Nos encanta ir Testarossa por qué cada vez hay oportunidad de zafarnos un poco del pueblo nos llevamos una grata sorpresa sobre todo si es algún evento organizado por los chicos de Tiempos Compartidos por qué de antemano sabemos que será alguna banda que hará que valga la pena la hora y cacho de distancia entre Salamanca y el bar Leonés, aquí les dejamos una pequeña reseña de esta experiencia con Sister Ectoplasma, DUVVII y Mint Field.

Sister Ectoplasma

Durante este par de años de surfear por la escena musical guanajuatense ya había escuchado por aquí y por allá el nombre de sister ectoplasma pero nunca había podido coincidir en alguna tocada  con su música, aunque bueno, por lo menos ya me iba haciendo una idea bien general de su estilo y verlos por primera vez fue confirmar esa suposición y con más sencillez de lo planeado la fui detallando; no está de más decir que me sentía totalmente en mi elemento, no sólo aquí sino con todas las bandas de aquel día, en conjunto se sentía como una velada dedicada a darle tributo a estos sentimientos sombríos que nos habitan; estas canciones me hacían pensar en un grunge comprometido a empatizarse con la audiencia a través de la melancolía y no usando esa furia inherente noventera de la que no se desprendían por completo sino que la abordaban desde otra frecuencia, las letras me hacían apreciar una delicadeza que constantemente estaba apunto de romperse pero siempre se mantenía; he aquí la magia de Sister Ectoplasma, ese suspenso caótico que muchas veces proviene de las situaciones más ordinarias, un relato bien contado y sin pretensión de las emociones tortuosas que se esconden en la rutina incluido, por supuesto, los desamores y el caos que produce intentar concebirlos, acá pueden checar a esta Banda Leonesa. 

DUVVII

Con DUVVII fue la primera vez también y me pasó exactamente lo mismo lo que me hizo pensar qué tal vez no estoy tan a la vanguardia musical como me gusta suponer, lo cual no es para nada decepcionante porqué esto significa que tenía la oportunidad de experimentar a esta banda por vez primera sin ningún tipo de contexto, siempre es difícil capturar detalles técnicos en la primera impresión pero si es muy sencillo evocar los sentimientos y ligarlos a la música. Me apuraba para desinhibirme justo cuando empezaban pero no fue necesario tanto alboroto etílico, la música de DUVVI inmediatamente nos arrastraba con estridencia a ese interior metafórico que se hace espacio en nuestros pechos; acá el conducto era hacer vibrar el cuerpo con una progresión medida, rasgueos provenientes del más melancólico post-punk ochentero, letras que remiten y refuerzan ese sentimiento de ausencia que irónicamente tanto nos llena a algunos, entremeses veloces repletos de una gamas de sonidos que nos aseguraban un viaje de inmersión accidentado y sin escalas, dejando todo lo que se creía ser en la pista entre saltos torpes, mismo destino diferente ruta, la noche crecía y en mi caso los motivos para extraviarme se hacían más claros; la melancolía y la terquedad furiosa que busca avivarla entre tragos.

Mint Field

Después de un pequeño receso para acomodar el sentimiento en turno, reubicar el recuerdo preciso para alimentarlo un poco más; volvíamos a la tranquilidad de las notas alargadas con Mint Field de Tijuana, una banda que ha logrado presentarse en festivales del calibre de Coachella en California y que a pesar de tener un sólo LP ‘pasar de luces’ se está consolidando dentro del género nacional junto con bandas más veteranas del shoegaze, así que desde un principio ya se podía entrever, presentir mejor dicho como iba a acabar todo; una celebración para los devastados y si había algún trasfondo solitario de por medio combinaba mucho mejor con la melodía que desde el principio iba alertando a los cuerpos para un clímax inminente, pausado, por lo pronto no costaba mucho entrar en trance  hipnótico, la voz de su vocalista alcanzaba en algunos puntos tonalidades agudas que ayudaban a matizar la melodía, dándole a esa sensación de desapego un trasfondo con el que era más fácil identificarse, había dos vertientes de las cuales apoyarse para ayudarse a entender, voz y melodía coludiendo y alejándose entre sí para que el contraste entre sus pausas se calara más de la forma que uno eligiera darle, y funcionaba; baladas afiladas que se iban hundiendo lentamente en la madrugada, y con el lugar, el alcohol, el sentimiento y la estridencia conjunta con que los tres integrantes de Mint Field decidieron terminar, hacían de aquel instante el idóneo para vaciarse, para terminar una velada consagrada repleta de una nostalgia bien estilizada, descensos y ascensos apretujados enfrente de un escenario que nunca dejó de sorprendernos, de ofrecernos la oportunidad de mezclar nuestras experiencias al unísono y finalizar la noche de la mejor forma allí el Testarossa, con el sentimiento encarnado, o empezarla con esa renovadas energías tratado de avivar la oscuridad dentro hasta ser derrotados por la noche, o con los primeros rayos de la  luz del sol.

Por Armando Castillo

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