Collins, y sobre todo apoyen la escena, presencien con sus ojos esta nueva era musical que está brotando por todo el país y que ya está demoliendo esos viejos estigmas musicales que parecían estar tan arraigados por décadas. Esperamos que nos inviten al próximo toquín por qué nos hemos  divertido chingueros y pues ¡salú!

Acá abajo les dejamos una pequeña galería, fotografía y texto por Armando Castillo.

La galería completa acá:

https://www.instagram.com/caperuzomx/

 

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