Es fácil deducir que la especialidad de Thom Yorke nunca será la actuación ni seguir una coreografía estricta de baile así que antes de ver este corto de quince minutos deben tener esto presente, y les prometo que después de internarse en su trama esto quedará rápidamente secundado; así es chicos, Yorke se junta con el director de Magnolia, Paul Thomas Anderson para reinterpretar de forma visual su tercer álbum de estudio ‘Anima’ y hacer una fusión intencionalmente extraña, usando un término más preciso: surreal, un viaje que busca adentrarse en la cotidianidad y los efectos secundarios que afectan al usual protagonista anónimo que se debate entre estos día a día, y que en este particular caso es interpretado por el mismísimo Yorke, no de una manera prodigiosa como mencionaba allá arriba pero lo suficientemente convincente como arrastrarnos a estas vicisitudes que sufrimos todos los mortales en la rutina; el desasosiego, el trabajo, la desadaptación y por supuesto encontrar el amor entre todas estas contrariedades diarias, una hermosa metáfora de lo que podría ser nuestra realidad inclusive sufriendo irremediablemente bajo el yugo capitalista, con mucho baile de por medio y por supuesto, como ya se imaginarán, la estrella de esta noche es el impecable y absorbente soundtrack compuesto por Yorke y que sin duda alguna arrasa con cualquier otro protagonismo, conduciéndonos con mucha eficacia por la pequeña trama que se nos ofrece, un track que va mutando sigilosamente y que fácilmente estaría a la altura de cualquier otro de Radio Head, o aún más precisamente de su proyecto alterno con otros artistas afamados llamado Atoms for Peace, así que si son remotamente fans de cualquiera de estos proyectos no la piensen demasiado, sobre todo si justo ahora tienen un porro en la mano, ya, búsquenlo en Netflix y ofrézcanse quince minutos significativos repletos de arte surreal con música que los llenará de fuerza creativa o destructiva, ustedes ya elegirán sobre la marcha. Disfrútenlo y ya saben salú.
Por: Armando Castillo